Fuertes de guerras carlistas
La línea férrea en las guerras civiles del siglo XIX fueron un elemento capital. Por ello, la importancia de Castejón, junto al río y gran nudo de comunicaciones, hizo que se construyera toda una línea defensiva en la Tercera Guerra Carlista.
olvidadas y abandonadas entre oxidados raíles de tren, en mitad del campo rodeadas de toros bravos o convertida en cámara oculta, las fortificaciones construidas en la Ribera durante la Tercera Guerra Carlista (1872-1876) sobreviven como pueden al paso del tiempo que han acabado con su aspecto de pequeña fortaleza inexpugnable.
En Castejón, en mitad de la estación del ferrocarril, en las afueras de Villafranca (cerca de Marcilla) o en uno de los montes de Tudela, las torres de fortificación que el Gobierno de la República, primero, y la Monarquía de Alfonso XII, después, construyeron en defensa contra los carlistas pasan desapercibidas. Pese a que nunca fueron empleadas ya que no hubo acciones bélicas en la zona, son dignas de reseñar puesto que todas responden a un mismo canon en la construcción, un estilo que se repitió casi miméticamente, a excepción de en la Torre Monreal de Tudela, donde se aprovecharon los restos de una antigua defensa de la que existen datos de su existencia desde 1237.
Cuando en pleno conflicto bélico se realizó la transformación de la Torre Monreal en pequeña fortaleza liberal apenas quedaba de ella uno de los cuatro lienzos en pie, ya que había sido destruida por el general español Espoz y Mina, tras la Guerra de la Independencia, como represalia porque el ejército de Napoleón la había empleado en 1808 para crear un pequeño fuerte.
castejón Las vías férreas eran, sin duda, uno de los objetivos fundamentales del conflicto entre carlistas y liberales, defensores de Carlos VII y de Alfonso XII, respectivamente. No en vano, el ferrocarril vivía sus primeros años y era el método de transporte más rápido y con mayor capacidad para desplazar carga, armas o soldados. Los cortes de vía, voladuras de puentes y viaductos, incendios de estaciones e incluso asaltos a los trenes se pusieron a la orden del día.
Para prevenir estos extremos, uno de los principales enclaves ferroviarios de Navarra, Castejón, debía ser reforzado y defendido, proyecto que se encargó al Cuerpo de Ingenieros. Como destaca el historiador Juan José Martinena, en los archivos militares de Madrid se conserva un plano detallado de las Obras para la defensa de la Estación de Castejón, en la línea Zaragoza-Pamplona, fechado en la misma vía el 20 de enero de 1875 pocas jornadas después de que Alfonso XII llegara de Madrid para tomar el Ejército del Norte después de ser proclamado rey cerca de Sagunto el 31 de diciembre de 1874.
Martinena describe que la estación “fue rodeada de un recinto defensivo con varias casamatas y caponeras, uno de cuyos elementos más caracterizados era el fuerte que hoy todavía podemos contemplar. Según parece se proyectó otro similar en el extremo opuesto, mirando a la parte de Zaragoza”. Precisamente los ladrillos de esta segunda fortaleza se emplearon y reutilizaron para construir el Mercado de Abastos de Castejón. “El fuerte de planta hexagonal, construido de ladrillo rojizo, constaba de dos galerías aspilleradas para disparos de fusilería. Tenía un remate de almenillas triangulares, hoy desaparecido, y se cubría con un tejado de estructura rebajada a seis aguas. Al piso de arriba se subía por una escalera de caracol en torno a una columna metálica central”. La torre defensiva orientada en dirección a Pamplona se levantaba sobre una elevación de terreno.
En aquellos años el puente de Castejón se hallaba cortado, ya que una riada en abril de 1874 se había llevado dos pilares, provocando el hundimiento de tres tramos, por lo que según Alberto García Paredes en Castejón: Cuatro Milenios de Historia, con el fin de asegurar el transporte de tropas y vituallas, se improvisó la solución de un tablado con una vía sobre dos barcas.
villafranca y tudela El mismo objetivo tenía el fuerte construido en lo alto de una loma entre Villafranca y Marcilla. Situado a escasos 200 metros de la vía férrea (y del puente sobre el río Aragón) repite el mismo canon de construcción. De dos pisos de altura, de los que apenas si queda el primero, las troneras dan muestra de lo difícil que era atacarla. En el caso de Villafranca difiere de la anterior en que tiene cuatro pequeñas entradas, situadas entre muretes y bien fortificadas, presentando además restos de lo que debió ser un antiguo foso delante de la fortificación. La base de la construcción está realizada en piedra y el resto en ladrillo rojo, que hoy en día se encuentra diseminado por los alrededores, mientras poco más allá, las ganaderías pastan a pleno sol.
En Tudela la reutilización de la Torre Monreal servía más como lugar para controlar la ciudad y la llegada por Zaragoza y Tarazona, ya que entonces nada tapaba la vista entre la fortificación y el río Ebro. Además al otro lado del puente, en lo que había sido el humilladero, se improvisó otra defensa para poder defender la única entrada a Tudela desde Pamplona. Se cerraron los arcos del humilladero, se hicieron troneras y se habilitó un pequeño emplazamiento que protegiera el acceso al río. Por si fuera poco, sobre el cerro de Santa Bárbara los restos del antiguo castillo de Sancho el Fuerte también se emplearon para crear el puesto defensivo principal, con un posición inigualable para dominar el Ebro y sus caminos de acceso. También Alfonso XII pasó por este lugar de Tudela camino a Castejón y a Peralta, donde el 23 de enero de 1875 reunió 60 batallones con 90 cañones y 3.000 caballos para entrar en batalla. En primera instancia lograron romper el cerco carlista instalado en Pamplona para después recibir una de las más famosas derrotas en Lácar, tras la cual volvió a refugiarse en Madrid.
Todos estos apuntes son pasajes de una historia en la que la Ribera no sufrió casi, al apoyar al bando liberal durante toda la contienda y no estar en las cercanías del frente de batalla. Las fortificaciones son testigos, vestigios de una época y su mala conservación, a excepción de Tudela, hace pensar en que si no se interviene de forma rápida podrían acabar desapareciendo entre vías, cardos y zarzas.
detalles
l Línea férrea cerrada. La tercera guerra carlista tuvo cerrada a la línea Tudela-Bilbao entre 1873 y 1875, y dañó sus instalaciones y su material.
l Cambio de régimen. El 30 de diciembre de 1874 el general Serrano, presidente de la República, se encontraba en Tudela cuando se produjo una confabulación para preparar el terreno a Alfonso XII y reintegrar la Monarquía. Tuvo que salir huyendo a través de la Bardenas gracias a un disfraz que le preparó el alcalde de Tudela, Ángel Frauca.
1935
Año. Se desmontó el otro fuerte de Castejón para construir con sus ladrillos el Mercado de Abastos.
Más en Navarra
-
Reciclón: Cuando el reciclaje se convierte en arte
-
Virginia Santos Itoiz convierte el Polvorín de la Ciudadela en un jardín en blanco y negro
-
Javier García niega la crisis en el PP de Navarra tras el cese de Amelia Salanueva
-
SEMERGEN hace una llamada urgente en Tudela a revitalizar la Atención Primaria en el medio rural