NOÁIN - Las palabras surf y mar no tienen por qué ir siempre de la mano. Y si no que se lo digan a Pablo Larreta Vicente, un joven pamplonés de 32 años que se ha convertido en el único en fabricar tablas artesanales, con fibra de vidrio, en Navarra. Tiene su taller y tienda en el polígono de Noáin-Esquíroz, a unos 80 kilómetros de la gota de mar más próxima. Y esa distancia, esa ubicación en una zona de interior, no la considera ningún problema. “Presto un servicio a los surfistas de secano, aquellos que no viven en la playa, que es la mayoría de la gente que surfea. Los de Madrid también lo hacen, y tienen que pasar por aquí para ir a Donosti o Bilbao”, añade.

Larreta, diseñador industrial, comenzó a surfear la ola de la crisis y el paro hace tres años, después de pasar por diferentes empresas de prototipos. “Mi pasión es crear, pero sobre todo, trabajar con las manos”, cuenta. Y aunque no surfea olas saladas (dice que se marea encima de una tabla), la práctica de este deporte la ve como una “salida de escape”, no solo un negocio. “Estás en Pamplona con tu trabajo, tus críos... y de repente decides irte a la playa un día. Da igual si el que surfea eres tú o tu pareja, un amigo... el mar, la playa y todo el entorno que te rodea, además del buen tiempo, te relaja, como estando de vacaciones”.

Y ese disfrute, de forma directa o indirecta, es el espíritu que quiere plasmar en su empresa, Lamoona. “El prototipo de surfista es un veinteañero con buen cuerpo, pero si pesas 100 kilos y tienes 55 años, también puedes surfear”, subraya. Según Larreta, lo que le falta al surf para su promoción es darle un toque de diversión apta para todos. Y para ratificarlo, pone como ejemplo a “mi mecenas”, su madre María Jesús Vicente. “Ella ha tenido diferentes problemas de salud, así que tiene ciertas limitaciones a la hora de hacer deporte. Pero nunca la he visto tan feliz en su vida y divertirse tanto como cuando se tumba en una tabla cogiendo unas olas cerca de la orilla que son casi espuma. No hace falta coger olas de tres metros para surfear”, recalca: “Es una terapia súper buena”.

Para muchos, la relación Pamplona-surf puede llegar a ser complicada. Pero Larreta recuerda que “se tarda más tiempo en ir a la montaña en Huesca a esquiar que a la playa a surfear”.

Dentro de su trabajo, más allá de su pasión por lo manufacturado, este pamplonés, residente en Paternáin, se queda con “la satisfacción de ver al cliente feliz con lo que tu has hecho. No disfruto haciendo el trabajo, sino viendo que el resultado es bueno”, se confiesa. Pero esa satisfacción también tiene un toque “agridulce, porque siempre se puede hacer mejor. A veces me da hasta rabia vender una tabla que me han pedido porque me gustaría quedármela de lo bonita que ha quedado, pero al final ves al cliente tan contento que eso te reconforta más”, apunta.

LA DIFERENCIA Larreta es de los pocos shapers (así es como se llama a quien hace tablas de surf) del Estado que ofrece un producto 100% artesanal. Hace sus tablas a partir de un bloque de espuma “como el de las plantas, pero más denso”, explica, al que le da la forma que busca con una lija. Después, para impermeabilizar la estructura, la cubre con fibra de vidrio. Después, las decora con un dibujo que puede diseñar el propio cliente. “Es un producto totalmente personalizado”, explica; no solo por la estética final, sino porque cada tabla ha de tener una medida y un peso acorde al usuario.

A esa filosofía del surf para todos, Pablo añade sus inclinación por el reciclaje. Por eso, además de crear tablas, cuando éstas se rompen o se estropean, él les da una segunda vida, dándoles una nueva función como estanterías, mesas o sillas.