Yacimientos hermanados
LOS ASENTAMIENTOS DE SANTA CRIZ EN ESLAVA, LIÉDENA Y LOS BAÑALES EN UNCASTILLO | (Zaragoza) se unen para mostrar su historia romana
la historia suscita interés, sobre todo, si se descubre cerca del sitio en el que se vive. El pasado sábado, unas 120 personas visitaron los yacimientos romanos de Santa Criz, Liédena y Los Bañales (Aragón), durante el hermanamiento de estos tres enclaves arqueológicos.
El Ayuntamiento de Liédena, que organizó este evento, aprovechó para celebrar su quinta fiesta romana, y el Consistorio de Eslava, el centenario de la ciudad de Santa Criz. La jornada contó con la colaboración del Gobierno de Navarra y Cederna Garalur, y el patrocinio de la Fundación Geoalcali. Los 120 participantes también pagaron 15 euros.
Javier Andreu, profesor de la Universidad de Navarra, y la arqueóloga Charo Mateo guiaron a los vecinos de Eslava, Liédena y de la localidad zaragozana de Layana por estos asentamientos. “Los romanos eran prácticos y suntuosos”, describía Charo Mateo.
La ciudad de Santa Criz, ubicada en Eslava, dista unos 57 kilómetros de Los Bañales, en el término municipal de Uncastillo, al que se puede acceder por la localidad de Layana, y a unos 25 kilómetros de Liédena. Dos autobuses y un microbús recorrieron esta ruta programada, que comenzó a las diez de la mañana y concluyó a las siete de la tarde.
Santa Criz se extendió en una superficie de unas once hectáreas, con una población de unos mil habitantes; Los Bañales ocupó 24 hectáreas, con un censo que podría oscilar entre las 2.000 y 2.500 personas; y la villa romana de Liédena actuaba como una hacienda en la que se elaboraba vino y aceite, que disponía de 41 habitaciones de diez metros cuadrados cada una para los jornaleros de la época. “Las ciudades y las villas se complementaban”, destacaba Mateo.
coincidencias Los yacimientos de Santa Criz y Los Bañales guardan similitudes: todavía se desconoce su denominación romana; los enclaves en los que se asentaron se encontraban estratégicamente comunicados; el uso de material importado en sus edificios y esculturas desvela el nivel de riqueza de sus ciudadanos; y el momento de su declive coincide, entre el siglo II y III después de Cristo, por el fracaso del sistema de ciudad, que supuso la desocupación de los asentamientos por concurrir una crisis institucional, económica y medioambiental. “Parte de estas personas se marcharon a villas, a las que llevaron sus costumbres”, recordaba la arqueóloga Charo Mateo.
Algunas investigaciones apuntan a que Santa Criz pudo llamarse Nemanturiza, ya que este nombre aparece en una documentación de Tolomeo en el siglo II dC; y Los Bañales, Tarraca. Sin embargo, siguen siendo hipótesis que barajan los equipos de arqueólogos.
El origen de la actual denominación de Santa Criz se asocia a la sacralización del territorio con la llegada del cristianismo. En el caso de Los Bañales se atribuye a las termas halladas en esta urbe, que han perdurado durante miles de años. En la Edad Media, este balneario “tuvo una grata acogida entre los habitantes del lugar y de ahí surgió la designación actual”, recordaba Javier Andreu.
La ciudad de Santa Criz se fijó en una zona que primero fue habitada por los vascones. Con la llegada de los romanos, se conectó a Pamplona, Jaca, Zaragoza o Logroño. “Los romanos pretendían captar a los autóctonos de cada lugar con su modelo de ciudad, en el que prevalecía la grandiosidad de sus edificios”, detallaba Andreu.
Tanto el yacimiento de Eslava como el de Uncastillo disponían de foro, “el edificio más digno de la ciudad y de grandes dimensiones para que se pudiera ver desde la calzada, para mostrar su ostentosidad”, definió el profesor de la Universidad de Navarra.
el criptopórtico En Santa Criz se ha descubierto “uno de los mejores ejemplos de criptopórtico”, calificó Andreu. Esta construcción, ubicada en un cerro, era una galería interior destinada al almacenamiento o a la circulación de personas, que a su vez sostenía un piso superior por medio de pilares. La segunda planta, que daba a la calle, estaba compuesta por columnas, capiteles y esculturas de gran tamaño que se divisaban desde la lejanía de la calzada. Y a través de esta vía transportaban hasta Santa Criz materiales de la misma Italia. “Tras cruzar el Mediterráneo, los comerciantes llegaban a Tarragona. Una vez allí, se trasladaban por el Ebro hasta Zaragoza, desde donde iniciaban su trayecto por tierra a través de las calzadas”, detallaba Andreu. En Santa Criz se ha descubierto un individuo togado de tamaño natural y varios fragmentos de un personaje divinizado de mayores dimensiones, que fueron tallados en mármol.
