Jon Rahm no se escondió a la hora de anunciar su fichaje por el LIV Golf, el proyecto de golf financiado por el dinero saudí que va a poner en sus manos el mejor contrato de la historia del deporte. “He hecho lo mejor para mí y mi familia. No voy a mentir y decir que el dinero no ha sido una de las causas por las que me voy a incorporar al LIV”, reconoció en una aparición en Fox News desde Nueva York y abierta a medios especializados de todo el mundo. Rahm no quiso confirmar la cuantía del contrato firmado porque “es un asunto privado”, pero la cifra de 525 millones de dólares es la que circula de forma general.

Rahm se extendió después en explicaciones sobre su decisión que “se tuvo que llevar muy en secreto. Incluso a mis padres se lo tuve que contar mucho más tarde de lo que me hubiese gustado. Pero sé que mis amigos, que muchos de ellos se van a enterar hoy, lo entenderán”. También asumió las críticas que le empezaron a llegar después de que durante los últimos dos años se mostrara contrario al formato del LIV Golf: “Bueno, somos personajes públicos y estamos expuestos a eso. Quien me quiere me apoyará”.

Este movimiento que tiene un trasfondo económico tanto como deportivo se considera un triunfo del proyecto saudí ya que consigue llevarse a un jugador en el mejor momento de su carrera que acostumbra a estar en la pelea por la mayoría de los torneos que disputa. Al margen del dinero, la repercusión de la decisión del golfista de Barrika, actual número 3 del mundo y ganador del Masters, ha sido enorme y las consecuencias para su propia carrera y para el golf mundial en el futuro inmediato aún están por conocer. Hay quien quiere pensar que Rahm se ha anticipado a los acontecimientos y que su marcha al LIV, y otras que pueden darse a su estela, fuerza a que los dos circuitos hasta ahora tradicionales llegue a ese acuerdo con los árabes que se empezó a cocinar en verano a espaldas de muchos jugadores y que hizo al barrikoztarra sentirse traicionado y, probablemente, fue el germen de que atendiera el interés del LIV.

Rahm podrá formar su propio equipo de cuatro jugadores y ser propietario de una parte de él, como si fuera una franquicia, para explotarlo comercialmente. Su patrocinador principal, Callaway, ya le ha prometido que seguirá con él y desde el punto de vista del negocio los beneficios son indiscutibles. Sin embargo, en lo deportivo el golfista de Barrika se une a un circuito con audiencias bajas y que no ha terminado de calar de forma mayoritaria entre los aficionados al golf porque su formato se aleja del espíritu de este deporte que premia los méritos y hace competir a los mejores cada semana. Jugar a tres vueltas y sin cortes es lo que hace que sus torneos no puntúen para el ranking mundial y quizás uno de los retos de Rahm es convencer a sus promotores para adoptar el sistema tradicional y convertirse en un circuito más dentro del organigrama del golf.

Ahora mismo, Jon Rahm tiene asegurada su presencia durante los próximos cinco años en los cuatro majors, que ya se convierten en su principal reto con el objetivo de mantenerse en las posiciones altas del ranking mundial. A partir de ahí, tratará de encontrar huecos en su calendario para competir en torneos del DP World Tour, como pretende a toda costa con el Open de España, previo pago de las correspondientes multas. Algunos de los golfistas del LIV compiten también en el Asian Tour, con el que está asociado, para tratar de sumar puntos y mantenerse en el Top 50 mundial que da acceso a las grandes citas. Esa posibilidad parece descartada en el caso de Rahm, al menos a corto plazo ya que su presencia en los Juegos de París está muy bien encarrilada.

Capote de Mcilroy

Otra cosa es la Ryder Cup, “y el riesgo de no jugarla pesó a la hora de tomar esta decisión”, reconoció. Sin embargo, todo el mundo confía en que de aquí a 2025 se produzca ese ansiado acuerdo y todos los golfistas puedan estar de nuevo en condiciones de ser elegidos. En este sentido, Rory McIlroy, beligerante todo este tiempo hacia el LIV Golf y los ex compañeros que se sumaron a él, lanzó ayer un capote a Rahm. “Jon estará en Bethpage en 2025. El tour europeo tendrá que reescribir las reglas de elegibilidad para la Ryder Cup. No hay duda: desde luego yo quiero que Jon esté en el próximo equipo”, aseguró el norirlandés, comprensivo ahora con la decisión del vizcaino porque “no tengo más que cosas buenas que decir sobre Jon como jugador y como persona. Lo que me decepciona es que no podré medirme a él más a menudo en el futuro”.