burlada - Poca gente hay en Burlada que no conozca a Miguel Rubio. Y no solo por su peluquería de la calle Mayor sino también por una dilatada trayectoria de colaboración desinteresada con el pueblo tanto en el deporte, como mecenas de equipos locales, como en la música, alma mater del festival de blues recién terminado. A los 57 años, el 1 de septiembre celebra los siete lustros de su peluquería, aunque su carrera profesional es aún más dilatada, nada menos que 44 años hizo en julio, y quiere compartir la efemérides con su pueblo. Para ello, nada mejor que regalar a Burlada lo que más le apasiona, la música, en forma de dos conciertos. El mismo 1 de septiembre estarán en el Parque Municipal Potato, otro ilustre veterano con casi 35 años en el escenario, y algún grupo local; y el 11 de octubre traerá a la Casa de Cultura a los húngaros Ozone Mama y a los bilbaínos Los Brazos. Todo gratis.

con nueve meses Como tantas otras familias migrantes, Miguel Rubio llegó a Burlada siendo un bebé, con apenas 9 meses, desde Villanueva del Arzobispo (Jaén). Su padre vino a trabajar en una fundición y con él la familia, madre y cuatro hermanos. Miguel dejó pronto los estudios y con apenas 13 años empezó a trabajar de aprendiz en la peluquería de sus primos Miguel y Francisco Cozar, en principio sin mayor vocación. Al poco tiempo Francisco abrió su propia peluquería en Pamplona, Miguel se quedó en Burlada y con él nuestro protagonista. “De él aprendí el oficio; no es que me enseñara, en realidad aprendías viendo lo que se hacía, igual que los aprendices de los talleres de coches; entonces los chavales lo tenían fácil para empezar a trabajar y se aprendían los oficios así”, recuerda. Todavía conserva la primera nómina de aprendiz, 2.610 pesetas de sueldo, unos 16 euros actuales. “Poco a poco empezabas a cortar el pelo, primero a los familiares y amigos. Algún trasquilón hacía pero ya aprendí a igualarlo”, recuerda.

Nueve años después, en 1983, Miguel Rubio se estableció por su cuenta. Su primo le vendió la peluquería en el número 7 de la entonces calle General Mola, hoy Merindad de Sangüesa, y ocho años después se trasladó a la actual en la calle Mayor. “Aquí llevo 27 años y la verdad es que no me puedo quejar. Siempre he trabajado muy bien, incluso en las crisis”, asegura. Ahora tiene cuatro empleadas, aunque han llegado a ser cinco, y su peluquería es un ir y venir constante de clientes de todas las edades. “Desde bebés, siempre he tenido mucha facilidad para cortarles el pelo, hasta nonagenarios”, señala. Las empleadas trabajan con las mujeres y él con los hombres. “Me gustaría liberarme un poco, pero todos quieren que yo les corte, así que sigo trabajando el que más”, reconoce.

modas cambiantes A lo largo de sus 44 años con las tijeras y el peine, Miguel Rubio ha visto pasar delante de sus ojos los cambios experimentados por las modas de cada momento. “Cuando empecé, todo el mundo llevaba las orejas tapadas. La imagen que hemos visto estos días de Germán Rodríguez con el pelo largo y las barbas era la habitual en aquellos años; solo llevaba el pelo corto el que estaba en la mili”, recuerda. Más tarde se empezaron a enseñar las orejas, “aunque en general a la gente no le gustaba”. Hoy en día, en cambio, se llevan los cortes degradados, “al estilo de los futbolistas, de Sergio Ramos y todos estos”, apunta. “En Internet puedes ver miles de cortes de pelo diferentes. Hay muchos chavales que me vienen con una foto en el móvil del corte que quieren y eso me facilita mucho las cosas, la verdad”, explica.

El que no cambia el corte es el propio Miguel. Siempre se le ha visto con su larga e inconfundible melena. “Llevo 44 años con el pelo largo y no me veo de otra forma. Las chicas de la peluquería me lo recortan un poco un par de veces al año pero si me lo cortan más de la cuenta me veo raro; igual cuando me jubile me pongo una coleta”, bromea.

Y es que Miguel Rubio piensa ya en la jubilación, que calcula llegará “en un par de años”. “Mi idea es ir restando de los 65 años todos los días que me debo a mí mismo. De joven nunca tuve vacaciones en verano y de adulto, apenas dos semanas al año, así que calcula los días que me tengo que coger. Y no voy a perdonar ni uno”, asegura. Tiene pensado irse a vivir largas temporadas a Málaga y disfrutar del clima mediterráneo, de la bicicleta, de la comida, de la cerveza y de la guitarra. No sabe qué pasará con su peluquería porque sus dos hijos (Mikel y Jone) van por otros caminos laborales. Él ha terminado Magisterio y ella estudia tercero de Enfermería. “Me han visto currar y currar, y creo que eso les ha echado para atrás”, reflexiona. Si no la quieren las empleadas, “pondré a alguien que la lleve”, augura.

Mientras piensa en la jubilación, Miguel Rubio sigue soñando con la música que tanto le apasiona, sobre todo el blues. De joven recorrió Europa detrás de los Rollings, Pink Floyd, Springsteen y tantos otros. Desde 2006 empezó a organizar conciertos de blues en Burlada y todavía sigue, primero en la peña Euskal Herria y ahora en el recién terminado festival Burlada Blues, una referencia a nivel nacional. Y para celebrar el aniversario, nada mejor que más música.