Pamplona - Maite Ruiz de Larramendi (Beasain, 1973) es una competidora nata. No solo por sus victorias en los partidos, sino por su pelea constante para hacer lo que más le gusta en la vida: jugar a pelota. Pese a que haya tenido que compaginar su deporte con el trabajo en un hospital, pese a la enorme cantidad de kilómetros que ha recorrido para competir con otras chicas porque no había deportistas suficientes en Navarra y pese a no tener la repercusión de los hombres, nadie es capaz de robarle la sonrisa.

Es usted una mujer en un deporte tradicionalmente de hombres. ¿Cómo se siente?

-La verdad es que lo he vivido de una forma natural. Cuando empecé en el mundo de la pelota nunca diferencié a la mujer del hombre, jugaba por afición, porque me encantaba. Es más complicado cuando te vas haciendo mayor, ves que cada vez encuentras mas trabas. Llega un momento en el que a la mujer le cortan las alas con cualquier excusa. Hay que pelear el doble para tener lo mismo que un hombre, que puede llegar a ser profesional y nosotras, a día de hoy, lo tenemos imposible.

¿Falta mucho por hacer en cuanto a la desigualdad entre las mujeres y los hombres?

-Sí, por supuesto. Parece que avanzas, pero lo haces muy despacio. No nos podemos quejar tanto como antes porque tenemos mucho más que hace unos años, pero todavía falta mucho trabajo por hacer. Mi sobrina de 11 años juega a mano y lo hace solo con chicos. Es la única mujer de su edad por el momento.

¿Llegará la igualdad en algún momento?

-Se tiene que trabajar mucho desde abajo. Los hombres pueden practicar cualquier tipo de deporte desde pequeños, pero las mujeres lo tienen más complicado. El trabajo hay que hacerlo desde las respectivas federaciones, clubes y escuelas. Si llega un día en la pelota en el que hay buen nivel de mujeres, ¿quién nos dice que no lleguen a ser profesionales? Ya hubo un tiempo en el que lo fueron. La igualdad llegará, estoy segura.

¿Y fuera del ámbito deportivo?

-Sí que ha cambiado la mentalidad de las personas, no es como antes. Ahora la gente ya no se sorprende porque una mujer vaya a trabajar en vez de quedarse en casa, eso a día de hoy no ocurre. Sí es verdad que sigue habiendo muchas trabas para la mujer en lo referente a la vida laboral. Un ejemplo es el periodo de embarazo. Según en qué empresas, siguen dando más facilidades a los hombres que a las mujeres, pero en general las cosas están cambiando.

Para colmo, las subvenciones para los deportes minoritarios son las menos.

-Se lo dan todo al fútbol, deporte rey por excelencia. Desde mis vivencias personales puedo decir que el reconocimiento llega cuando consigues una medalla. Es entonces cuando se acuerdan de una, pero hasta entonces todos los gastos corren por tu cuenta. Aunque sí es verdad que, en cierto modo, soy una privilegiada porque me han otorgado una pequeña subvención de la Fundación Miguel Induráin, pero, en comparación con otros deportes, es mínima. Todo se lo lleva el fútbol, aquí no te patrocina ni Blas.

¿Qué se siente al ser la mejor y que se lo reconozcan?

-Ser campeona del mundo es lo mejor que me ha podido pasar, y que te reconozcan como mejor deportista del Mundial es lo máximo. Pero una vez que sales de ahí, no te queda nada. Volvemos al mismo tema de antes: a un hombre lo reconocen como el mejor y se lo ponen todo mucho más fácil, pero estoy súper orgullosa de haber jugado a pelota, de ser como soy y de haber conseguido llegar hasta aquí.

Cambiando de tema. ¿Qué opinión le merece que Yolanda Barcina no se presente a la presidencia?

-Me parece muy bien. Hay que dar un cambio. Cuando las cosas no se están haciendo bien, hay que apartarse y dejar el camino libre a las personas que tengan ganas de hacer y mejorar las cosas.

¿A quién pondría en el Gobierno de Navarra?

-Situaría a una persona honrada y con ganas de trabajar, no de llenarse los bolsillos. Yo voy a trabajar y trabajo; el resto, que haga lo mismo en sus respectivos puestos, desempeñando la labor de presidente del Gobierno como en cualquier otro cargo. Solo pido que hagan su trabajo y dejen de mangonear como vienen haciendo desde hace tiempo.

¿Y usted?

-No, a mí me gusta la libertad, estar a mi aire, disfrutar de la pelota y estar con mi gente. Hay que valer para estar ahí sentado. Si han estudiado y quieren trabajar, que lo hagan, pero que cumplan lo que prometen.

Forma parte de una familia de deportistas...

-Sí, somos de Eulate, un pueblo que se encuentra justo debajo de la Sierra de Urbasa, y ahí el frontón no ha faltado nunca. Mi abuelo y mi padre jugaban, aunque no profesionalmente, y mis hermanos también. Mis hermanas jugaban conmigo, pero llegó un día en el que dijeron no. Yo, por el contrario, desde txiki, antes de empezar a andar, mi madre decía que ya estaba dándole a la pared con una pelota.

