PAMPLONA. Participar en unos Juegos Olímpicos es el sueño de todo deportista profesional. Un objetivo que muchos persiguen con vehemencia, pero que solo algunos acaban alcanzando. En Río de Janeiro, próxima cita olímpica, esta experiencia y este premio al trabajo bien hecho, a la constancia, al esfuerzo, a los éxitos y, por qué no, a la ambición, podrán vivirla en primera persona ocho navarros: Naiara Egozkue y Nerea Pena (balonmano); Sergio Fernández y Estela Navascués (atletismo); Carlota Ciganda (golf); Juan Peralta e Imanol Erviti (ciclismo); y Alberto Munárriz (waterpolo). Todos ellos aspiran a completar un buen papel. A dar lo mejor de sí mismos. Y, si es posible, a colgarse del cuello una medalla olímpica. El sueño de los sueños.
A lo largo de la historia del olimpismo varios han sido los navarros que han participado en unos Juegos, pero solo cinco -salvo que se nos escape alguno escondido en un deporte de equipo- han podido obtener el deseado metal: el ciclista Miguel Induráin (oro); el taekwondista Gabriel Esparza (plata); el futbolista Mari Lacruz (plata); y los balonmanistas Mateo Garralda (dos bronces) y Andrea Barnó (bronce). Seguir la estela de sus predecesores y traerse una presea a Navarra será el objetivo de los ocho deportistas que competirán en Brasil. Todo un reto.
el primero
Miguel Induráin se cuelga el oro
Atlanta 1996
El mejor ciclista navarro de todos los tiempos, Miguel Induráin, fue el primero en regalar a la Comunidad Foral una medalla. El pentacampeón del Tour de Francia -de 1991 a 1995- y dos veces ganador del Giro de Italia obtuvo, con 32 años, el máximo galardón olímpico en la contrarreloj en ruta de Atlanta’96, imponiéndose en 12 segundos a Abraham Olano y en 31 al británico Chris Boardman, en los 52,2 km de que constó la carrera. Era la primera vez en que el ciclismo profesional se adentraba en unos Juegos, por lo que el ciclista villavés, además de ser el primer navarro en colgarse un oro, entraba en la historia como el primer vencedor en este nuevo formato olímpico que, hasta entonces, había estado reservado a los amateurs.
Induráin voló en aquella crono individual con un tiempo de 1.04:05, una victoria balsámica para el ciclista navarro, quien días antes finalizaba la gran prueba gala con un sabor amargo. A pesar de ello, el ya flamante campeón olímpico declaraba tras obtener el preciado metal: “No era una revancha del Tour de Francia de este año, es otra historia. El oro logrado me vale para ver que vuelvo a ser el mismo de antes”.
Paradójicamente, esta victoria en Atlanta sería la última de una exitosa carrera deportiva. Tras aquella prueba, ya solo participó en la Vuelta a España y acabó retirándose al pie de los Lagos de Covadonga. El gran Miguel Induráin colgaba la bici y no volvería a competir.
dos platas
El éxito de Esparza y Lacruz
Sidney 2000
Cuatro años más tarde de que Induráin abriese el medallero navarro, otros dos deportistas de la Comunidad seguían sus pasos, esta vez en Australia. A nivel individual, el taekwondista Gabriel Esparza se alzaba con la plata, el mismo metal que Mari Lacruz obtendría con la selección española de fútbol sub-23.
Como el principal “hito” de su carrera deportiva, Esparza calificaba en una entrevista a este periódico en 2004, año de su retirada, la disputa de la final en Sidney. El navarro, con un envidiable palmarés individual, se plantaba en el último combate, en la categoría de -58 kg, con opciones claras de oro. Sin embargo, no pudo ante el griego Michail Mouroutsos, quien acabó venciendo. “La plata me supo mal en ese momento, porque había trabajado para conseguir el oro y estaba convencido de que podía ganar. Pero después, con el tiempo, te das cuenta de que una plata olímpica es un hito que pocos deportistas pueden lograr y quizás sea lo más grande que ha hecho hasta ahora el taekwondo nacional”, recordaba en aquella entrevista.
