la constatación el pasado martes de que se iba a refundar el Consorcio Eder y verlo escrito negro sobre blanco, habiendo sido aprobado por unanimidad por todo el Comité Ejecutivo, me llenó de asombro. No asombro del malo (como el colesterol) sino del bueno, porque era no sólo la plasmación de algo con lo que se llevaba batallando desde hace años en conversaciones y en programas de partidos políticos. Yo creo que más de la mitad de los que han pasado por un cartel para presentarse a ser alcalde de Tudela desde el año 2000 (sea del partido que sea) ha dicho en algún momento de la campaña que había que dar “un nuevo impulso al Consorcio Eder” para potenciar la Ribera como comarca y por fin parece que se está dando el paso. Porque hasta el momento Eder había hecho casi más labor de asociación de empresarios (promocionando a nuevos comercios y nuevas empresas) que de un ente para potenciar la unión de las localidades riberas, buscar estrategias de desarrollo comunes y mancomunar servicios, proyectos y oportunidades. El Consorcio Eder nació en 1993 y guiaba sus pasos por un Plan Estratégico que fue redactado en 2000, pero que se comenzó a trabajar en 1995. ¡¡¡1995!!! Madre mía. ¡Pero ni siquiera había terminado la carrera! Era otra Ribera, otro país y otro mundo muy diferente. Cuando se elaboró el plan que debía servir para trazar los objetivos de esta entidad el fenómeno de la emigración no había estallado aún en la Ribera, en Tudela vivían unas 27.000 personas (por más de 35.000 personas hoy), la tasa de paro en la Ribera era del 14% (en Tudela del 18%), el teléfono móvil no era un elemento imprescindible y raro era ver alguno, no existía facebook ni twiter e Internet era todavía algo en ciernes de lo que se escribía en los periódicos (había 50.000 usuarios en toda España). Tampoco se hablaba del TAV, ni del Canal de Navarra y nadie pensaba en el desdoble de la N-232, aún no se había habilitado la Vía Verde del Tarazonica y Tudela acababa un poco más allá de la plaza de toros. Los objetivos que marcaban aquel Plan habían quedado desfasados pero tampoco nadie se había preocupado de actualizarlos. Cabe esperar que todos los municipios den ahora pasos para buscar intereses y planes comunes, mancomunen servicios que supongan un ahorro para su arcas y tracen planes para salir entre todos, del lodazal económico en el que nos encontramos.