Es el momento. El momento de pensar en el año deportivo que se abre y que nos sorprenderá con competiciones, resultados, alegrías, lágrimas, espectáculos, decepciones, ascensos, descensos, sorpresas… Todo un cúmulo de actividades dentro de un deporte navarro que va a más, a pesar de que todos lloran porque no llega el dinero a federaciones, clubes y deportistas. Vamos, lo de siempre.

Todos tenemos deseos y sueños para este futuro inmediato del 2023 deportivo.

Que Roberto Torres tenga mucha suerte en su nueva etapa en Irán, como la que está teniendo su amigo Oier en Chipre; que la pelota siga llenando frontones; que el deporte femenino siga su trayectoria ascendente en cantidad y calidad; que regrese a Iruña la Vuelta Ciclista; que se animen las empresas a esponsorizar a clubes y deportistas; que Asier Martínez siga siendo un tío normal; que se mejore la carretera de San Cristóbal; que los grandes dejen algo de sus ganancias para el deporte base; que se invierta en instalaciones públicas; que se recupere Osasuna Magna; que los directivos ayuden (sólo ayuden) a entrenadores y deportistas; que algunos famosos periodistas dejen de llamar Güimblendon a Wimbledon; que desaparezcan los histéricos llorones de los estadios; que el remonte remonte; que en el fútbol no siga siendo más rico el rico y más pobre el pobre; que los deportistas sean, por encima de todo, amigos; que Unai Laso no se duerma; que el VAR no cree polémica; que se cree el Ministerio del Deporte; que vuelvan a casa todos los montañeros; que los padres no jueguen a ser entrenadores; que el Movistar vuelva a su sitio; que los futbolistas saluden mirando a la cara; que Alcaraz siga sonriendo mientras compite; que nieve; que el deporte eduque; que se llenen los gimnasios; que el Helvetia Anaitasuna y el Gurpea Beti Onak nos den muchas alegrías; que la educación y el respeto se escriban con mayúsculas; que se imponga de una vez por todas el tiempo real en el fútbol; que las ayudas públicas engorden un poquito; que los de la Superliga se vayan y nos dejen en paz; que triunfe el Interescolar de Tajonar; que Carlota Ciganda se asome a los puestos altos; que reine la deportividad; que las entradas no sean tan caras; que los entrenadores se formen cada vez más y mejor; que Nadal no se arrastre por las pistas…

Sí, está claro que es mucho pedir. Pero, realmente, lo que todos deberíamos pedir en estas fechas y en cualquier momento de la vida, es que el deporte, sea cual sea, profesional o amateur, de alto o bajo nivel, infantil o veterano, sirva para unir a las personas. Si es que no es mucho pedir.

¡Feliz (y deportivo) 2023!

El autor es entrenador nacional de tenis.