Triumph 400 Speed y Scrambler X: volver a empezar
El tiempo pasa, pero los buenos planteamientos, adaptados adecuadamente a las nuevas exigencias, siguen tan vigentes como siempre. En Triumph lo tienen claro: sus nuevas 400 Speed y Scrambler X son como volver a empezar.
Cuando Triumph lanzó al mercado su nueva gama de motocicletas monocilíndricas (Speed 400 y Scrambler 400 X), pude ver la entrevista que concedió a un periodista español desplazado al Reino Unido uno de los principales responsables de este proyecto dentro de la firma británica. Y fue como regresar a los años setenta del pasado siglo. Triumph recuperaba el espíritu de aquellas motos manejables, ágiles, ligeras (170 y 179 kilogramos en orden de marcha), divertidas, con potencia y prestaciones a escala humana, que no te desbordan nunca, con las que ir de un lado a otro, utilizándolas como medio de locomoción a diario o por el mero y simple placer de desplazarte en moto.
Todo como hace 50 años, pero con la tecnología, calidad, seguridad, elegancia y saber hacer de hoy en día en una marca líder, y con el diseño elegante y clásico que Triumph maneja como nadie. La llegada de estas dos motos suponía un retorno a la esencia del motociclismo de acceso, era como volver a empezar, para los más veteranos, y también una excelente vía de entrada para quienes querían introducirse en el mundo de las dos ruedas con cierto estilo y distinción, pensando en adquirir una buena moto y no sólo en comprar un producto barato.
Triumph permite acceder a su brillante gama de motocicletas con dos monocilíndricas de 400 cc y toda la elegancia y distinción de su estilo clásico
Tenía ganas de ponerme a los mandos de estas dos motos y, aprovechando que el concesionario de Triumph en Pamplona disponía de unidades de prueba de ambas, he podido conocer en primera persona todo lo mucho y bueno que ambos modelos atesoran. Para comenzar, el precio es verdaderamente competitivo para tratarse de una Triumph, una marca de calidad contrastada, pero también con cierta vitola de elitista. Por 5.395 euros la Speed y 6.095 euros la Scrambler X, más unos 400 euros de gastos de matriculación, es posible acceder a dos modelos que aportan un diseño elegante y clásico, pero con tecnología y planteamientos modernos.
Para un conductor veterano, como es mi caso, además del deleite estético, lo más valioso de ambos modelos es su facilidad de conducción, la tremenda agilidad, manejabilidad y ligereza que aportan, además de unas prestaciones suficientes para rodar por ciudad y carretera. Con sus 40 CV, 38 Nm de par máximo, unos 150 km/h reales (160 km/h de marcador) de punta y una velocidad de crucero en autopista en la que se sienten cómodas a unos 110 km/h, son dos ejemplares perfectos para iniciarse en las dos ruedas o para disfrutar con calma si se viene de cilindradas y rendimientos superiores. Sus contenidos consumos (ligeramente por encima de los 4 litros a los 100 km/h) y su acertado mantenimiento (revisiones para 16.000 km o una vez al año) también suman, con las dos únicas pegas de que carecen de caballete central para cuando vayamos a engrasar la cadena y de que el indicador de cuentarrevoluciones resulta difícil de leer. En todo lo demás pocas críticas negativas cabe añadir.
La Speed 400, más asfáltica y ciudadana, y la Scrambler 400 X, más aventurera y de estética rompedora, convencen tanto en parado como en movimiento
Por el contrario, la comodidad –mayor en la Scrambler si uno es de buena talla, debido a la superior altura de asiento gracias a una llanta delantera de 19 pulgadas en lugar de 17 y a unas suspensiones de más recorrido- siempre brilla a buen nivel, también para el acompañante. Tremendamente ágiles en ciudad y suficientemente estables en carretera, ambas 400 cumplen con nota en su comportamiento dinámico. El confort de las suspensiones y su adecuada respuesta, junto a unos frenos eficaces, se alían con una finura de funcionamiento del motor excelente, tanto que sorprende para ser un monocilíndrico, también por su elasticidad y buen hacer a bajo régimen, con el cambio y embrague a similar buen nivel y las vibraciones en unos márgenes adecuados. El razonable sonido de motor de la Speed, más poderoso con el escape de doble salida de la Scrambler, también agrada, y dibujaría un panorama irreprochable añadiendo una pequeña pantalla con la que evitar el excesivo viento que siempre acompaña a la conducción de toda moto desnuda (naked).
Aunque su planteamiento no sea el de hacer grandes viajes, sus 13 litros de depósito garantizan una autonomía de unos 300 km, algunos de los cuales con la Scrambler es posible recorrer fuera del negro asfalto. No es una enduro ni siquiera una trail, pero permite aventurarse por pistas fáciles gracias a su ligereza y estrechez: los perros me seguían por los caminos que atravesé, pero no lograron alcanzarme. Al final, acabé divirtiéndome como el adolescente que era en los años setenta, pero con una moto moderna y con cuarenta años más en el cuerpo. Fue como volver a empezar.
Temas
Más en Motor
-
¿Te pueden multar por circular con el parabrisas roto? Esto es lo que dicen los agentes
-
Estas son las letras que están prohibidas en las matrículas (y no solo son vocales)
-
¿Por qué la velocidad que marca el coche y la del GPS no coinciden? La DGT tiene la respuesta
-
Estas son las claves de una empleada de gasolinera para gastar menos dinero en combustible