cintruénigo. Javier Tobajas Ochoa, camionero de Cintruénigo de 53 años, ha sido el agraciado con la que está considerada la mayor cesta navideña del mundo, la que sortea el restaurante Mariano y Manolo, situado en Calamocha, Teruel, y que contiene regalos por valor de 230.000 euros. El afortunado, casado y padre de dos hijos, recorrió ayer los 279 kilómetros que lo separan de la localidad turolense para recibir, entre otras cosas, un todoterreno Nissan Qashquai, un mini coupé biplaza, una moto BMW de 1000 cc, un lingote de oro valorado en 36.000 euros, lotería con todas las terminaciones, un viaje a Nueva York y 54 jamones, entre otras muchas cosas. Como él mismo explicó: "Solo nos llevaremos parte de los regalos, por ejemplo los vehículos nos los enviarán a casa dentro de ocho o diez días".

Javier Tobajas trabaja como camionero autónomo desde hace tres décadas y realiza la ruta que va a Valencia junto a Fernando Gómez y su propio hermano Alfonso. Todos ellos acostumbran a parar a comer el menú del día en el restaurante Mariano y Manolo de Calamocha, donde suele adquirir diez boletos para el sorteo de la descomunal cesta. Sin embargo, este año, al encontrarse de baja, fue Gómez el que se encargó de adquirir los boletos y repartirlos. También este camionero fue el primero en llamar a Tobajas desde Santander para darle la noticia y felicitarle.

Cosas de la suerte, el propio Fernando Gómez resultó agraciado con esta misma cesta hace dos años, aunque el valor de la misma era entonces inferior. En cuanto a Tobajas, declaró que todavía no sabe qué va a hacer con el variado y cuantioso contenido de la macrocesta.

"Repartiré cosas entre mis familiares, aunque no es fácil repartir 54 jamones y 24 quesos", comentó ayer. Por otra parte, reconoció que siendo autónomo y arrastrando una baja de tres meses, ganar el sorteo supondrá "un buen punto de apoyo económico".

La cesta de Calamocha se sortea en el restaurante Mariano y Manolo desde hace 35 años. Con el tiempo el valor de los regalos que contiene ha ido incrementándose hasta llegar a los 230.000 euros. Así, lo que empezó como una tradicional cesta de productos típicos se ha convertido en un monumental surtido que no cabe en el establecimiento. Para hacer aún más llamativa la propuesta, uno de los coches se exponía en el tejado del restaurante.