Barrio viejo, gente joven
el casco viejo viene rejuveneciendo su población en los últimos 15 años; los jóvenes explican por qué lo eligen
Basta darse una vuelta por el barrio para observar que el Casco Antiguo tendrá muchas cosas de viejo, pero no desde su luego su población. Además de quienes alternan por sus calles, quienes entran y salen de sus portales representan una población particularmente joven, que contrasta con el paulatino envejecimiento de otras zonas de la ciudad. El porcentaje de vecinos de entre 20 y 40 años (casi el 3l 32% de los empadronados en el barrio) es cuatro puntos superior al de la capital navarra (el 28%), mientras que el de mayores de 65 años es casi tres puntos menor. Y esta tendencia parece estar apoyada en un buen puñado de razones. Sus vecinos dicen que lo eligen por ser céntrico, estar lleno de vida y ser económico. Las pegas, más que asumibles para la mayoría, son la falta de ascensores o el ruido los fines de semana.
Junto a la plaza del Ayuntamiento, el pamplonés Amor Tobar resume en una frase cómo ve él esta tendencia: "¡Esto parece Hawai! Ahora está lleno de gente joven". Lo dice como vecino de la calle Ansoleaga del Caso Viejo desde hace más de 30 años y por tanto como conocedor también de la tendencia contraria. Y es que hasta 1996 se produjo en el Casco Viejo un constante envejecimiento de la población que desembocó en un 24,6% de personas mayores de 65 años aquel año. Desde entonces, por contra, este porcentaje ha ido descendiendo hasta el 16,98% actual (en la capital Navarra este porcentaje es del 19, 66%).
algunos hitos Aunque las razones son variadas, el sociólogo y profesor de la UPNA Andoni Iso señala algunos hitos que han ayudado a dar la vuelta a la tortilla y remozar el barrio. "El papel de las Escuelas de San Francisco, que se han mantenido en su ubicación actual y el que desde 1996 cuenten con el modelo D, el plan de ayudas municipales a la rehabilitación unidas al Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Viejo o la existencia de un tejido asociativo y comercial activo y diverso que busca la mejora constante del barrio han ayudado a consolidar esta tendencia", señala Andoni.
En el periodo 1981-1996, el barrio no solo disparó su media de edad sino que perdió hasta un 32% de su población. Hace 15 años, sin embargo, su población se relanzó con un crecimiento superior al 10% hasta la fecha. En este periodo el barrio se ha poblado en gran medida de jóvenes que sobre todo buscaban un lugar céntrico, vivo y económico. Jóvenes como la olaztiarra Jone Aierdi, de 30 años y residente en la calle Estafeta junto a una amiga. "Vivir aquí es muy cómodo porque tienes todo a mano, apenas tienes que usar el transporte público. Además es un barrio con mucha vida y siempre encuentras ambiente, música o algún espectáculo. También me gusta que sea un lugar en el que hay mucha vida de barrio entre los vecinos y los comerciantes", explica.
Mirando al bolsillo, su vecino Julen, de la calle paralela de Calderería, añade una razón más: el precio de los pisos. "Al ser viejos, los pisos son muy económicos, perfectos para los jóvenes", explica este chico, que junto a dos amigos paga 450 euros al mes por el alquiler. Sin haber escuchado a estos vecinos, Andoni Iso da en el clavo a la hora de hablar de las razones, y sospecha un argumento de peso más. "Las condiciones de alquileres algo más baratos que en otras zonas de la ciudad, el ambiente diurno de comercio, bares y una intensa actividad social (asociaciones, actividades lúdicas y culturales...) son razones de peso para muchos jóvenes que se emancipan. Además, hay que tener en cuenta que existe una clara identificación de la ciudad con su núcleo originario, con la 'Pamplona auténtica', 'la Vieja Iruñea' o 'la ciudad de toda la vida', eso también lo hace atractivo para los jóvenes". Mariví Ortega, vecina de 29 años de la calle Tejería, lo resume en una frase: "Vivir en el Casco Viejo tiene mucho encanto".
también con hijos Al margen del considerable número de jóvenes del barrio entre 20 y 40 años, en los últimos años llama la atención el crecimiento del número de vecinos de entre 40 y 65 años. En solo cinco años este sector ha pasado de ser el 27,34% de los vecinos del barrio al 31,83%. De ahí se puede extraer que aquellos jóvenes que al emanciparse llegaban al Casco Viejo se están quedando también a medida que pasan los años, y con ellos se quedan también sus hijos (el número de menores de 20 años ha aumentado ligeramente en los últimos cinco años, del 13,62% al 14,83%).
Una dinámica que el sociólogo Andoni Iso remarca y que considera fundamental para que un barrio rejuvenezca "o más bien no envejezca tanto como otras zonas". "Este fenómeno se produce cuando la población joven que ha ido llegando comienza a tener descendencia y decide quedarse a vivir y criarles en el Casco Viejo. Las expectativas de una persona de entre 20 y 25 años suelen ser diferentes de las de una de entre 35 y 40. Y aquí es donde cambian los discursos y se hacen más presentes los elementos que generan calidad de vida: equipamientos y servicios a la población, así como una referencia a la idea de 'comunidad' de personas que se conocen, que 'viven como un pueblo'", explica.
Las clave es por tanto que quienes eligen el barrio en su juventud decidan quedarse cuando pasan los años, llegan los hijos y las necesidades cambian. Una empresa complicada a buena cuenta de que en los barrios nuevos los equipamientos son mejores y que, aunque los vecinos alaban las ventajas del barrio, en su mayoría se quejan de la falta de ascensores, de equipamientos o del ruido. Gorka, de 27 años y vecino de Navarrería, no lo tiene muy claro. "A los jóvenes nos llaman los lugares en los que hay vidilla, pero, personalmente, dentro de 15 años no me veo en el barrio a no ser que encuentre un sitio más tranquilo". Únicamente el tiempo dirá si esta dinámica que menciona Iso se termina de consolidar. De momento, parece que, al contrario que en otras muchas ciudades, los jóvenes pamploneses han apostado por el barrio, que no es poco.
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