Episodios municipales

en un tiempo, el mejor sitio para disfrutar y sudar los Sanfermines era, de largo, en Estafeta nº 57-2º, que tenía balcones y se abarrotaban p’al encierro aunque no eran de alquiler y se reservaban para la fauna y amistades varias que allí le dábamos a la tecla. Dicen que la Facultad de Periodismo estaba en la Universidad de Navarra pero eso era incierto, afirmo, porque en realidad era allí, donde también las delegaciones de la agencia Efe y de Egin, que toda la canallesca aparentaba(mos) ocupar el mismo edificio, en Deia nosotros.

Entre aquellas Olivetti que se acabaron vendiendo al mejor postor, pasé las mejores fiestas de San Fermín de mi vida, sobre todo porque éramos más jóvenes y algunos (sin señalar) lucían más pelo. La auténtica facultad, repito, estaba allí donde fatigábamos algunas de las gentes más legales que he conocido y no me bajo, desde José Antonio Montón, Ramón Mur, Aingeru Epalza y Satur Leoz que (decían) oficiaban de directores e intentaban poner orden en las aulas. Que eran un ambientazo, sostengo.

Si aparecías por la mañana, la cosa era repartirse las presentaciones y ruedas de prensa, que con los canapés, croquetas, variados embutidos y las inefables chistorra y tortilla de patata salías comido de gratis. Las más socorridas y con mayores adeptos eran las de la Caja, que ahora entiendo cómo se fue al garete porque nos llevábamos manduca hasta en los bolsillos, que lo mismo nos trincan y culpan ahora del desastre.

En la redacción, que era un multiplex en toda regla, nos reuníamos la comparsa de Deia y los corresponsales en Navarra de toda la prensa estatal, excepción hecha (entonces) de ABC del que, por dignidad supongo y en buena lógica, no quería ser nadie o por lo menos allí. Y cuando el cocido borboteaba de verdad era hacía las cinco de la tarde, cuando los de detrás de la vitrina (ahora mismo no podría jurar si existía), los dires, que qué tal estás, te hacían cuatro rayas, lista la maqueta y largo. Por allí circulaban los foteros Jorge Nagore y Larry (José Luis Larrión) que también redactaba, no sé si para La Vanguardia o así, y a ratos Enrique Pimoulier, unos artistas todos. En el habitáculo del revelado y positivado empezó Xabier Landa, recién vuelto de la mili en Canarias.

En la tecla, recuerdo a Jose (para mí sin tilde) Murugarren, que escribía y escribe como dios (con perdón), los gemelos Joseba y Josu de la Torre, que no había forma de adivinar quién era quién (o te engañaban), Beatriz Sotillo que hacía la mousse de chocolate como nadie y que por cierto nunca probé, el buenazo de Gonzalo Sánchez (+), Adita Ameabe, una flor linda y delicada de la que ni Google da razón, y Valentín Arteta (+), jesuita y hombre sabio, culto y leído al que solía bromear conque iría al infierno “por nacionalista vasco”. Y otros bastantes, de los que hablaremos en la próxima.

Spaghetti. Leemos (¡hay que leer, hay que leer!) que la banca italiana tiene un agujero (de chavales decíamos aujero) que asciende a la bonita cifra de 315.000 millones de euros, nada menos y nada más. O sea que, con un poco de cuidado y sin abusar mucho de carruseles, la noria y los caballitos, calculamos que hasta el Pobre de Mí, nos llega. Y eso que hablamos de euros y no de aquella que en tiempos cantaban “la peseta enferma, ¿quién la curará?”, que habría que multiplicar por 166,386 y como que no nos cabría en la pizarra. Lo que a uno le da por pensar y preguntarse en este caso y similares aquí conocidos es dónde se puede perder cantidad semejante, o quizás guardar, porque incluso en euros hace falta un trailer... o dos si son pequeños. Y que lo mismo para eso se introdujo el euro en lugar de las monedas estatales, porque ya no se podían fabricar maletines capaces para tanto papel. Y es que la enseñanza, la asistencia médica y los servicios sociales, las pensiones y el salario mínimo interprofesional son una ruina, ya se sabe. (O eso es lo que nos dicen, digo).

sobre la corrupción

A la una. “Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia”. (Bertolt Brecht, dramaturgo y poeta alemán, 1898-1956).

A las dos. “En muchas empresas el silencio no es oro, el silencio es un sobre”. (Jaume Perich, humorista español, 1941-1995).

Y a las tres. “No hay ningún político que resista un cañonazo de cincuenta mil pesos” (Álvaro Obregón, político y presidente -asesinado- de México, 1880-1928).