una obra de teatro, una película, son una gran fiesta en los pequeños pueblos de la Montaña. Si, además, los actores son locales y la obra se desarrolla en el cine del pueblo, el éxito está asegurado. Cierto es que no quedan muchos de aquellos cines para subirse a su escenario o donde proyectar en celuloide, y los que todavía abren sus puertas lo hacen a base del empeño de vecinos y vecinas con inquietudes culturales como los de Isaba, donde la Asociación Cultural de Amigos del Cine se encarga de la programación y mantenimiento del cine municipal, mientras que el Ayuntamiento lo sostiene.

La asociación, de carácter abierto, está formada por unas treinta personas. Surgió en el año 2004 con el fin de aprovechar el local y la máquina de proyección para poder seguir disfrutando del cine. Desde entonces, se ocupa de su funcionamiento, de echar las películas y de la taquilla. "Llevaba años cerrado, y nos daba pena porque había funcionado siempre", recuerda Ana Garcés, una de los miembros de la junta directiva. De ello dan fe octogenarios como Felipe Ipas que, junto a Mariano Tapia y Valentín Urzainqui, ambos cumplidos los setenta, formaron entre otros el equipo de voluntarios que se ocupó de su supervivencia.

El colectivo programa los ciclos de invierno y de verano, cada quince días en invierno y tres semanas en el mes de agosto. "No resulta demasiado fácil elegir títulos que gusten a todos los públicos. Aún así, tratamos de llegar a cuanta más gente mejor", expresa Garcés.

Las cintas llegan desde una distribuidora de Bilbao en autobús o por mensajería, y se proyectan al precio de 4,50 euros, tras la última subida del IVA después de mantenerse a 3 durante años. De esta forma, los amigos del cine cubren gastos para poder mantenerlo y seguir disfrutándolo sin ánimo de lucro.

La digitalización de las películas abre un interrogante en su futuro funcionamiento como sala de cine. "Se supone que será costoso adaptar el proyector, y no merecerá la pena. El Ayuntamiento decidirá llegado el momento, pero también sirve de lugar de ensayo y escenario al grupo de teatro local, Txintxilaire, muy unido a él", matiza Ana Garcés.

Día del cine El pasado día 4 la asociación organizó el Día del Cine, con dos pases del espectáculo ¡TransISABAnia!, dirigido por Iñaki de Miguel, con la colaboración de parte del grupo de teatro. Tere Marcilla, Juantxo Landa, Magali Barace y Aritz Madoz, junto al veterano Valentín Urzainqui, participaron en un montaje que une cine y teatro, en el que De Miguel lleva a escena la película El Jovencito Frankenstein, de Mel Brooks (1974), a la que le roba 15 minutos para dar a conocer por medio del teatro al doctor y su transformación en la criatura.

Su recaudación se destinará a seguir fomentando el cine local, "un lugar de encuentro artístico y social, con más de 60 años de historia, conservado como un ejemplo cultural único de subsistencia", apunta Iñaki de Miguel, quien de acuerdo con el Ayuntamiento, representará la obra educativa a lo largo de las 14 semanas de duración de la próxima campaña escolar de la nieve. " Isaba, con 500 habitantes, recibirá a miles de estudiantes, a los que, gracias al cine, se les ofrece una actividad complementaria al deporte", puntualiza. Ante los ojos de este público especial se abre un singular cine que, impulsado desde la parroquia, como tantos otros cines de pueblo, proyectó las primeras imágenes en blanco y negro del cine mudo de principios del siglo XX. Al sacerdote José María Labiano se le asocia con las películas en formato pequeño en los años 50. En los 70, el cura Jesús Arbeloa acometió su transformación con 160 localidades en total.

Hoy se mantiene gracias a la participación y al voluntariado y guarda recuerdos de muchos izabarras y roncaleses. Es en sí mismo un pequeño museo. Conserva las típicas butacas de madera tapizadas de rojo, de cines y teatros de su época, y una buena máquina de proyectar películas de celuloide; aquellos rollos que en sacos de tela llegaban desde la capital al cine del pueblo en "el coche de línea" para alimentar los sueños adultos y las fantasías infantiles en un tiempo en el que el cine lo era todo.