tudela. ¿Cómo comenzó a escribir?

Siempre había escrito. Desde pequeña, me inventaba cuentos y los escribía. Tenía mucha imaginación. A nivel profesional lo primero que comencé a escribir fueron relatos cortos porque, equivocadamente, pensé que era más fácil. En realidad es mucho más difícil que escribir una novela. Es muy complicado escribir una historia bien potente con su comienzo, su nudo y su final en una cuartilla.

¿Qué hubiese hecho si no hubiera tenido éxito?

Seguir escribiendo. Hasta ahora no había tenido éxito y llevo veinte años escribiendo y todavía no he parado. Escribir para mí no es una cuestión de llegar a ser algo, es una necesidad. Claro que, todos los escritores escriben para que les lean.

¿Quién le dio su primera oportunidad?

Mi primera oportunidad vino de una editorial que aceptó publicarme y decidió que mis libros se podían vender, que les gustarían a la gente, que eran publicables. Esto ocurrió en el año 2009, coincidiendo con la crisis, por lo que no tenían la suficiente cantidad de dinero necesaria para sacar una edición decente que pudiese tener una cierta repercusión. Necesitaban conseguir más para aumentar la tirada. Pero entonces yo me dirigí a Alfonso Rincón a través de la Fundación Navarra Cultural. Les presenté mi proyecto y aceptaron meterlo en el Tú eliges, Tú decides. Gracias a su generosidad y a la de muchos vecinos de Cintruénigo que votaron el proyecto se consiguió la cantidad de dinero necesaria para publicarlo.

¿Qué ha cambiado para que 'El guardián invisible' tenga tanto éxito en comparación con su primera novela, 'Los privilegios del Ángel?

Uno de los factores más importantes es cómo empezó su andadura profesional. En esta ocasión yo en vez de dirigirme a una editorial lo que hice fue buscar a un agente, a una representante de autores. Le envié mi novela y ella aceptó representarme. Los representantes de autores saben a quién buscar para publicarte el libro. Saben qué editorial publica lo que tu escribes, saben a quién dirigirse mientras los autores damos palos de ciego. Ese fue el primer paso. Aceptó representarme en junio de 2011 y en octubre le vendió la novela a seis editoriales diferentes.

¿Cómo comenzó la aventura de la trilogía del Baztan?

Al acabar la otra novela, Los privilegios del Ángel, esta ya la tenía en mente. Tenía bastantes apuntes. Sabía que quería una novela policiaca. También tenía claro que quería una protagonista femenina y a la vez tratar el tema del matriarcado de la zona del Pirineo, en el que las mujeres tienen un papel muy importante en la familia. Eran ellas las que tomaban las decisiones y en muchos casos sigue siendo así. En el momento en el que decidí ubicar la novela en Baztan, el entorno me dio todo lo que me faltaba. Tiene unas características naturales, arquitectónicas, históricas... que completaban el resto. De este modo también me di cuenta de que no me iba a caber todo en una novela.

¿Tuvo que buscar mucha información para escribir el libro?

Leí mucho sobre Baztan. Hablé con un policía foral para informarme sobre el procedimiento policial... Tenemos un conocimiento de la vida policial basado en las series americanas, y pese a que algunos avances son reales y los tienen, no es así lo que ocurre en realidad. Otra parte de la documentación la adquirí yendo al Baztan, caminando en ese entorno bajo la lluvia, sintiendo el paisaje, en la vida que hay allí, metiéndome en la piel del personaje.

¿Cómo es un día normal en la vida de Dolores Redondo?

Hay dos tipos de días. Los de Dolores Redondo, y los de la escritora Dolores Redondo, que son los actuales. Un día normal en la vida de Dolores Redondo es el de una madre de familia que escribe en cuanto puede y a quién su familia ayuda con las tareas diarias para que pueda seguir escribiendo. El de la escritora, desde que ha explorado todo esto, tiene de todo. Mi calendario está repleto de entrevistas y viajes. Hay noches en las que me despierto a las tres de la mañana debido a la sensación tan vertiginosa que tengo por todo lo que está pasando. No sabría cuál elegir. Me encanta escribir y quedarme en casa escribiendo. Pero ahora lo que intento es disfrutar el momento: esto es mi sueño y tengo que vivirlo. Me lo estoy pasando muy bien.