pamplona - A la tierra comprendida entre las sierras de Alaiz y Tajonar, en el Valle de Elorz, le han brotado unos bultos extraños. Artilugios de hasta 80 metros de altura que terminaron de instalarse el viernes de la semana pasada y forman parte del proyecto NEWA (New European Wind Atlas), un experimento científico cuyo objetivo final, como indican sus siglas en inglés, es elaborar un nuevo atlas eólico europeo.
El Centro Nacional de Energías Renovables (CENER) coordina la ramificación navarra de esta campaña, y ayer sus investigadores Elena Cantero y Fernando Borbón, que llevan desde abril de 2015 dándole forma al proyecto, contaron sus particularidades sobre el terreno. “Nuestra idea es caracterizar el flujo de viento en este valle, las propiedades de turbulencia (cómo de rápido o lento pasa de una velocidad a otra), y ver su efecto e impacto sobre las medidas que realizamos en nuestro parque experimental en la sierra de Alaiz. El proyecto combina medidas reales con modelización por ordenador del viento, de las propiedades atmosféricas. Esto permite validar los cálculos numéricos con medidas reales para que los cálculos sean cada vez más fidedignos”, dice Fernando.
actualizar el primer atlas “El proyecto es una actualización del que se desarrolló hace ya bastantes años -a comienzos de los 90-. Y se trata de incorporar las nuevas tecnologías tanto en simulación numérica de modelos de viento como en unas tecnologías para medidas reales de viento. Por ejemplo, el Wind Scanner emplea una tecnología muy novedosa con ondas de luz láser y efecto doppler, y es capaz de medir la velocidad de viento hasta una altura o distancia de 6 kilómetros, algo que antes era imposible e impensable”, defiende Fernando.
El proyecto explora todo lo relacionado con el viento en campañas en Suecia, Alemania, Dinamarca o Portugal, y lo hace sobre terrenos llanos, montañosos o costeros para caracterizar, por ejemplo, el viento en el mar o en un bosque. El CENER propuso este único emplazamiento en el Estado, uno de los dos del proyecto con características complejas del terreno, junto a sistemas montañosos. “En nuestro caso se quiere caracterizar un terreno complejo como es toda la sierra de Alaiz, que tiene cosas curiosas... Lo habitual es que haya más viento conforme se incrementa la altura. Pero en Alaiz ocurre lo contrario. Se mezclan la topografía, los efectos térmicos y se producen ese tipo de cosas. Queremos ver si los modelos con los que se va a hacer el Atlas son capaces de identificarlo. El resultado final del proyecto es el mapa, pero para ese mapa se están utilizando modelos y tecnologías que no están del todo validadas, y para validar esos modelos hacen falta medidas in situ de calidad”, explica Elena.
reducir costes Los resultados que esperan conseguir con el proyecto son, por un lado, contribuir a una reducción significativa del coste de la energía eólica mitigando riesgos relacionados con el diseño y la operación de los aerogeneradores de gran tamaño; y, por otro lado, mejorar la cuantificación del potencial eólico europeo, proporcionando datos y modelos que puedan mejorar las herramientas de planificación espacial. “La idea es tener más información. Si la tienes eres más consciente de qué tipo de máquina tienes que poner, qué cargas va a soportar, etc... Es como cuando pones cadenas en el coche. Si sabes muy bien las condiciones del suelo pondrás unas u otras. Aquí lo mismo, si conoces qué características de viento tiene tu emplazamiento también atinarás más con la tecnología de aerogenerador y evitarás problemas”, concreta Elena.
Para tranquilidad de los vecinos de la zona, recalca que el suyo es un proyecto exclusivamente científico. “Muchos asociaban esta instrumentación con la colocación de un parque eólico, y ha habido que aclarar que no, esto es un proyecto de medidas: mediremos, caracterizaremos y ya está. El objetivo es de investigación, aunque sí que supone dar las herramientas para que luego la promoción y el mundo eólico tengan mejores utensilios”. “Lo que estamos desarrollando es ciencia. Y ciencia sinceramente a nivel puntero dentro de Europa”, añade Fernando. “Son equipos que están caracterizando el viento. No estamos poniendo nada que emita ningún tipo de radiación ni cosas peligrosas”, finaliza Elena a este respecto, y agradece la colaboración del Ayuntamiento de Noáin/Valle de Elorz, así como de los concejos de Zabalegui, Elorz y Torres de Elorz.
una base de datos pública El mapa y todos los datos que se obtengan en el proyecto estarán a disposición de cualquier investigador, estudiante, etc... “Es un paso muy importante que se está dando ahora a nivel de investigación. Antes cada centro o universidad hacía su experimento, tomaba sus medidas y se las quedaba. Ahora la mentalidad, incentivada especialmente a nivel de la Comisión Europea, es que son fondos públicos y una investigación pública, y sus beneficios no se los puede quedar solo el que los ejecuta, sino que hay que hacerlos accesibles al público y a otros investigadores. Y nosotros estamos en esa línea de trabajo”, argumenta Fernando sobre un trabajo colaborativo entre muchos socios. “La unión de todos es la que permite sacar adelante estos proyectos. Se trata de estrechar lazos y colaborar entre diferentes países, y la transferencia de conocimiento tiene mucho que ver con eso, con que aprendamos unos de otros”, concluye.