barañáin - El dato no tendrá carácter oficial hasta que el Instituto Nacional de Estadística publique las cifras del padrón de 2016, pero ya es oficioso que Barañáin ha perdido o perderá en breve espacio de tiempo la tercera posición en el ranking de poblaciones navarras por número de habitantes en detrimento del valle de Egüés.

En el último pleno del valle, el alcalde Alfonso Etxeberria informó de este hecho y cifró en 20.328 los habitantes empadronados en el municipio. Por su parte, el Ayuntamiento de Barañáin tiene registrados a día de hoy 20.258 vecinos, aunque el INE, entidad que valida el padrón municipal, maneja de momento la cifra de 20.384. En noviembre dará a conocer el dato exacto. Cien arriba o cien abajo, Barañáin se mueve en esa horquilla, en un empate técnico con Egüés.

Pero mientras el valle de Egüés continúa con su tendencia al alza por el aumento de vecinos en Sarriguren o la zona de Ripagaina que le corresponde (comparte titularidad con Pamplona, Burlada y Huarte) Barañáin viene sufriendo una pérdida significativa de habitantes desde que, allá por 2006, alcanzó su máximo histórico con 22.401 vecinos. Hoy son un 8% menos que entonces. Menos, y también más mayores.

Hay un dato que refleja a las claras el envejecimiento que ha experimentado Barañáin en la última década. En el año 2005, con 1.820 habitantes más que en la actualidad, en el municipio residían prácticamente la mitad de vecinos mayores de 65 años que en 2015 (1.754 frente a 3.231). El aumento en este período ha sido del 84,2%.

Este segmento de población sigue con su imparable ascenso curso tras curso. En 2010 los mayores de 65 años suponían en Barañáin el 10,6% de la población total, mientras que en 2015 alcanzan ya el 15,7%. En el lado opuesto, en el valle de Egüés, su competidor por el tercer peldaño del podio de habitantes (siempre por detrás de Pamplona y Tudela), solo un 4% de sus vecinos eran mayores de 65 años en 2015.

la ‘diáspora’ Se da la circunstancia de que muchas de las personas que antes residían en Barañáin viven ahora en Sarriguren, propiciando ese cambio de cromos en el podio. Las generaciones que han seguido a quienes protagonizaron el boom demográfico desde los años 70 y hasta finales de la década de los 90, cuando el municipio rebasó por vez primera los 20.000 habitantes, no han tenido opción a quedarse en el pueblo. Las promociones de vivienda nueva en distintos puntos de la Comarca, en régimen de protección oficial o precio tasado, y la falta de oferta habitacional en el municipio, entre otras cosas por haber copado casi la totalidad de sus límites geográficos, han propiciado la huida de estas generaciones. Y con ellas las de sus hijos.

Es el caso de la concejala de Geroa Bai en el Ayuntamiento de Barañáin Beatriz Guruzelain, que en 2006 se marchó del municipio por esta causa. “No teníamos acceso a vivienda nueva de ningún tipo. Estaba el plan de Eulza, pero como se iba echando para atrás me tuve que ir a Sarriguren. De hecho en Sarriguren hay muchísima gente de Barañáin de entre 35 y 40 años”, relata Guruzelain, cuyas dos hermanas también tuvieron que buscarse la vida fuera de Barañáin, en este caso una en Ripagaina y otra en Ermitagaña. “Me hubiera encantado quedarme en Barañáin. Siempre he vivido allí, tienes tu círculo de amistades, la gente con la que te mueves... y además está muy bien para vivir. Pero en ese momento no pude hacer otra cosa. No me podía comprar una casa de segundo uso porque en esa época eran carísimas. Solo tenía opción de VPO o VPT. Eché a las promociones que salieron y me tocó Sarriguren. Y tengo que decir que estoy encantada. El tema del pueblo, las actividades de las asociaciones... también se estilan mucho aquí”, confiesa Guruzelain.

el origen del ‘boom’ En el año 1971, cuando Barañáin todavía era un concejo dependiente de la Cendea de Cizur (no se constituyó como municipio independiente hasta diciembre de 1984), Juan Bautista Agós aterrizó como presidente, cargo que conservaría hasta 1979. “Me tocó cuando ya se hicieron las primeras viviendas. Aquella fue de las primeras extensiones inmobiliarias que se hicieron alrededor de Pamplona”, detalla Agós sobre el Plan de Ordenación aprobado por la Comisión Provincial de Arquitectura en 1967.

