sarriguren. Cuando Freddy Ayala tenía 13 años, los castigos que le imponía su madre, modista, consistían en ir con su padre al taller. Allí su progenitor, que era sastre, le "ponía a descoser prendas", recuerda. Veintitrés años después y lejos de su Bogotá natal, este emprendedor ha puesto en marcha en Sarriguren la tienda Arreglos de ropa, en el número 20 de la calle Bardenas Reales. Un espacio donde este especialista en vaqueros ofrece al cliente cualquier tipo de ajuste y confección a medida. Al iniciar este proyecto, Ayala reconoce a quienes le han ayudado. "Estoy muy agradecido a Piedad -para quien trabaja bastante- por su voto de confianza y porque me dio la mano cuando lo necesitaba".

¿Cómo surge la idea de crear este negocio en una población joven como Sarriguren?

Primordialmente surgió porque lo llevaba pensando desde hace ocho o nueve años. Estaba con la actividad pero en mi casa, a la vez que trabajaba en una empresa, y las dos cosas me estaban volviendo loco. Siempre quise probar suerte y surgió aquí en Sarriguren porque casualmente vivo aquí. Simplemente vi el sitio y me gustó. Además, mi mujer fue la que no me quiso dejar salir de Sarriguren. También se da la casualidad de que la mayoría es gente joven y el tema de coser lo tienen totalmente nulo.

¿Qué tal está funcionando?

Bien, tiene buena pinta, aunque ya sabes que los comienzos son duros. Creo que saldremos adelante.

¿Se viste bien en la Ecociudad?

En comparación con otros barrios se viste bien, noto más pijerío, aunque hay de todo. Por lo menos se ve muy poco chándal.

¿Y eso es bueno?

Fue algo que me entristeció cuando llegué. Acostumbrado a vestir a jóvenes con una ropa como la que llevaba entonces Ricky Martin (año 2000), al llegar y ver a cuadrillas todas en chándal pensé aquí me voy a morir de hambre. Además, una amiga me llevó a las rebajas, que en mi tierra no existen porque no hay cambios de temporada, y pensé qué voy a hacer aquí. Eso me frenó la idea de hacer nueva confección, que era lo que hacía en mi país, y me decanté por los arreglos.

¿Con la crisis la gente se arregla más la ropa en lugar de comprarse?

Haya o no crisis la ropa te la tienes que arreglar siempre, porque aunque sea nueva tienes que ajustarla y es a lo que me he dedicado aquí en España: a ajustar ropa nueva. No obstante, ahora también escucho a la gente que dice yo esto no lo puedo tirar, hay que aprovecharlo. Sí que se aprietan un poco en ese sentido.

¿Cuáles son los trabajos más habituales que le demandan?

Los bajos de pantalón, cremalleras estropeadas y muchos otros trabajos inimaginables.

¿Los ecociudadanos saben coser?

La sensación es que no. Es gente joven y, aunque digan que les gusta, no se ponen manos a la obra.

No es muy habitual que un hombre esté al frente de un establecimiento de estas características.

Por lo menos aquí no; en mi tierra sí es más habitual, se ve mucho sastre y no es tan sorprendente ver a un chico cosiendo. Cuando vine aquí sí que me encontré que la mayoría eran mujeres. Muchas veces cuando vienen señoras me dicen ¡un chico cosiendo! Las mujeres mayores son quienes más se sorprenden. Los jóvenes lo ven como algo casi normal.

¿Ha encontrado facilidades para emprender en esta época de crisis?

Pienso que lo más duro es la decisión. No ha habido mucha complicación porque es un negocio que no lleva mucha inversión, es más artesanal. Va todo en las manos y en la cabeza. Es un poco cómo trabajo, la calidad que tenga; de ahí pienso que vendrá el éxito. A mucha gente le gusta bastante el tipo de trabajo que realizo y estos días he estado pensando el eslogan: Nuestras puntadas son la diferencia.

Cuando vino compaginaba las labores de costura que realizaba en casa con un trabajo en una empresa.

Cuando llegué tuve la suerte de seguir con lo mío, pero por cuestión de papeles me exigían contrato de trabajo y no lo tenía. Fue cuando decidí meterme a una empresa y había tales ventajas en su día que decidí quedarme, pero media jornada. Salía de allí, venía a casa, comía, descansaba un poco y seguía: muchísimas horas. En enero retomamos la idea de abrir la tienda, me cogí una excedencia y en junio dimos el salto.

Si pudiera, ¿qué deseo pediría?

Es un deseo que no he podido lograr y que no tiene nada que ver con este negocio. Todas las cosas que he querido se me han concedido: piso, coche, local... Me queda poder traer a mis padres.

¿Este trabajo se lo facilitará?

Pienso que no tiene nada que ver. Sería bueno porque tendría una ayuda por parte de ellos y me vendría muy bien.