Una semana con los quintos
Los quintos de 1991 de Sartaguda alteraron la tranquilidad de la localidad a lo largo de la semana pasada. De martes a domingo se hicieron omnipresentes en las calles dejando claro que llegan "pisando fuerte".
CUANDO los jóvenes tenían que cumplir el Servicio Militar, las fiestas que organizaban en sus pueblos como despedida eran memorables. Ahora, las celebraciones de los quintos han podido perder su sentido práctico, pero no la intensidad con la que lo viven los chicos y chicas que cumplen la mayoría de edad. Por lo menos en Sartaguda. En esta localidad ribera, la tradición se mantiene con fuerza y es esperada no sólo por los quintos, sino por la mayoría de los vecinos que les acompañan en sus parrandas o miran con anhelo aquella experiencia pasada.
A lo largo de la semana pasada, los quintos de 1991 cumplieron con creces las expectativas puestas en ellos para animar el ambiente en Sartaguda. Los once jóvenes que el año pasado cumplieron los 18 años agotaron las pilas de martes a domingo viviendo "la semana más especial" de sus vidas. Como marca la costumbre, no sólo la quinta disfrutó de la fiesta, ya que sus casas estuvieron abiertas a todos los vecinos que quisieran pasar a merendar.
Uniformados con sus sudaderas y bajo el lema Pisando fuerte salieron este año Itziar Cordón Urbiola, Estefanía Cordón Moreno, Leticia Martínez Garnica, David Álvarez Martínez, María Victoria Hernández Amatria, Maite Resano Sesma, Iñaki Zabaleta Yániz, Diego Iturriaga Urbiola, Miguel Martínez Cordón, Javier Martínez Oyón e Ignacio Martínez Martínez. El martes iniciaron su particular fiesta con una cena, y el resto de la semana recorrieron las calles de Sartaguda acompañados por la charanga Los Cachorros, de Pradejón (La Rioja), para pedir dinero por las casas. "Todo el mundo echa dinero a los botijos, de alguna manera tenemos que pagar el desembolso de todas las comidas y cenas", bromeaban los quintos. El viernes celebraron el momento de más expectación. Los quintillos, de 1992, se tuvieron que exponer a sus bromas y pruebas en el local de Las Vegas, atestado de sartagudeses con ganas de reír. Pasado el mal trago, los quintillos pudieron sumarse a la fiesta. Además, el sábado se repitieron numerosas cenas de las quintas de Sartaguda.
Las madres y padres de los farreros reconocieron que incluso se lo pasaron mejor que sus hijos, aunque les tocó "pringar": "Nos han regalado delantales para que freguemos, ¡fíjate que gracia!", explicaban. Sin embargo, todavía no sabían que sus hijos les habían preparado una sorpresa como reconocimiento por su ayuda: rosas para ellas y puros para ellos.