PAMPLONA - Alberto Undiano Mallenco transmitía felicidad por haber sido galardonado con la medalla de oro. Valoró lo difícil que es que se premie a árbitros con designios similares. “Siempre tenemos la vitola de ser los malos de la película. Es una alegría enorme que se nos reconozca como los deportistas y jueces que somos”, expuso el navarro, antiguo colegiado internacional.

“Esta medalla tiene un enorme valor, y que uno sea reconocido en su tierra es una doble alegría”, rememoró Undiano Mallenco, que además trajo a colación varias anécdotas con compañeros suyos del arbitraje, con tono de humor: “No sé cuantas veces he intentado explicar los Sanfermines a otros árbitros, e incluso he traído a alguno a Pamplona. Es un orgullo pasear el nombre de Navarra por todo el mundo”.

El exárbitro agradeció al Gobierno por la designación de la medalla y formuló una doble dedicatoria por el reconocimiento. “Primero, a todos los árbitros de todos los deportes, que dedican sus fines de semana a salir a los campos, para que nuestros hijos y nietos puedan participar”, valoró. “Y por supuesto también a mi familia. Nunca hubiese conseguido estos grandes logros sin ellos. El arbitraje me ha dado muchas cosas, pero también me ha quitado estar tiempo con ellos, que han estado siempre”, añadió.

“HA PASADO RAPIDÍSIMO” Tras el homenaje, Alberto explicó la función que desarrolla actualmente. “Sigo trabajando en el comité técnico de árbitros y en la Federación, aportando ese granito de arena. Esto contento, es bonito estar en el campo pero fuera también se está bien”, reveló el navarro.

Asimismo, valoró lo “rapidísimo” que ha pasado su carrera, que concluyó en junio pitando la final de la Liga de Naciones entre Portugal y Holanda. “Es síntoma de que has disfrutado, pero es una pena. Ojalá volver a tener 13 años, cuando empecé en el campo de Berriozar. Realmente no tengo la sensación de que hayan pasado más de 30 años”, recordó Undiano Mallenco.

“Soy consciente de que el arbitraje tiene una edad de retirada, los 45 años. Estoy orgulloso de haber llegado hasta el final”, finalizó el excolegiado, feliz, portando la medalla de oro que María Chivite le colgó en el acto de ayer.