pamplona - Para el protagonista de estas páginas, el tenis de mesa es su vida. Titus Odunlami Omotara (Owode, Nigeria, 1958), un veterano entrenador y jugador de tenis de mesa, que en África, ha sido dos veces finalista en individual, seis veces campeón en dobles y cuatro veces campeón en dobles mixtos. También fue tricampeón individual en Nigeria y llegó a participar en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988. Odunlami ha dedicado toda su vida a competir, a entrenar y a enseñar, y en estos momentos vive una situación económica personal complicada pese haber sido un jugador de calidad contrastada: “Nos encontramos en una situación de crisis económica, ¿qué le voy a hacer si no hay dinero?”.
¿Por qué eligió el tenis de mesa y no otro deporte?
-Porque es un deporte que no es muy caro. En general en África, siempre escogemos el deporte más barato, como por ejemplo el atletismo, que corres en cualquier sitio, el fútbol, que le pegas a un balón en cualquier campo, y el boxeo, que peleas donde sea. Pero yo tuve suerte porque mi hermano mayor fue el secretario de un club de tenis de mesa en Lagos, él jugaba poco pero era muy bueno como administrador. Entonces aproveché su presencia en ese club para entrenar y empecé a subir de nivel.
¿Por qué decidió venir a España?
-Tenía un puesto muy bueno en el Ayuntamiento de Lagos en la sección de deportes, donde era el jefe y cobraba muy bien, pero se devaluó la moneda de mi país respecto al dólar. Entonces, aproveché para jugar en España un año o como mucho dos, mientras mantenía mi puesto en Nigeria. Sin embargo, gané mucho dinero y decidí quedarme más tiempo de lo previsto, por lo que perdí mi trabajo en Lagos y tomé la determinación de quedarme en España.
Lleva 20 años en España, ¿cuáles han sido sus momentos más complicados?
-Primero tuve problemas en Mallorca, donde tenía un buen salario, pero discutí con la madre de un alumno por no incluirlo en el equipo que iba a participar en el Campeonato de España. Por este motivo, ella habló con los patrocinadores del club, y les dijo que los niños no estaban contentos con su entrenador y se pusieron en contacto conmigo desde el club para decirme que no contaban conmigo para la próxima temporada. Lo que me sucedió, ahora no me ocurriría puesto que mi castellano ha mejorado mucho y me habría podido defender perfectamente. Más tarde, estuve trabajando en Guipúzcoa, concretamente en Irun. Todo me fue fenomenal durante ocho años pero cuando conseguimos subir el equipo a Superdivisión de Honor, la máxima categoría de la Liga Española, tuve un problema menor y decidí no continuar. No entendí por qué quisieron cambiar el sistema de trabajo con los niños que venían de los colegios a entrenar e hice las maletas.
¿Tuvo problemas por ser extranjero?
-Aquí en España, nunca.
Ha sido un deportista de calidad contrastada en el tenis de mesa, ¿por qué un jugador de su talla no percibe mejores salarios?
-Primero porque el tenis de mesa es un deporte minoritario en España y no causa el impacto del fútbol o del baloncesto ni de lejos. Segundo, la crisis económica española, si no hay dinero, ¿qué le voy a hacer? Aparte de cobrar por ser entrenador y jugador de Oberena doy clases extra en colegios para poder ganar un dinero que me permita estar más cómodo. En la época en la que España atravesaba un buen momento económico percibí buenos salarios y ahora, con la edad que tengo y con la crisis que vivimos debo conformarme con lo que hay.
¿Qué sintió al participar en unos Juegos Olímpicos?
-Yo jugué en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, año en el que se incorporó el tenis de mesa como deporte olímpico. Es algo difícil de explicar, la satisfacción que sientes representando a tu país en unos Juegos Olímpicos ante todo el mundo es insuperable. Pasas a formar parte de un evento en el que compiten los mejores. La competencia es brutal.
¿Le hizo un set a J.O. Waldner, el mejor jugador de todos los tiempos?
-Sí, pero sufrí mucho, era y sigue siendo un jugador espectacular, con todos los golpes. El sueco era tan bueno que dominó durante dos décadas el tenis de mesa mundial y ni siquiera los chinos pudieron con él.
¿En qué consiste su trabajo desde que llegó a España?
-Ahora tengo 57 años, pero cuando tenía 48 quise dejar de jugar y ser sólo entrenador. Sin embargo, me gusta demasiado jugar y los clubes que me contrataban me pedían jugar competición y entrenar a los niños o a los jugadores con más futuro. Cada vez que veo jugar a los niños yo también quiero, me siento joven cuando juego.
¿Sueña con que el tenis de mesa consiga ser un deporte puntero como lo es el fútbol, el tenis o el baloncesto en España?
-Me gustaría pero es muy complicado por tres motivos. En primer lugar porque los patrocinadores, debido a la crisis, van a ir a lo seguro, es decir, a los deportes más potentes. Segundo, porque los españoles no tienen mentalidad competitiva en el tenis de mesa. Para tener una repercusión mediática hay que ser el mejor o de los mejores y hoy en día eso no es posible. Por último, el fútbol en España lo acapara todo.
¿Qué otros deportes son los que más le gustan?
-El tenis y el fútbol. Me encanta ver la técnica de Roger Federer y las diabluras de Leo Messi, son dos genios. El revés a una mano y el saque del suizo, y el uno para uno y la definición del argentino no tienen comparación. Además, el fútbol me entretiene demasiado, me sirve para evadirme de mis problemas. Ver los partidos me ayuda mucho, en vez de ir a una discoteca, fumar o beber alcohol, me quedo en casa tan tranquilo, viendo el fútbol.
¿Cuánto tiempo lleva sin ver a su familia?
-Llevo casi cuatro años sin verlos, es muy duro. Durante mis primeros años en España, iba cada verano a a ver a mi familia a Nigeria. Las cosas marchaban bien y ganaba lo suficiente como para poder visitarlos pero, desde que empezó la crisis, todos los salarios han caído y mi situación económica es delicada. Ahora mismo, es muy difícil que pueda ir a ver a mi familia aunque, gracias al Skype o al WhatsApp puedo estar en contacto con ellos. Sin embargo, el no poder estar juntos, físicamente, me entristece, los echo mucho de menos.