el pequeño pueblo de Leache, en la Val de Aibar, con 47 vecinos censados y 37 de hecho, dio ayer una sencilla lección de convicciones y determinación al Gobierno, en la inauguración del consultorio médico construido en auzolan por los propios vecinos de la localidad.
Su remodelación era una vieja demanda que no se vio satisfecha en la convocatoria de ayudas del Gobierno para 2010. Esta negativa provocó que el Ayuntamiento propusiera a los vecinos acometer las obras en auzolan con cargo a las arcas públicas, propuesta que fue aceptada con ilusión y ganas.
"Todo el mérito es de los vecinos. Sin su ayuda seguiríamos en el viejo edificio que no reunía condiciones", aseguraba el alcalde, Jesús Ayesa Aristu.
En enero del pasado año el Ayuntamiento compró la casa de Ruiz, casa natal del militar liberal Domingo Moriones, con más de 400 metros cuadrados de planta, patio interior y tres alturas, para destinarla también al centro juvenil, y con el fin de que albergue en el futuro el resto de las dependencias municipales. La planta baja la ocupa el consultorio, atendido por un médico y una enfermera que se turnan los miércoles, sólo para los habitantes de Leache. Ayer fue inaugurado con la presencia de los auténticos protagonistas, los vecinos y el alcalde, que invitó a la consejera de Salud, María Kutz, al sencillo acto oficial para que pudiera comprobar in situ el logro vecinal. Gratamente sorprendida, dijo, por el hecho sin precedentes en ninguna otra localidad, la consejera destacó su perseverancia para lograr el consultorio que querían y les aseguró que sus esfuerzos se verían recompensados.
El alcalde afirmó su intención de presentarse a la convocatoria de ayudas abierta para este año para tratar de recuperar la inversión, cifrada en 22.000 euros, frente a los 48.000 presupuestados inicialmente. "Para nosotros es mucho dinero. Había que hacerlo como fuera porque el edificio anterior no reunía condiciones. Además era preciso salvar las escaleras para entrar en la consulta. El 80% de los vecinos tienen más de 65 años, y yo siento una enorme satisfacción al verles entrar ahora en el nuevo consultorio. Ha merecido la pena".
Esta satisfacción era compartida ayer por los vecinos, que hablaban del antes y del después. Se pusieron manos a la obra en el mes de julio, siendo los fines de semana los días que más gente reunían, recordaba Benito Sola. "Doce o trece personas nos juntábamos sin problema. Lo que no hacía uno, lo hacía otro, y todo con un ambiente muy bueno". Para reponer fuerzas, estaban los almuerzos autogestionados en la sociedad. "Chulas y txistorra, y todos felices", expresaba.
No es la primera vez que los vecinos de Leache se remangan codo a codo para lavar la cara a su pueblo. El año pasado rehabilitaron el lavadero, digno de ver. Y tampoco será la última. Ya se han puesto tarea para cuando acaben la cosecha del próximo verano: renovar la parte de la fachada que falta del edificio. Será a finales de julio, cuando el pueblo triplica su población.