urdiain - Miguel Ángel Sagaseta es el párroco de Urdiain desde hace 19 años. Nacido en Ituren en 1941, se ordenó sacerdote con 25 años. Así, pronto cumplirá medio siglo predicando el Evangelio en diferentes localidades: Luzaide/Valcarlos, Leitza y Etxarri Aranatz, hasta que llegó a Urdiain. Sobre esta última, en concreto sobre su iglesia, ha escrito un libro que fue presentado hace unos días. Pero no se puede olvidar el importante papel de la religión y de la iglesia en la vida cultural, social y política durante siglos. Así, es un libro sobre Urdiain.

Aficionado a la historia, Sagaseta comenzó a investigar cuando ejercía en Etxarri Aranatz. “Me preguntaban por la iglesia y no sabía contestar. Los libros parroquiales se quemaron en 1808 durante la guerra de la Independencia”, apunta el sacerdote. Por ello, comenzó a consultar en el Archivo Diocesano, el Archivo General de Navarra y las notarías. “Solo en la de Etxarri Aranatz encontré 130 carpetas, con más de 100 documentos cada una”, apunta. Han sido horas y horas de lectura paciente y atenta, recogiendo los datos más significativos. “Estuve 15 años revisando documentos”, observa.

Pero en un principio Sagaseta no pensaba publicar el trabajo realizado. De nuevo, con el fin de dar respuesta a las preguntas que le hacían, se decidió a escribir. El resultado ha sido un libro, en euskera y castellano, de 300 páginas. “Un vecino siempre me estaba preguntando por los santos del retablo y me animaba a escribir”, apunta. Por ello, comenzó a realizar un texto sobre el retablo. “Se contrató en 1622 a Miguel de Peruzurgin, de Arbizu, que lo finalizó en 1630. Las esculturas eran de Joanes de Bazcardo, de Caparroso” puntualiza, haciendo gala de su buena memoria. Por otro lado, apunta que ha identificado 70 santos.

La figura central es Nuestra Señora de la Asunción, titular de la parroquia. Encima se halla la imagen sedente de San Pedro, vestido de pontificial. En lo más alto preside un Cristo gótico procedente de la iglesia anterior. También cuenta con cuatro santos importantes: San Juan Bautista, San Antón, San Fermín y San Blas. “Fueros elegidos por el pueblo”, indica Sagaseta. También destaca que en el retablo se pueden ver talladas en relieve seis escenas sobre la Virgen, tomadas de un Evangelio apócrifo del siglo VI. “Se trata de una especie de catequesis plástica para la gente que no sabía leer”, añade.

LA IGLESIA Otra pregunta muy recurrente solía ser de cuándo era la iglesia. La respuesta era siempre “según”. Y es que hay muchas fechas de diferentes fases constructivas y reformas. Muros, bóvedas, tejados, torres, porches, sacristías? fueron realizados gracias a las aportaciones que los feligreses hacían año tras año a través de la primicia, según explica. Al igual que la mayoría de las iglesias, la de Urdiain se construyó sobre otra anterior edificada tras la cristianización de la zona en la Edad Media. “Los primeros documentos históricos sobre el valle de Burunda son del siglo XII y todos los pueblos ya tenían sus iglesias. Es más, de la mayoría de los despoblados que desaparecieron en torno a los siglos XIII y XIV sólo se conoce el santo titular de su ermita”, apunta el sacerdote.

El templo actual se construyó en el siglo XVI. “Por la inestabilidad de la pared norte, la bóveda fue cediendo, hasta caerse en 1696 sobre el coro. Pared y bóveda se construyeron casi de inmediato”, apunta. Posteriormente, en 1805, se añadió la sacristía y el porche. Más reciente, en 1958, se realizó una obra importante en el interior y hace 20 años se renovó la cubierta. “La iglesia es un edificio vivo que se ha hecho por partes. Y todos los feligreses han contribuido para las obras, costeadas por la parroquia con primicias, eliza-dirua, que todavía se siguen dando en Urdiain”, apunta. Al respecto, señala que con esas primicias se pagan los gastos de la iglesia, como luz y calefacción. “Al año suelen ser unos 3.000 euros”, precisa.

PROCESIONES Durante siglos, las procesiones eran fechas señaladas que rompían la rutina de un modo de vida ligado a la tierra. Lo cierto es que eran numerosas, tantas como ermitas en la localidad y alrededores. A San Miguel de Aralar se realizaban una o dos procesiones al año y también se iba a la ermita de las santas Nunilo y Alodia, en el raso de Urbasa. Se volvía por Santa Marina, ermita que hasta el año 1843 compartían Urdiain, Iturmendi y Bakaiku.

Otras procesiones eran a San Miguel de Sarabe, ermita que fue utilizada para los apestados en el s. XIX, a Aitziber y a San Pedro. Esta última, que comparte con Alsasua, fue motivo de pleitos entre ambas localidades. Unos años después de que se arreglara la ermita en 1647, el proceso llegó a Burgos, donde se estableció que Alsasua celebrase la fiesta el mismo día del santo y los de Urdiain el domingo siguiente. También fue motivo de litigios entre estos dos pueblos la propiedad de Zangitu, como se recoge en el libro.

Asimismo, se iba a las ermitas de San Juan, San Martín y Santa Engracia, estas dos últimas desaparecidas. Pero las grandes procesiones tenían lugar en torno a la festividad de la Ascensión, con tres días de peregrinaciones por las ermitas de localidades de la zona. “Estas documentadas desde el siglo XVI”, apunta el sacerdote.