La casa, de una forma más o menos oficial, Casa de Misericordia de Baztan y hasta hace algunas décadas popularmente conocida por la Meca, se creó en 1850, un tiempo en el que el valle vivía uno de sus capítulos fundamentales con las obras de la carretera de Pamplona a Francia. Los trabajos iban a suponer en Elizondo la apertura de su tercera calle, la de Santiago, por un espacio que hasta entonces era de cultivo ("casa sin huerta, casa muerta", decía el maestro Juan Eraso) y en consecuencia la Meca iba a abrir su fachada hacia ella.

Debió abrirse casi en verano, y el hecho mereció lugar destacado en la prensa estatal de la época que da noticia de que "se ha concluido la obra" del inmueble. Advierte que "está sometido (cometido, en el original) a 12 apoderados, 3 eclesiásticos y 9 seglares" y divaga un poco-mucho en atribuir su existencia al "corazón paternal y benéfico del rey en bien de sus vasallos", cuando en lugar ninguno consta que hiciera ni diera una perra gorda o chica en ayuda de la casa.

De hecho, surgió a raíz de "una manda de dos mil pesos" que dejó Bartolomé de Iturralde con el fin de que se pusiera en el valle "un Maestro de Gramática" o se empleasen en otro destino para el bien público "si hubiere algún embarazo". Así debió ocurrir en cuanto a dificultad, y la Junta General de Baztan optó por adquirir el que fue hospicio de los Padres Capuchinos (¿?) y levantar una Casa de Misericordia.

Pasan las guerras de la Convención y de la Independencia, y el proyecto se retrasa, hasta que llega de Cádiz Francisco Joaquín de Iriarte y Meoqui, nacido en la casa Yoar de Gartzain, heredero de la fortuna familiar, que renuncia a la vida civil y se hace sacerdote. Aportó 1.858.000 reales de vellón, que sumados a los 665.000 que restaban de la época anterior, además de bonos del Estado y otros valores (entre otros, 33 acciones del Camino de Pamplona a Francia) y con ello se construyó un edificio "capaz y cómodo".

El benefactor Iriarte sobreviviría cinco años (murió en 1855) y todavía sus albaceas entregaron una cantidad superior a las 250.000 pesetas para su gran obra. Se la define como "sólida de cantería", "su fachada 132 pies de Navarra, inclusa la capilla, y 126 de fondo, con tres suelos, un patio de 68 pies de largo por 48 de ancho y una huerta que surte de hortaliza y legumbres la mayor parte del año a la casa", con inmediación a un río que catalogan de "bastante caudaloso".

La antigua meca

Una casa para todos

La institución, de largo una de las más queridas y respetadas de Baztan, ha prestado en sus 164 años de existencia un servicio humanitario y social como ningún otro, bien que en un sentido distinto al que en origen le atribuyeron "diferentes patricios con mano liberal", baztandarras que tramitaron su construcción y certificaron en papel su objeto y las constituciones para su régimen. Aquella Casa de Misericordia, en la que se trabajaban las lanas del país "de la mejor ley en su especie", ganado y huertas, y las donaciones (El Imparcial del 19 de julio de 1904 informa que doña María de Benjumea hace una donación de 200.000 pesetas) y generosidad de los americanos (quedan en la memoria más cercana los gestos de don Braulio Iriarte y el legendario Perico Arburua, un tipo particular) la hacen no sólo autosuficiente sino poseedora de terrenos y de inmuebles.

los tiempos cambian

Llegan los problemas

El pasado 17 de enero se festejaba a San Antón, con el patrón del hospital San Martín, y de San Francisco Javier a cuya advocación llegó a estar la casa. Los beneficios de la tradicional rifa suponían "la comida de medio año" y la vida de la institución transcurría bastante plácidamente, hasta que las donaciones y los ingresos empiezan a fallar, hay que vender terrenos e inmuebles (el último, hace 8 ó 10 años) y el paso del tiempo empieza a hacer mella y arruinar el edificio.

El Patronato y el Ayuntamiento de Baztan, aprovechando la circunstancia de que el alcalde, Julio Iturralde Agorreta, es diputado foral plantean la reforma y modernización del edificio (la humedad resbalaba por las paredes de la casa y la calefacción era inexistente) y se acometen las obras (unos 250 millones de pesetas) y el amueblamiento que costó otros 38 millones. La Casa deja de ser de Misericordia y pasa a llamarse Residencia de Ancianos y Jubilados e incorpora el nombre de su máximo benefactor, Francisco Joaquín de Iriarte.

Pero las ayudas institucionales se van reduciendo, crecen las necesidades y surgen nuevos servicios, aumenta el número de residentes (alrededor de 150 en la actualidad) y en buena lógica también la dotación de empleados, y ahora mismo el centro se financia con las aportaciones de los residentes, algunas plazas concertadas con el Gobierno de Navarra, la anual dotación del Ayuntamiento de Baztan y algunos contados donativos. Aquella rifa de San Antón con la que se pagaba "la comida de medio año" ha supuesto un ingreso antes de gastos de 9.400 euros, una cantidad casi simbólica. Las pensiones son las que son, no hacen falta más explicaciones, se han gestionado rebajas y descuentos, pero las cifras no acaban de cuadrar. Y aquella hucha de antaño se rompió hace ya mucho tiempo.