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La presión de la retaguardia

Lejos del frente, Tudela vivía a diario la línea impuesta por el nuevo régimen y que tenía como objetivo separar y castigar a quien había apoyado la República o a quien no seguía las normas marcadas.

La presión de la retaguardia

LAs medidas de un país en guerra se fueron estableciendo con el paso de los meses. El 1 de agosto de 1936 se inició la petición de fondos a la ciudadanía para sufragar al Ejército nacional que abrió el propio Ayuntamiento con 4.000 pesetas y que en dos días superó solo en Tudela las 41.000 pesetas. Las listas se publicaban en los periódicos y era habitual ver en ellas a personas que después fueron fusiladas (como Joaquín Meler que como chófer del Canal de Lodosa donó 10,25 pesetas el 20-9-1936) o incluso viudas de asesinados (María Teresa Navazo, viuda del militar Críspulo Moracho fiel a la República y fusilado en Zaragoza, entregó una alianza y un reloj de pulsera). Las autoridades militares y civiles comenzaron a redactar ordenanzas que prohibían “cualquier tipo de conversaciones que critiquen la actuación de las milicias armadas”, “cualquier comentario en contra del patriótico movimiento nacional” o “propalar bulos e infamias” sobre muertes o derrotas del ejército nacional bajo amenaza de “severos castigos”. La presión del Estado se hizo constante y tenaz. El poema que Ciro Royo publicó en El Ribereño Navarro el 2 de agosto de 1936 era premonitorio de los años en blanco y negro que se avecinaban: “Una España va a nacer/y otra España va a morir./Después de este amanecer,/adiós a la España de ayer,/viva la que va a venir”.

ley y religión Pedro Arregui Baquero (30 años y de IR) o José Jaca Sánchez (31 años metalúrgico residente en París y de CNT), son algunos de los nombres de tudelanos anónimos que la Guerra Civil y la represión sacó de sus domicilios y les cambió la vida para siempre. Son algunos de los que, junto a decenas de riberos, figuran en una lista de exiliados en Francia tras la Segunda Guerra Mundial y que, en muy pocos casos regresaron a su país. Con ellos, hasta 60 riberos fueron condenados en Guadalajara por luchar a favor de la República.

Quienes se quedaron vieron cómo poco a poco se creaba un Estado asfixiante, donde se instauraba un Tribunal de Responsabilidades Políticas que juzgaban a vecinos por “oponerse al Movimiento Nacional con actos concretos o pasividad grave” y cuya actuación no se detenía “ni por fallecimiento, ausencia o incomparecencia del presunto responsable” e incluso en ocasiones pasaba a sus familias. La iglesia determinaba que no era una guerra sino “una cruzada” y por eso “no puede menos que poner cuanto tiene a favor de sus cruzados”. Las multas por blasfemar suponían 30 pesetas y un expediente.

En Tudela también trabajaron los presos y se crearon batallones de trabajos forzados que realizaron labores en Montes de Cierzo, en el ferrocarril o en el Canal de Lodosa. Como ejemplo, en el mes de septiembre 65 presos políticos marchaban cada día a Montes de Cierzo para realizar trabajos forzados y eran vigilados por 25 voluntarios falangistas y requetés de Tudela que se turnaban en las guardias. El 11 de octubre de 1936 dan orden de que los presos inicien las obras para construir una piscina si bien pedían un balance de cuentas ya que “si no es una economía para el municipio prefiero que lo hagan parados”. El alcalde, Aniceto Ruiz Castillejo (Falange) señalaba que “sin ejercer sobre ellos presión alguna rindieron los presos más trabajo que si lo hubiesen hecho a jornal”. Tras estas obras percibieron que los presos les habían hecho ahorrar 1.000 pesetas por lo que acordaron acometer también la acequia central de Montes de Cierzo y que retiraran una isla creada junto al puente del Ebro. Entre 1936 y 1940 alrededor de 2.500 presos trabajaron en la Ribera en diversas obras, según el profesor de la UPNA, Fernando Mendiola.

represión

l Muertos en el Ejército Republicano. Antonio Romano Giménez (Corella); Francisco Sánchez Garbayo (Cintruénigo); Daniel Vallejo Ruiz (Cabanillas); Pablo Vergara Ochoa (Fitero); Enrique Alquézar Vélez (Tudela); Manuel Calleja Arriazu (Fitero); Pablo Gil García (Corella); Calixto Lauraba Celicueta (Cintruénigo); Jesús Pérez Andrés (Tudela); Basilio Guillerme Martínez (Corella); -Antonio Domínguez Martínez (Buñuel); Herminia Domínguez Martínez (Buñuel); Luis Garrindo Alfaro (Cascante); Gregorio Litago Chueca (Buñuel); Esteban Litago Rodríguez (Buñuel); Fernando Mateo Pérez (Valtierra); Santiago Rodrigo Castillejo (Valtierra). Extraído de ‘Navarros contra el alzamiento’, ‘Navarra 1936. De la esperanza al terror’, Euskal Memoria Fundazioa y Parquedelamemoria.

l Campos de concentración. Julián Beltrán Urrutia (Ribaforada-Mauthausen); Rufino Castillo Castro (Ribaforada-Mauthasuen); Pablo Martín Francés (Castejón-Mauthausen); Cecilio Martínez Pérez (Cintruénigo-Mauthausen); José Navarro Blasco (Buñuel-Mauthausen); Bernardo Zamora (Tudela-Buchenwald); Carlos Alonso Burgui (Villafranca-Mauthausen). Alonso fue hecho prisionero en Dunkerke. Tras 1945 vivió en Francia y murió en su Villafranca natal en 1975.

l Profesores de Tudela sancionados. Francisco González Lorena, Conrado León Ortega, Cenón Pelayo Sánchez, Ángel Catalán Izurzu, María Ezcurdia Recalde, Manuel Lizárraga López-Vailo, María Luisa Molina Fernández, Alfredo Rioja García, María Álava, José Zubiri y Corpus Antonia Monreal.