pamplona - “En 1963 un madrileño de trece años que suele ir todos los días al canódromo del barrio de Caño Roto, Madrid, se encuentra un día tras volver de los galgos a dos hombres en su casa intentando violar a su hermana que en ese momento está desnuda. Rápidamente coge la escopeta con la que su padre le enseñó a cazar y mata a los intrusos. Desde entonces, y dado que en la época de Franco esto hubiera supuesto lo peor para el menor, se ve obligado a huir haciendo autostop y consigue llegar desde Alcobendas hasta Pamplona. Desde allí un camionero de Burlada le lleva a Biarritz, donde comienza a buscarse la vida”. Esta es la sinopsis de la novela basada en hechos reales que José Díaz (nombre ficticio) está escribiendo. Este sintecho natural de Madrid se encuentra desde principios del mes de octubre viviendo de la caridad de los ciudadanos de Pamplona. En la avenida de la Baja Navarra, en concreto frente a la sucursal del banco Caja Mar, José Díaz ha conseguido gracias a una caja de cartón y a una serie de bultos crearse su propio escritorio. En él, un cuaderno y un bolígrafo son las herramientas que utiliza para dar rienda suelta a su imaginación y recrear en prosa la historia real de un joven que conoció hace ya muchos años.

“Tengo 62 años y llevo ocho meses en la calle. Me separé, me quedé sin trabajo y de la noche a la mañana me vi en la calle”, expresa Díaz. Estando en Madrid y viviendo en la calle, José Díaz se arriesgaba a que la gente que le conocía le dijera a su familia cuál era su situación actual y por tanto decidió venir a Pamplona, ciudad que ya conocía por visitas en el pasado. “Mi familia no sabe que estoy así, saben que estoy en Pamplona pero no cómo. Pretendo ir una vez al mes a ver a mis hijos y a mis nietos, ellos se creen que estoy en casa de una amiga viviendo”, comenta.

novela encaminada José Díaz siempre ha sido un arduo lector y ahora ha visto el momento idóneo para comenzar con su propio libro. “Llevo entre cinco y seis meses escribiéndolo y el proyecto ya está muy avanzado. La gente que lo ha leído hasta ahora me ha dicho que está muy bien y el trabajador social me ha dicho que por Internet podríamos publicarlo o buscar a alguien que lo haga, yo ahora mismo no tengo medios”, declara el madrileño. A pesar de su situación, este aspirante a novelista mantiene la esperanza y expresa estar ilusionado, aunque “el porcentaje de venta de un escritor que empieza es muy pequeño”.

Según él, escribir esta novela le supone un gran satisfacción y se conforma con que la gente la lea y le de su opinión. “No he sido negativo mientras la escribía, al revés, me lo he ido creyendo conforme avanzaba. La he leído cuatro veces para ver que cambios hacer y la verdad que me ha hecho llorar porque en algunos temas es delicada”, confiesa Díaz.

una vida difícil Desde su llegada a Pamplona, José Díaz combina dormir en un cajero con hacerlo en una pensión. “Si un día como caliente duermo en el cajero y si otro como frío lo hago en la pensión, que vale quince euros”, comenta. Tras haber consumido sus tres días en el albergue del Ayuntamiento de Pamplona, el madrileño ha ido buscando un sitio donde establecerse. “Estoy en un sitio de paso muy bueno, aquí la gente es maja, campechana e intentan ayudar siempre, porque como me ven bien escribiendo un libro y además no bebo, todo eso lo valoran”, expresa José Díaz, que desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche se sienta tras a su improvisado escritorio para redactar.

En cuanto a las autoridades, Díaz expresa que siempre le han tratado bien y le han dejado “en paz”. “Se respeta mucho, cosa que en Madrid no ocurre, allí se llevarían todo, hasta la caja de cartón. Es complicado vivir en la calle en ciudades grandes como Madrid, Barcelona o Valencia”, finaliza Díaz. A punto de jubilarse, Díaz dedicó su vida a la albañilería y a la construcción y ahora debido a este “duro” giro que ha dado su vida espera terminar sus días en su ciudad natal. “Yo no estoy empadronado aquí por lo que no me corresponde ayuda de ningún tipo. En Madrid me corresponde la renta mínima por lo que me darían cuatrocientos euros en vez de seiscientos, que es el dinero que le están dando a algunos de los compañeros que ahora también están en la calle aquí en Pamplona”, valora.

Hasta que regrese a Madrid, su única aspiración ahora es terminar y publicar su libro y encontrar una habitación donde vivir.