hora mismo, Arizkun podría ser escenario de cualquier película del Oeste, de una escena previa a un duelo, en la que las calles se ven desiertas, y sólo se escucha el leve silbido del viento.

El confinamiento del coronavirus lo aplican a rajatabla, según comenta Lupe Zubeldia, que trabaja en el estanco. El establecimiento es estos días, más si cabe, el centro neurálgico de Arizkun, pues además de vender tabaco y prensa, también es una pequeña tienda, donde, ahora más que nunca, los vecinos compran todo lo indispensable para el recogimiento en casa.

Comenta Lupe que se están vendiendo más periódicos, revistas y pasatiempos que nunca, y los vecinos también van más a comprar productos de limpieza y comida. Los vecinos cumplen muy bien las medidas de prevención, "sólo pueden estar dos clientes a la vez en la tienda, y los demás, esperan en fila, fuera", pero no sólo en la tienda, "en las calles no se ve a nadie, todo el mundo sale a comprar lo justo, y se va a casa".

Nazario Urrutia vive con su mujer, Pepa Ariztia, su hijo, su hija, el marido de ésta y sus dos nietos, "somos siete en casa". Está jubilado, pero le gusta trabajar la huerta, aunque la tiene abandonada: "Es una pena, iría a gusto a preparar la huerta pero tenemos que estar en casa por lo que habrá que ver qué pasa. Normalmente, los últimos años como tomate de la huerta antes de fiestas de Arizkun (San Juan, 24 de junio), pero este año, creo que no va a ser posible", lamenta. Sólo sale de casa para comprar el pan, el periódico y algo de comer, nada más. Y en casa, para no estar demasiado tiempo quieto, se ejercita en la bicicleta estática, "si no, cuando acabe esto no nos vamos a poder ni mover", se lo toma con deportividad.

Asun Istilart vive con su marido Javi Gutiérrez, y sus tres hijos de 9, 7 y 4 años. Según dice, a ella le gusta mucho estar con la gente, salir a la plaza, relacionarse con sus vecinos, por lo que se le está haciendo duro, igual que sus hijos, que están acostumbrados a jugar en la calle con sus amigos, "los echan mucho de menos", aunque reconoce que "tenemos suerte, porque delante de casa tenemos un terreno bastante amplio donde podemos estar, jugar, tomar el aire". Trabaja en el Centro Hospitalario Benito Menni de Elizondo, y estos días han empezado a hacer turnos de 12 horas. "Es complicado. Por una parte, tengo que conciliar con mi marido, que ha tenido que pedir libre en su trabajo para quedarse con los hijos, y por otro lado está también el cansancio, la responsabilidad y la preocupación, porque trabajamos con personas, personas vulnerables que al fin y al cabo, también son nuestra familia", apunta". También le está costando un poco el tener que hacer de profesora porque "al fin y al cabo son tres hijos, y cada uno tiene sus deberes".

Álvaro Soulé es un joven arizkundarra que vive en el barrio de Bozate. Junto a su padre, Cesáreo, trabaja en la empresa familiar, Mármoles Soulé, empresa dedicada al arte fúnebre desde lápidas, panteones, restauraciones, trabajos en cementerios, talla en piedra y/o esculturas. Los últimos días, todo el trabajo exterior se ha paralizado por lo que aprovechando el confinamiento están adelantando trabajos que habían dejado a medias. Además, están llevando otros trabajos de mantenimiento en el taller que tienen en casa, en el museo donde guardan sus creaciones, y también están pintando los balcones de casa. Pero no todo es trabajo, Álvaro no es de los que suele estar parado, es un gran aficionado a la montaña y al piragüismo, y echa de menos salir de casa, dar un paseo, zambullirse en el agua con su piragua, y reconoce que se le hace duro no salir. De todas formas, no se aburre. Hace poco compró una cama elástica y expulsa la adrenalina a base de saltos. Y cuando se aburre, se monta un rocódromo entre su habitación y el balcón. Imaginación no le falta.

Se le hace raro escuchar tanto silencio, "normalmente suelo ver pasar a mucha gente paseando o en bici por delante de mi casa, pero ahora sólo se ven coches de empresa, o camiones". Álvaro se muestra un tanto preocupado por lo que ocurrirá con el festival Arizkun Rock, que como los últimos años está previsto para el 19 de junio, dentro de las fiestas de Arizkun: "Habrá que ver qué pasa, la verdad es que este año lo tenemos todo bien atado, pero a ver si podemos celebrarlo", apostilla.