En 1953 - José Joaquín Arazuri, que seguramente tenía ya in mente la realización de su trilogía sobre calles y barrios de Pamplona, se armó de valor y ascendió la porrada de escaleras de la torre de la iglesia de San Francisco Javier. Una vez arriba, obtuvo una preciosa imagen del límite de la ciudad por el frente sureste, que como puede verse coincidía aproximadamente con la actual plaza de Blanca de Navarra. La fotografía muestra el tramo medio de la calle Olite, hacia el centro de la imagen, y el ensanchamiento que hoy conocemos como Blanca de Navarra, pero que entonces ostentaba el rancio título de plaza del Alcázar de Toledo, otorgado en enero de 1939, en plena Guerra Civil. Pueden verse también la cúpula y las torres del monumento a los Caídos, y detrás la mancha oscura del bosquete de Lezkairu, cerrando al fondo con las siluetas de la sierra de Tajonar, la Higa de Monreal y la sierra de Alaiz.
Hoy en día - ascendiendo por las interminables y oscuras escaleras, y usando el móvil y los flashes de la cámara a modo de linterna, puede uno imaginar sin dificultad la figura menuda de J.J. Arazuri, resoplando en el estrecho tramo final de la torre. Recuperado el aliento, tendría aún que trepar hasta una alta trampilla y retirar la red anti-palomas. Eso sí, una vez en el exterior, la vista merece la pena.
El armatoste que ocupaba el ángulo inferior derecho de la foto vieja era probablemente un altavoz de los empleados en los fastos de inauguración de la iglesia, celebrados el año anterior. Hoy ya no está allí, y ello nos permite ver parte de la manzana de casas que alberga, en su patio interior, el célebre mercado del Ensanche. Después se ve la plaza de Blanca de Navarra y la prolongación de la calle Olite, así como el cruce con la calle de Iturralde y Suit, que en la foto vieja no era sino un camino rural que transitaba entre piezas de cereal.