Erro se sumerge en el carnaval
Siguiendo la tradición, los vecinos saldrán a la calle para realizar la ronda por las casas
“La patrona de esta casa es una santa mujer, pero más santa sería si nos diese de comer”. Un año más, los vecinos del pueblo Erro volverán a entonar este canto durante la tarde de hoy, ya que celebrarán los carnavales en la localidad. Como viene siendo habitual desde hace tiempo atrás, a partir de las 18.00 horas, los habitantes de este municipio realizarán la tradicional ronda de abastecimientos por las casas del pueblo. A continuación, la sociedad de Erro acogerá la cena que se realizará con los alimentos recaudados y para concluir la jornada, a las doce y media de la noche comenzará el concierto del grupo Mátame Camión. De esta manera, la localidad recoge el testigo de, por ejemplo, Auritz-Burguete, Aurizberri-Espinal, Orbaizeta, Luzaide-Valcarlos, Mezkiritz o Biskarreta, que celebraron sus carnavales el pasado fin de semana.
Es cierto que los tiempos han cambiado, pero las ganas de celebrar la fiesta que anuncia la llegada de la primavera y la esencia especial del carnaval de Erro sigue contando con el calor de los vecinos, ya que se trata de una cita especial en el calendario festivo de la localidad. Según cuenta Juan Garmendia Larrañaga en su libro Carnaval en Navarra (Haranburu editor, 1984), antiguamente los mozos del pueblo se reunían en la taberna el domingo de carnaval por la tarde: “algunos con carátula y disfrazados”. “De la posada se dirigían a recorrer el pueblo, en cuadrilla y con un acordeonista, y de puerta en puerta repetían: Irautre, koskote, txingar pixket ma indirete”.
Al parecer, esta cuadrilla de mozos “llevaba una zarea (cesta) para los arrozeak (huevos), un kerren (asador) -hierro de extremo superior afilado y con un tope sobre la empuñadura- para la txingarra (el tocino) y la txistorra. Otro mozo cuidaba la bolsa del dinero y en el grupo no faltaba quien cargase al hombro el saco reservado al pan, que recibía el nombre de olada”, narra Garmendia.
Después de visitar los domicilios del municipio, los vecinos volvían al punto de partida: “A la cena se sentaban sin disfraz y con el rostro descubierto, y saciaban el hambre con las viandas de la petición más la bizcochada o arrozada (arroz con leche), los cafés, anís y coñac que compraban”, detalla.
Entre los rituales que describe el autor, hay un detalle que resulta sorprendente a día de hoy. Y es que, tal y como recoge Garmendia, antiguamente la fiesta del martes de carnaval era una cita exclusivamente para los chicos del pueblo. “La petición del martes del carnaval por la mañana corría a cargo de los niños de la escuela, aunque en estos últimos años intervienen también las niñas”, describe.
Además de los vástagos del pueblo, el cabrero era otro de los protagonistas del martes de carnaval. Antaño, la función de este personaje consistía en reunir el ganado del pueblo para llevarlo al monte. Para ello, tal y como recoge el autor, recorría el pueblo a toque de cuerno de vaca para reunir las cabras en la plaza. “Cada casa obsequiaba con un día de comida por cabeza de ganado puesta a su cuidado”, cuenta. “El martes de carnaval postulaba en silencio. Para facilitar su labor, se servía de una cesta para los huevos, del saco para el pan y del kerren para la txingarra. Un bolsillo de su rústica vestimenta le resultaba suficiente para el dinero que recogía”, explica.
Aunque aquellos rituales carnavalescos prácticamente se perdieron, hace unos años que los vecinos decidieron recuperar la esencia de su fiesta. El kerren, por ejemplo, vuele a acompañar a los habitantes de Erro en su ronda por las casas, ofreciendo así un curioso rito gastronómico del que disfrutaránlos vecinos y visitantes durante la tarde de hoy.