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Las uvas de la ira, por ejemplo

Las uvas de la ira, por ejemploD.N.

La obra: Las uvas de la ira (1939). Autor: John Steinbeck (1902-1968), premio Pulitzer en 1940, premio Nobel de Literatura en 1962. La película: Las uvas de la ira (1940). Director: John Ford. Argumento: Basada en la novela del mismo título, historia de una familia de granjeros de Oklahoma que tras el crack del 29 son expulsados de su tierra y tienen que emigrar. Escena: El agente (Adrian Morris) llega a la casa para decirles que está embargada, deben marcharse. El padre Muley (John Quelen) y el hijo mayor (Hollis Jewell) protestan y discuten.

Diálogo. El agente: "Yo no puedo hacer nada, sólo cumplo órdenes; me mandaron a deciros que estáis deshauciados". Muley: "¿Quiere decir que me echan de mi tierra?". Agente: "No hay por qué enfadarse conmigo, yo no tengo la culpa". Hijo de Muley: "¿Pues quién la tiene?". Agente: "Ya sabes que el dueño de la tierra es la compañía Shawneeland". Muley: "¿Y quién es la compañía Shawneeland?". Agente: "No es nadie, es una compañía". Hijo: "Pero tienen un presidente, tendrán alguien que sepa para qué sirve un rifle, ¿verdad?". Agente: "Pero hijo, ellos no tienen la culpa, el banco les dice lo que tienen que hacer". Hijo: "Muy bien, ¿dónde está el banco?". Agente: En Tulsa, pero no vas a resolver nada; allí sólo está el apoderado y el pobre solo trata de cumplir las órdenes de Nueva York". Muley: "¿Entonces a quién matamos?". Agente: La verdad, no lo sé, si lo supiera te lo diría: yo no sé quién es el culpable". (Y se va).

La conce Muley, no es justificable ni aconsejable pero la desesperación y la angustia son comprensibles y vuelven a la actualidad. Entonces casi fue igual (¿peor?) que ahora, crisis, desempleo, huelgas, el eufemismo ese que dicen "reformas estructurales" (léase, recortes sociales) y depresión, mucha depresión psicológica y humanitaria, individual y colectiva.

Y confusión. Ganancia de pescadores a río revuelto. En Baztan y en el País del Bidasoa estamos como nunca (o como siempre) o peor que nunca. El personal se queja, protesta (hay motivos) y grita, grita mucho, le inducen a que grite (es bueno pa"l convento) pero no tanto que se informe, que valore, que ponga (intente) criterio y que aprenda a distinguir que no son lo mismo "las órdenes de Nueva York" que el emprendedor, vecino de aquí mismo, que un día se lo jugó todo y que ha perdido todo, que emplea a dos, tres, cuatro trabajadores que, cuando cobran la nómina, no le preguntan cuánto le ha quedado y si podrá pagar la luz y llevar algunos euros a casa. Prima el insulto, el descaro del comunista prefabricáu de lo mío mío y lo de los demás, a repartir. Y no es fácil que el gentío lea Las uvas de la ira ni vea la película. Que para colmo es en blanco y negro.