En Los Bañales, Andreu recordaba el poderío romano que debieron transmitir las cinco estatuas de bronce en la plaza, con los rayos de sol impactando sobre ellas, vistas desde la calzada. Además, contó que “el mármol y los mosaicos de las termas desaparecieron con el paso de los siglos, ya que esa construcción sirvió de corral y de vivienda en épocas posteriores”.
Charo Mateo añadió que “había artesanos romanos itinerantes que viajaban por los asentamientos, con sus catálogos para decorar las construcciones de diferentes colores y mosaicos”. Puso de ejemplo a la villa de Liédena. “Imaginad las 41 habitaciones, 26 en un lado y otras 15 en otro, de tonos variados, rojo, amarillo, azul o verde, y decoradas con mosaicos. Así eran”, expuso la arqueóloga.
comida en familia Y en Liédena, en el Complejo Latorre, los asistentes a la jornada se sentaron a la mesa para degustar algunos alimentos que ya comían los romanos hace miles de años, aunque no tumbados como acostumbraban los de la clase alta en aquella época. “Los romanos aprovechaban cualquier acontecimiento para celebrar: que el emperador superaba una enfermedad, fiesta; que nacía el hijo de una familia pudiente, fiesta...”, contaba Andreu.
Este hábito ha perdurado con el paso de los siglos, y los vecinos y vecinas de estas localidades concluyeron el programa como espectadores de un concierto protagonizado por los hermanos Lorena y Bruno Jiménez de Sangüesa, que combinaron canciones pop con toques de flamenco. Su arte se esparció entre las piedras de las ruinas de la villa romana de Liédena durante media hora e hipnotizó al centenar de oyentes, que con las burbujas del cava brindaron por aquel primer encuentro. Hay costumbres que perduran... Así que la historia se repite.
Desayuno. Los asistentes desayunaron en el centro social de Layana, localidad a través de la que se accede al yacimiento de Los Bañales.
10.00 a 11.30 horas. El director de la Fundación Uncastillo, José Francisco García, dio la bienvenida a las cerca de 120 personas; y Javier Andreu, director científico, explicó en qué consistía el foro y las termas.
Alcaldía colegiada. Entre otros espacios, Andreu enseñó la curia, lugar en el que se reunían magistrados y dirigentes. La ciudad la gobernaban entre dos alcaldes y 60 concejales. De manera voluntaria se presentaban para asumir esos cargos. También contó que en las termas (en la foto), las mujeres pagaban más por la entrada que los hombres.
13.30 a 14.45 horas. La visita guiada continuó en Santa Criz, a una hora de distancia en autobús de Los Bañales. Nuevamente Javier Andreu se encargó de explicar la zona de la villa y de la necrópolis.
Cien años del descubrimiento. Por primera vez en 1917 se comienza a hablar del yacimiento de Santa Criz. De esta forma, la jornada se enmarcó dentro de los actos que Eslava quiere realizar para conmemorar esta efeméride.
Vascones. Antes de los romanos, este enclave lo poblaron los vascones, que probablemente convivieron con los romanos. Estos últimos pretendían atraer a los autóctonos de cada lugar con su modelo de ciudad.
17.30 a 18.30 horas. La arqueóloga Charo Mateo explicó durante una hora en qué consistía una villa, un modelo de asentamiento muy extendido en esta zona de la Comunidad.
Comerciantes. Mateo contó que aquella villa se asemejaba a las actuales haciendas en las que se elaboraban alimentos, que también se vendían a las ciudades. Era un enclave estratégico, “solo hay que ver que la Autovía del Pirineo pasa por el mismo sitio que usaban los romanos”.
18.30-19.00 horas. Los hermanos Lorena y Bruno Jiménez de Sangüesa agasajaron a los presentes con un concierto, en el que interpretaron canciones pop con toques de flamenco.