No cabe duda de que fue todo un mérito, ya que Gabriel Esparza, a sus 27 años, no solo conseguía un merecido metal, sino que se convertía también en el primer medallista olímpico español desde que esta disciplina dejaba de ser deporte de exhibición en aquellas Olimpiadas.
La segunda medalla en Sidney para un navarro llegaba a través del fútbol. Mari Lacruz, exjugador de Osasuna y que por entonces militaba en el Athletic de Bilbao, se hacía con la plata en una final donde España no pudo ganar a Camerún. Y eso que la selección que entrenaba Iñaki Sáez, y en la que también jugaban figuras como Xavi Hernández o Carles Puyol, ganaba 2-0 al descanso, pero en la segunda parte se quedaba con nueve jugadores tras dos expulsiones e Iván Amaya en propia puerta y la estrella camerunesa Samuel Eto’o igualaban la contienda. La suerte de los penaltis se decantó del lado de Camerún, que se quedaba con el oro, mientras que España era plata. Chile fue bronce.
Lacruz, con 22 años por entonces, además de traerse la medalla a Navarra, pudo quedarse también con la satisfacción personal de haber sido titular todo el torneo.
tres bronces
Garralda y Barnó en balonmano
Atlanta, Sidney y Londres 2012
Los bronces, cuando se habla de éxitos Olímpicos para Navarra, han llegado hasta el momento a través del balonmano. Mateo Garralda abrió las puertas en Atlanta y repitió cuatro años después en Sidney. Por su parte, Andrea Barnó se colgó el bronce en Londres 2012. La única medalla olímpica obtenida hasta la fecha por una navarra.
En los mismos Juegos en los que Induráin fue oro, Mateo Garralda, con 26 años por entonces, alcanzaba el bronce con la selección española masculina. En aquel equipo plagado de estrellas -Talant Dujshebaev, José Javier Hombrados, Demetrio Lozano, Alberto Urdiales o el mismísimo Aitor Etxaburu-, el lateral burladés conseguía su primer metal. El oro cayó en manos de Dinamarca y la plata en las de Corea de Sur.
Este primer éxito olímpico para el balonmano navarro trajo consigo además una curiosa anécdota. Garralda partió su medalla en dos y una de las mitades la compartió con Enric Masip, su compañero de equipo por entonces en el Barcelona, quien no pudo jugar al estar lesionado. El de Burlada fue reconocido por este bonito gesto, por el Consejo Superior de Deportes.
El segundo bronce para Garralda llegó en Sidney, siendo jugador ya del Portland San Antonio. El navarro, con un palmarés y una trayectoria llena de éxitos, sumaba su segundo bronce a su carrera. Rusia fue oro y Suecia, plata.
El balonmano también dio a Navarra una tercera presea. Andrea Barnó, en los Juegos de Londres de 2012, conseguía a sus 32 años en aquel momento la única medalla olímpica para una deportista navarra. En una selección llena de estrellas, algunas de ellas presentes también en Río como Marta Mangué, Silvia Navarro o Eli Pinedo, Barnó se colgaba del cuello una medalla de bronce que sabía a gloria. Aquel año, 2012, fue paradójicamente uno de los mejores años para la estellesa, a la vez que duro. Barnó, que militaba en el ya desaparecido Itxako, decidió retirarse del balonmano profesional.
Una inoportuna lesión impidió a otra navarra, Nerea Pena, acudir a Londres y quedarse sin medalla. Ahora, la primera línea pamplonesa tiene ocasión de resarcirse en Río de Janeiro, acompañada por su paisana Naiara Egozkue. Ambas confían en tomar el testigo de Barnó y colgarse una medalla, el mismo sueño que persiguen Sergio Fernández, Estela Navascués, Alberto Munárriz, Juan Peralta e Imanol Erviti.