El carnaval, la verdad sea dicha, comienza cuando le da la gana, desde el día de Reyes si se tercia, que los jóvenes marchaban a la cosa forestal a Francia y no querían perderse el jolgorio, considerando que la Navidad (por no haber, no había ni El Corte Inglés) no era ni de lejos lo que es. ¡A mí me van a impedir calzarme las abarcas, el espaldero de oveja, sacar el hisopua (hisopo de crin de caballo que lleva en la mano el joaldun para "conjurar los espíritus") y meter ruido con las po-lunpak (cencerros), de eso nada!

Así ocurre en los pueblos pequeños, en los alejados de las grandes vías de comunicación más, donde cada uno es cada quien y todos se conocen y entramos en Donpedronea que es casa fuerte y nos recibirán en condiciones a poco que suene el kordion (acordeón) que a la etxekoandre le gusta tanto. Aquí, la cosa es subir al desván, agarrar cuatro trapos y el sombrero de paja de ir a las hierbas, y venga marcha.

También hay localidades que a Don Carnal le festejan cuando toca, desde el jueves gordo u Orakunde hasta el Miércoles de Ceniza, cuando hasta hace nada venían el párroco y la autoridá y decían: ¡alto! Y a rezar todo el gentío y ni se os ocurra silbar (que lo hemos vivido) hasta el Domingo de Resurrección. En estos otros pueblos, los mayores empezaban el domingo que decían "de piñata", cumpliendo con aquella otra tonadilla: "¡Jueves Gordo, viernes flaco, sábado regular y domingo... carnaval!", a la que se añadió lo de "¡lunes carnaval, martes carnaval, miércoles de ceniza y jueves... longaniza!".

Y otros pueblos, más grandes y abiertos "a mundo y civilización" (¿?) montan desfiles vistosos y ruidoso (el sábado, en Doneztebe) con baúles repletos de decibelios, salen remedos de la caja tonta (la tele) gracias a Dios sin el ¡Sálvame! ni similares excrementos, y el gentío (la juventud, más bien) desafía rayos, truenos y lluvia a punta'pala (como en Doneztebe, también) y si esto es guerra, vengan balas. Lo que me cuenta mi amigo es que ha fallado este año la imaginería, ni cheques ni corrupción, ni nada. Que ni caretas del Aznar y el Felipe González había, por no haber.