queridos Reyes Magos, ya me imagino que estaréis agotados después de tanta cabalgata ayer, espero que os quede el último resquicio de fuerza para leer mi carta.
Mi nombre es Marcos, Fermín, Juan, Asier, Lucia, Arhane, Paula o como queráis llamarme. Tengo pocos años, calculo que entre los 6 o 7 y los 12 debo de andar. Por suerte soy uno de esos niños o niñas que poco me hace falta y pocas cosas ya me hacen ilusión. Tengo mis maquinitas y mi habitación con superávit de juguetes, además como mínimo tendré unos 14 balones. Vaya, soy un niño normal, no nos engañemos. Después de las croquetas de mi abuela lo que más me gusta en esta vida es el fútbol, bueno, no el fútbol, sino jugar al fútbol. Eso sí que mola.
Puesto que estoy fuera de tiempo no os pediré que me traigáis nada, solo quiero que os llevéis algunas cosas en esas alforjas ahora vacías.
Quiero que os llevéis los gritos de mi padre o madre cuando juego al fútbol, no soporto esa ansiedad o esa quejas contra mi entrenador, contra el árbitro o contra todo lo que se mueva en mi partido del finde. Por si no se han enterado, ese partido es mío y de mis amigos y lo queremos para disfrutar. Si podéis, también de paso, llevaros a esos entrenadores que nos cortan las alas y a su vez nos vuelven locos desde su banquillo, dándonos gritos como si eso fuera una batalla campal.
Me gustaría también que os llevéis de los campos donde voy a ver a equipos de mayores cada domingo, a esa gente que insulta a los protagonistas, que se mete con sus mamás o incluso que se meten con el color de su piel. Como si ellos no te hubieran pedido juguetes a ti, ¿eh, Baltasar?
Ya que mi padre no cree mucho en vosotros os voy a pedir una cosilla de su parte. Si hay hueco, llevaros por favor las tertulias futbolísticas nocturnas de las televisiones nacionales, creo que las odia con todas sus fuerzas. De regalo os dejo tres croquetas de mi abuela, para que veáis que soy bueno.
El autor es técnico deportivo superior