Son seis hermanos. Pobres padres, ¿no?

-(Risas) Sí. Creo que mi madre ha tenido que pelear con todos. Mi padre era ganadero y, entre el trabajo con las ovejas y tirar de nosotros todos los día para arriba y para abajo, tendría que ser duro aguantarnos. Me acuerdo que con el Land Rover que tenía, mi padre nos bajaba al colegio y después nos volvía a subir. Han tenido que dar mil vueltas, no se de dónde sacaban el tiempo. Para mí era una maravilla vivir en el pueblo, aunque todavía nos seguimos juntando todos y mi madre está encantada.

¿Echa de menos la vida en el pueblo?

-Sí. Siempre que puedo me escapo. Entre Eulate y Urbasa paso mi tiempo libre. Me encanta la montaña. Vivo en Sarriguren y no me puedo quejar, hay muchas zonas verdes. Es amplia y me gusta, pero, si no fuese así, seguramente acabaría agobiándome. Pero me gusta mucho más la vida en el pueblo, no voy a mentir.

También le encanta esquiar...

-Sí, me gusta mucho, pero con el miedo de las lesiones nunca iba. Un día decidimos ir las compañeras de trabajo y la verdad es que me encantó. Antes solíamos ir con los sacos (risas), pero ahora me escapo siempre que puedo. Si empieza a nevar ya, algún día me pondré los esquís. No soy muy buena porque aprendí tarde, pero disfrutar de la nieve en un día libre es una maravilla.

Le gusta viajar y ha conocido muchos lugares. ¿Cuál es el que más le ha gustado?

-Me quedé con muchas ganas de volver a Chile. Tengo ganas de repetir viaje y acercarme también a Argentina. Hay tantos sitios a los que he ido y los he disfrutado tanto que no se con cuál quedarme.

¿A dónde le gustaría ir?

-Me encantaría conocer Canadá. También me llama mucho la atención Finlandia. Está quedando claro que tiro para el monte, como las cabras (risas). Hay que trabajar para que pueda ir, pero tarde o temprano llegará. Si voy dejando poco a poco la pelota y la competición, seguramente pueda llegar a hacer todas las cosas que me gustan y que por el momento no he podido cumplir.

Le han operado hace menos de un mes. ¿Cómo se encuentra?

-La operación ha ido muy bien. Me quitaron un pequeño quiste que tenía en el ovario izquierdo. En un principio me dieron fecha para operar en agosto, pero les comenté a ver si existía la posibilidad de aplazarlo porque justo me iba al Mundial de México, y me dijeron que sin problema. La verdad es que la operación fue muy bien y ahora toca recuperarse, pero ya queda poco (risas).

¿Qué le gustaría ser si no fuese pelotari?

-¿Qué sería? Creo que sería pelotari (risas). Es cierto que me encantan los animales y posiblemente hubiese sido veterinaria, pero por otro lado me gusta mucho el balonmano. Aunque, pensándolo bien, creo que no hubiese podido ser otra cosa que lo que soy, pelotari (risas).

¿Y trabajar en el monte como su padre?

-Me encanta. Soy la primera que me pongo a esquilar u ordeñar. Mi padre ya se jubiló y se quedó al cargo mi hermana Mónica. A mí me hubiera encantado, pero, si estudié, era para algo. En su día pensé que en el momento que quisiese volver, las ovejas siempre van a estar ahí. Y las vacas ni te cuento, me encantan. Allá no tienes que estar peleando con bichos raros (risas), lo haces con otra clase de animales.

¿Qué opina del sistema capitalista en el que vivimos?

-Se engordan todos los de arriba y los de abajo seguimos peleando como podemos. Unos se llenan los bolsillos y los demás seguimos luchando en el día a día. A veces pienso que estaríamos mejor en el pueblo, con unas gallinicas en casa para que no nos las quitase ni el zorro.

También tiene una perra, Kandela.

-Es mi fiel compañera, no me falla nunca. Es una gozada llegar a casa y que te reciba todos los días cuando vuelves del trabajo. Kandela va siempre conmigo a todos los lugares, la pena es que ahora no puedo meterla en los frontones.

Se acerca la Navidad. ¿Cómo se plantea?

-Las Navidades, en casa. Somos un batallón y de ellas se espera un gran jolgorio. Mis sobrinos son cada vez más grandes, pero lo disfrutamos igual. Aunque en cierto modo sea una época en la que se reviven situaciones que a una le ponen triste, por aquellos que ahora no están, sigo teniendo ese espíritu navideño infantil. Para una cosa bonita que hay al año hay que disfrutarla y el hecho de volvernos a juntar toda la familia, aunque nos vemos todos los fines de semana, es una alegría. También me gusta vivir el momento de los regalos (risas).