París - Nacida en los suburbios de París y criada en una familia de acogida, Hasna Aitboulahcen pasó en pocos años de ser una adolescente sin rumbo envuelta en trapicheos con malas compañías a convertirse en una yihadista que murió en el asalto policial a un piso refugio de terroristas en Saint Denis. Nacida el 12 de agosto de 1989 en Clichy-la-Garenne, a las afueras de París. Su biografía guarda semejanzas con las de bastantes yihadistas con pasaporte francés: nacidos en familias desestructuradas de los suburbios y con adolescencias difíciles, que flirtean con la delincuencia común hasta que les “ilumina” el fanatismo religioso y se convierten en jóvenes al servicio de organizaciones como el Estado Islámico o Al Qaeda.
Siendo muy pequeña, su familia se mudó a Aulnay-sous-Bois, otro municipio del noreste de París, donde se instalaron en una cité, como se conocen en Francia a los barrios difíciles donde el paro y el tráfico de droga son parte del paisaje cotidiano. Tras el divorcio de sus padres, su madre se quedó en Aulnay, mientras que su padre, musulmán practicante (ahora de 74 años y afincado en Marruecos), se trasladó al noreste de Francia para trabajar en una planta de Peugeot Citroën en Creutzwald.
Tras una infancia de maltratos, Hasna fue separada de su familia biológica a los 8 años y vivió en una familia de acogida hasta que a los 15 años se fugó. Al comienzo de la adolescencia, Aitboulahcen ya se mostraba como una chiquilla difícil que con 12 años aplaudía al ver las imágenes de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas de Nueva York.
sin rumbo Su entorno de entonces la recuerda como una chica desobediente y alocada, sin modelos educativos en los que fijarse y que pasaba gran parte del tiempo en la calle, fumando porros con otros adolescentes, sin un rumbo claro. Desde que se escapó de casa definitivamente a los 15 años se la veía a menudo ebria de vodka, incluso durante el Ramadán, en una época en la que aún no había mostrado un mínimo interés por la religión.
En 2013, aún alejada del islamismo radical, figuró como gerente durante siete meses de una empresa inmobiliaria, ahora en quiebra. Su metamorfosis hacia el fanatismo fue paulatina, hasta que hace cerca de un año empezó a llevar chilaba y después velo islámico integral. “Pronto iré a Siria, si Alá quiere”, escribía en las redes sociales y decía a sus conocidos, que no la tomaban en serio. Por esas fechas ya se presentaba como “la prima de Abaaoud” -cerebro de los atentados de París-. Su radicalización y, en paralelo, su implicación en el tráfico de drogas, llevaron a los servicios de inteligencia a pinchar su teléfono y localizarla en Saint Denis, su tumba. - Efe