la tierra siempre te será fiel, solía decir el padre Jorge de Riezu, inolvidable continuador de la inmensa labor folklorista de su íntimo amigo el padre Donostia, y esa afirmación se plasmó con toda su realidad ayer en Lurraren Eguna, el Día de la Tierra, que se celebró en Bera. La vigesimo octava edición del festejo se superó a sí misma, con un ambientazo extraordinario, masiva afluencia y espléndida demostración de hortalizas y frutas de los huertos locales, de los usos y costumbres y de las labores artesanas de Euskal Herria.
Un sabroso queso elaborado por Socorro Almandoz, de Garmendikoborda de Bera, se adjudicó el primer premio del certamen, y Marisol Almandoz, de Tuanekoborda de la vecina localidad de Arantza, obtuvo la segunda plaza. En el concurso de sidra, Patxi Pikabea de Alkaiaga, logró la primera plaza y la segunda fue para otra etxekoandre arantzatarra, Joxepa Almandoz, de un caserío cuyo nombre, Buenos Airesenea, delata la personalidad de su propietario original. Los respectivos jurados tuvieron serios problemas para adoptar sus deciciones ante el elevado nivel de calidad de los productos aportados por los participantes, en particular en el certamen sidrero en el que otros dos finalistas, Benantzio Elizagoien, de Behekoetxea de Etxalar, e Ignacio Perugorria de Lekueder de Bera, también presentaron una sidra excepcional.
huerta y artesanía La calle de Alzate y el barrio del mismo nombre acogieron la friolera (en un día soleado y espléndido de otoño) de 107 artesanos llegados de la comarca y de distintos y distantes puntos de Euskal Herria, con una variadísima exhibición(la mayoría trabajan aante el público, además de exponer su trabajo) de artículos de todas clases, y los vecinos hortelanos y agroalimentarios fueron 27, con productos que eran una alegría para la vista. Para Gorane Artieda, beratarra residente en Legasa que no puede ocultar su admiración por Bittori Telletxea, el alma mater de Lurraren Eguna desde su inicio, “lo mejor es la implicación y la participación cada año mayor de la gente”. Y para la jornada, la exposición de aperos de labranza, la de fotografías de Julio Caro Baroja de los hermanos Rosa y Totono Errandonea, y las 86 obras de arte que hasta ayer se han podido disfrutar en los escaparates, el mejor obsequio que el centenario hijo de Itzea podía recibir.