El ex primer ministro chino Li Keqiang, fallecido este viernes en Shanghái (este) a los 68 años, lideró el Ejecutivo chino entre 2013 y 2023, un período en el que se mantuvo a la sombra del poder acumulado por el presidente del país, Xi Jinping.

Li, que según la prensa oficial murió de un infarto mientras se encontraba descansando en Shanghái, fue visto por numerosos expertos antes de 2013 como posible nuevo líder chino, responsabilidad que finalmente cayó sobre el otro postulante, Xi.

Una carrera meteórica

El ex primer ministro, graduado de la prestigiosa Universidad de Pekín en 1983, entró un año después a formar parte del Comité Central de la Liga de las Juventudes Comunistas, considerada la facción más liberal y pragmática de la dirigencia china y de la cual llegaría a ser secretario general en 1993.

Compañeros universitarios de Li lo describieron en distintos testimonios como alguien "de mente abierta", "pragmático", "tolerante" y "ambicioso".

A los 43 años, se convirtió en el gobernador más joven de China, al frente de la provincia central de Henan, con más de 85 millones de habitantes en aquella época, pese a no tener experiencia previa de gobierno en una ciudad o un condado, marcando una ruptura con el habitual ascenso gradual de los mandatarios chinos.

Tras su paso por Henan, Li fue designado en 2004 gobernador de la provincia nororiental de Liaoning, donde tuvo que gestionar un año después el desastre minero de Sunjiawan, en el que perecieron al menos 214 trabajadores, uno de los accidentes más graves del sector registrados en China.

Sin embargo, la mancha del desastre minero en su currículum no afectó a su nombramiento en 2007 como miembro del Comité Permanente del Politburó del PCCh, un órgano de siete miembros que constituye la cúpula del liderazgo de la formación y la antesala al puesto de mayor responsabilidad, el de secretario general.

Superado por Xi

Su inusual ascenso fue interpretado por varios analistas como síntoma de su designación por parte del liderazgo chino como futuro secretario general.

Sin embargo, el opaco proceso de selección de la cúpula china llegó a su fin en noviembre de 2012, cuando se presentó el nuevo Comité Permanente de siete miembros: Xi subió al estrado por delante de Li, lo que simbolizaba el nombramiento del primero como secretario general y de Li como primer ministro para los próximos diez años y marcaba el comienzo de una dinámica que se mantendría constante durante todo el período.

Desde su cargo de jefe del Consejo de Estado (Ejecutivo chino), se esperaba que Li, representante del ala liberal del PCCh, diera un empujón a la apertura y reforma económica de China, pero su labor y capacidad de maniobra se vieron progresivamente limitadas y cada vez más opacadas por el creciente poder de Xi.

Un liderazgo de un solo hombre

Al contrario que carismáticos predecesores en décadas pasadas como Zhou Enlai, gestor del Gobierno durante el tumultuoso mandato del líder Mao Zedong, o Zhu Rongji, artífice de las reformas económicas de la década de los 90, Li no adquirió una gran notoriedad durante su desempeño como primer ministro.

Entre 2003 y 2013, los medios estatales chinos usaban frecuentemente "Hu-Wen" para referirse al liderazgo representado por el entonces secretario general del PCCh, Hu Jintao, y el predecesor de Li como primer ministro, Wen Jiabao, una fórmula que, en el caso de los apellidos Xi y Li, desapareció gradualmente entre 2013 y 2023 de la prensa oficial, que se centró sobre todo en la actividad de Xi.

Según la distribución del poder en China, es el primer ministro quien está a cargo de la economía, pero Li vio cómo Xi limitó el poder del Ejecutivo, transfiriéndolo a los llamados "pequeños grupos", promovidos y liderados por Xi desde 2013 como órganos de coordinación y que afianzan el control del PCCh sobre la política y la economía.

Su constante condena a la segunda línea culminó en 2023, cuando, en el XX Congreso, Li se retiró como primer ministro tras cumplir con la tradición de dos mandatos de cinco años, mientras que Xi fue reelegido para un tercer mandato como secretario general inédito entre sus predecesores más cercanos y se rodeó de fieles para controlar el régimen sin facciones que pudieran hacerle sombra.

Una década convulsa y un estilo diferente

La década del mandato de Li fue agitada debido a la guerra comercial con Estados Unidos, la creciente deuda del país asiático y la pandemia de la covid-19, que mantuvo al país cerrado durante casi tres años con un enorme impacto económico.

Además, Li hubo de gestionar la desaceleración de la economía, que pasó de crecer a un ritmo vertiginoso durante el mandato de su predecesor Wen -un crecimiento anual promedio del 10,5 % entre 2003 y 2012- a hacerlo entre 2013 y 2022 a una velocidad más moderada -6,24 %-.

Frente al estilo de liderazgo más distante de Xi, Li se mostró más espontáneo en sus apariciones públicas, en las que frecuentemente charlaba relajado con la población local, una actitud ejemplificada por su visita a la ciudad central de Wuhan en enero de 2020, en pleno brote de coronavirus, un viaje que Xi no realizaría hasta pasadas varias semanas.

Hoy, circulan por las redes sociales chinas vídeos que muestran a Li en su última rueda de prensa, realizada el pasado marzo en un momento de incertidumbre acerca del rumbo que tomaría el país asiático bajo el nuevo liderazgo designado por Xi, asegurando que "al igual que el curso de los ríos Yangtzé y Amarillo no se puede cambiar", China "no se desviaría de su política de reforma y apertura".