etxarri aranatz - Con el fin de promocionar los herri kirolak y la gran tradición existente en el valle, la Mancomunidad de Sakana puso en marcha en 2004 una aizkora eskola en Etxarri Aranatz, escuela en la que aprenden este duro deporte 13 jóvenes, la cantera de la comarca. Desde marzo hasta mayo, todos los miércoles y sábados acuden hasta la borda de Juanito Erdozia, responsable de la escuela.
Uno de sus principales artífices fue Joxe Inaxio Flores, Axio, fallecido el pasado año tras una dura enfermedad, junto con los Nazabal, Juan Mari y su hijo Floren, aizkolari que no necesita presentación. Y es que el de Etxarri Aranatz ha sumado numerosas txapelas a lo largo de su carrera, dando mucha alegría a los suyos y sembrando afición a este deporte.
“Cuando empezó la escuela me dijeron para venir, pero como estaba trabajando, tenía poco tiempo”, señala Juanito Erdozia, el alma de la aizkora eskola en esta nueva etapa. Criado entre hachas, en su juventud trabajó en Francia cortando árboles, actividad que también desempeñaba su padre. Después, ya como albañil, realizaba exhibiciones. Su jubilación coincidió con la enfermedad de Axio. Entonces este etxarriarra de 71 años se metió de lleno. Al principio estaba con los Nazabal, que por distintos motivos, tuvieron que dejar la escuela el pasado año. Así, les relevaron su hijo, Juanjo Erdozia, y Goizeder Beltza, este último aizkolari salido de la escuela.
FORMACIÓN A las clases acuden jóvenes de la zona de entre 10 y 30 años. No obstante, Juanito Erdozia considera que la edad idónea para comenzar es a los seis años. “Se empieza con hachas pequeñas y al principio se les hace un corte para marcarles por dónde deben seguir y evitar que se salgan”, apunta este etxarriarra.
El curso consta de 18 sesiones, los miércoles de 19.30 a 20.30 horas y los sábados de 12.00 a 13.00 horas. A pesar de que a veces no es fácil compatibilizar esta afición con el trabajo o las obligaciones familiares en algunos casos, la mayoría no falta a la cita. Acuden 13, el máximo establecido. Este año son: Josu Agirre Razkin, Mikel Agirre Mendinueta, Joan Flores Arbizu, los hermanos Josu y Ander Jaka Parrizas, Jon Erdozia González de Pedroso, Abel Uria Grado, Aitor Jauregi Luzarreta, David Amillano Garasa, Aritz Oiarbide Erdozia, Kepa Paniagua Amillano, Hodei Mazkiaran Uria y Oihan Mariñelarena.
Para cuando llegan, Juanito Erdozia tiene todo preparado, con troncos de diferentes circunferencias dispuestos por la nave. Algunos vienen con sus hachas mientras otros utilizan las de los Erdozia. Pronto se meten en faena, supervisados por los tres monitores, que les marcan los cortes con carbón.
“Se empieza por zaplán, más inclinado, siempre hacia la punta del tronco, que es mas blanda. Hay que llevar una dirección y después devolver el corte, más vertical” explica Juanito Erdozia. Pero no hay una regla fija. Y es que depende de la madera y de dónde pueden aparecer los nudos. “El secreto es coger bien desde el principio”, abunda.
El corte del tronco consta de dos fases, una más superficial y otra profunda. Los primeros hachazos son más lentos, más fuertes, y servirán de orientación para el resto de la faena. Los dos cortes se juntan en un mismo punto, y a partir de ahí percutirá el interior del tronco, hasta dividirlo en dos. Para la superficie se emplea un hacha y otra diferente para el interior, más ligera y afilada, que suelen ser australianas.
Durante una hora, los jóvenes van cortando los troncos, más gruesos para los que tienen experiencia y más finos para los jóvenes y los nuevos. Una vez realizados los cortes, llega el momento de otra tarea, la de picar lo que ha quedado de los troncos para leña. “Nuestra principal tarea es corregir defectos. Es una práctica que no se aprende en cuatro días, hace falta experiencia”, afirma Juanito Erdozia al tiempo que destaca que “es mucho gasto y sacrificio. Te tiene que gustar”. Al respecto, apunta que “mientras están aquí no están en el bar”.
Finalizada la escuela en mayo, llega el momento de salir a la plaza, con exhibiciones por localidades de la zona, sobre todo en fiestas, y campeonatos.
LA MADERA La Mancomunidad de Sakana pone la madera. Y es que se encarga de gestionar con el Gobierno de Navarra para marcar unas hayas en Urbasa que cortan los Erdozia y del transporte. Una vez en la borda, Juanito Erdozia los cuida para mantenerlos en buenas condiciones de humedad. Para ello, los protege con paja y de vez en cuando toca regar, como estos pasados días veraniegos. Durante el curso pican más de 50 toneladas.