Cuenta Agós que aquellas viviendas se levantaron en la avenida Pamplona números 6 y 8. Después le tocó el turno a la calle Torrenueva, luego a la plaza de los Sauces y a la calle Pedro Bidagor. “Nosotros ya estábamos viviendo aquí y no teníamos nada. Por no haber, no había ni teléfono. Y teníamos que hacer algo para que viniesen servicios”, relata.

Entonces en Barañáin no había dinero porque la contribución se pagaba a la Cendea, que no solía ser generosa con los concejos. “Hacíamos milagros. El primer año teníamos 200.000 pesetas de presupuesto. Cobramos alguna licencia de obra y compramos una bajera. Fueron 600.000 pesetas, y el departamento de Hacienda nos ponía pegas. Pero lo hicimos por narices porque hacía falta un local para el médico y una oficina para el Concejo”, cuenta Agós, presidente del Club de Jubilados Entrevientos, con 1.850 socios, aproximadamente el 65% de los empadronados mayores de 65 años. “Antes teníamos problemas de escuelas y ahora con los jubilados”, bromea el exalcalde.

A Agós también le ha tocado de cerca la marcha de los jóvenes a otros municipios. “Tengo tres hijas y ninguna vive aquí porque no había viviendas para comprar. Eso está pasando en muchas familias, que los hijos se han tenido que marchar a la Rochapea, Mendillorri, Sarriguren... Por eso hay envejecimiento. Y a los que vinimos aquí en el año 68 o 69, que éramos todos recién casados prácticamente... ya nos está tocando la hora. Así de simple. La vida es así”, finaliza.

consecuencias Perder habitantes tiene consecuencias políticas y económicas, máxime si la cifra desciende por debajo de los 20.000 habitantes, como parece que sucederá en Barañáin a poco que se prolongue en el tiempo esta tendencia. De hacerlo, el Ayuntamiento perdería en la próxima legislatura cuatro ediles, ya que la ley fija en 17 los concejales para los municipios entre 10.000 y 20.000 habitantes, frente a los 21 de la actualidad (para ayuntamientos que se mueven en los tramos entre 20.000 y 50.000 habitantes).

El principal problema viene por el reparto del Fondo para las Haciendas Locales, distribución de los tributos que efectúa el Gobierno de Navarra para cada municipio, y que aunque atiende a distintos parámetros se basa principalmente en la población. Y esa cantidad es la que nutre en mayor medida las arcas municipales.

De momento existe una cláusula de garantías que establece que ningún municipio recibirá menos dinero que el año anterior, lo que en la práctica ahora también supone que ningún Ayuntamiento recibirá una cantidad mayor. Estableciendo de nuevo la comparativa entre Barañáin y el valle de Egüés, este último se ve perjudicado por el reparto, y sus representantes políticos ya se encargan de recordarlo cada vez que tienen ocasión. Son más que lógicas las quejas a este respecto por parte del valle de Egüés, pues aunque a día de hoy empata en población con Barañáin, en 2014 recibió del Fondo 183,38 euros por cada uno de sus habitantes, mientras que la cantidad para Barañáin se fijó en 261,13 euros por persona. El Fondo aprobado para 2015 y 2016 fue de 200,6 millones de euros, y es una de las patas de la famosa reforma del Mapa Local, que previsiblemente verá la luz y se aprobará en el Parlamento foral en 2017. Habrá que esperar hasta entonces para conocer bajo qué criterios se establece el nuevo reparto. Y también para saber con certeza el número exacto de habitantes de Barañáin, si baja de los 20.000 o si apacigua su caída.