Síguenos en redes sociales:

Una orquesta de más de cien pájaros

Eugenio Duque tiene en la terraza de su casa más de cien pájaros. Les dedica su tiempo, pero confiesa que le relajan como ninguna otra afición.

Una orquesta de más de cien pájaros

burlada - Tal vez Eugenio Duque sea más conocido por su trabajo en Volkswagen Navarra desde hace 30 años y por su labor de sindicalista en la empresa, donde preside la sección sindical de CCOO, que por su afición a la cría de pájaros. Pero en cuanto se sale del ascensor en su piso de Burlada se escuchan los cantos de los más de cien que atesora en su terraza. Perfectamente separadas y ordenadas en pajareras, identificadas y anilladas, las aves despliegan su música y cuando se alborotan llenan la terraza de colores, a cual más bello.

Eugenio Duque, casado y padre de un hijo y una hija, nació en Toledo hace 54 años, pero lleva medio siglo viviendo en Burlada. Su afición empezó desde niño. Le gustaba cazar pájaros por Ripagaina y Badostáin, a liga o a red. “Cogíamos jilgueros, cardelinas, tarines, pardillos... y para cazarlos había que tener reclamos, siempre hemos tenido pájaros en casa”, recuerda. Aquella afición infantil, lejos de extinguirse fue creciendo con el tiempo: “Los hijos eran aún pequeños cuando empecé con un par de periquitos, seguí con los agapornis y luego con los canarios”, señala. Duque muestra con orgullo sus dieciocho parejas de canarios y describe sus colores: amarillos y rojos intensos o nevados, phaeos o rubinos, blancos, ágata topacios, bronces... Al otro lado de la terraza, una gran pajarera contiene 80 agapornis, la mitad de ellos de las variedades fhiser y personata; el resto de todos los colores imaginables. Eugenio Duque los mira con orgullo y relata la característica de esta curiosa especie: “Se les llama también inseparables, porque, a diferencia de los canarios, que pueden cambiar, los agapornis viven siempre con la misma pareja; si uno muere, normalmente el otro también muere”.

Él personalmente cuida de la pajarería, “con ayuda de mi hija, que es tan enamorada de los pájaros como yo, o más”. Ahora, en primavera y hasta julio, es cuando se emparejan para criar y cuando más atención requieren. “A los que no tienen crías basta con ponerles comida cada tres días y la limpieza lo mismo, pero los que tienen crías necesitan bastante atención, hay que prepararles la pasta a diario; el agua también tiene que ser diaria para todos”, señala.

Eugenio Duque pertenece a una asociación de criadores que se reúnen cada viernes en su sede de la Chantrea. En diciembre, más o menos por Nochebuena, organizan un concurso al que cada aficionado lleva sus mejores ejemplares y también acuden criadores de fuera. “Es una manera de divertirnos”, asegura Duque, quien admite que aunque es posible que sea de los que más pájaros tiene, “ni mucho menos me considero de los mejores criadores”.

hasta 600 euros Entre ellos se los intercambian y a veces los compran. “Tengo pájaros de todas partes, de Sevilla, de Jerez, de Madrid... A veces tengo un viaje del sindicato y vuelvo con pájaros”, asegura. Los que él cría pueden costar en torno a cuarenta euros, aunque hay otros mucho más caros: “Hay jilgueros siberianos por los que se han pagado 600 euros”, dice. Sin embargo, asegura que los criadores “vendemos pocos y más baratos, por unos 20 euros, y regalamos muchos”, sostiene.

Lejos de ser ningún negocio, a los criadores su afición les cuesta dinero, “no exagerado, pero nos cuesta”, señala. Calcula que puede gastar unos 65 euros en comida al mes, “unos 50 kilos de mixtura y otros cinco kilos de pasta porque cada especie come diferente”. Además está el coste de las jaulas, las medicinas, las anillas, las vitaminas, las jeringuillas, el material para los nidos y otros utensilios necesarios para cultivar su afición que guarda perfectamente ordenados en muebles, alguno fabricado por él mismo, junto a las pajareras.

“Me gusta escucharlos, duermo en la habitación de al lado y en cuanto viene la luz del día cantan, bueno, cantan los canarios porque los agapornis hacen ruido”, bromea. Confiesa que nunca ha tenido quejas de los vecinos y se explaya sobre los diferentes nidos, los de los canarios, con pelo de cabra, redondos, perfectos; los de los agapornis, con hoja de palmera, en forma de túnel. Ver a las madres cuidando los huevos o a las crías recién nacidas es un pequeño espectáculo que pocos tienen a su alcance cada día en la terraza de su casa. Eugenio Duque es uno de ellos. Calcula que dedica ocho horas a la semana a cuidar de sus pájaros y muchas más a contemplarlos: “Me sirven para relajarme, para dejar la cabeza en blanco; yo apenas veo la televisión, prefiero mirar a mis pájaros, con ellos puedo pasarme horas”.