El elegante e, incluso, refinado retablo de la iglesia de San Esteban de Genevilla es una de las mejores muestras que se pueden disfrutar del patrimonio renacentista de Navarra. Arte entreverado con la cultura humanística del siglo XVI. Y humanidad, la que, unido a su tan privilegiada como singular situación, siguen emanando los 72 vecinos (4 niños) de esta occidental localidad. Ayer, la luz clara del día, las amapolas jugando al laberinto entre el talludo cereal, el agua cristalina, nutriente del verde grisáceo del colosal encinar de Sierra Chiquita, dadora de paz y orden por donde La Celagua y Camanal, doradora de campos y caserío, convertían a Genevilla en un auténtico paraíso. Tanta gloria terminó por mostrar su cara a través del relato histórico y la crónica actual de genevillenses, auténticos rabudos de pura cepa, como el alcalde, Alberto Arriaga, y la vecina Marisol Gómez de Segura: amantes y preservadores de la memoria y patrimonio de la villa.

Entre tanto caudal de valores, destaca ese retablo de la iglesia que, para conocerlo al detalle, se puede consultar el CMN y el nº 19 de la serie Panorama de Renacimiento y Humanismo (GN). Conocer a fondo e in situ esta obra maestra requeriría bastante tiempo y pasarelas en altura.

Esta excepcional obra fue ejecutada durante 14 años (1549-1563) y tuvo varios maestros, entre los que destacó en primer lugar el vecino de la villa Andrés de Araoz (1500-1563) y, luego el imaginero flamenco Arnao de Bruselas. Otros artistas ejecutores fueron los guipuzcoanos Simón Claro y Diego Mendiguren. La restauración de 1991 (Príncipe de Viana, Genevilla y Caja de Ahorros Municipal de Pamplona) recuperó el dorado y la policromía original. Es preciso decir que el retablo fue dorado y pintado por primera vez a mediados del siglo XVII ya con colores más intensos, propios del Barroco, y no con los tonos renacentistas, más tenues. La espectacular arquitectura de la fábrica presenta un banco de sillar, tres pisos, el calvario y un remate sobre el frontón con un templete, ahora huero, para un Dios Padre.

La mejor muestra de lo clásico y del humanismo cristiano de la época se transmite en este retablo a través de los programas escultóricos y decorativos de los cuatro frisos entrecalles. Los grutescos, animales, dragones, máscaras de los tres primeros frisos responden a las formas del manierismo fantástico. El friso superior relaja el viaje con querubines alados que van elevando la escena hacia el cielo. En el lado de la epístola, en primer y 2º piso, el Carro de la muerte y la Cacería del león son gozo para instintos y alma. Frisos y gentes de arte y vida.

Para ir y disfrutar. Mariasun (948 444 016). Visita guiada a Genevilla y a la Iglesia de San Esteban (1€). Nota: 10.

Casas rurales. Usategieta y La Encineda.