- Un auzolan tecnológico se ha puesto en marcha en Navarra para hacer frente a la carencia de materiales de protección que están sufriendo los equipos sanitarios y asistenciales que trabajan en los hospitales, centros de salud, residencias de mayores o servicios asistenciales.

En otro ejemplo de solidaridad y de trabajo en común, 700 personas que disponen de impresoras de 3D -una máquina que no llega a los 300 euros, capaz de crear piezas a partir de un diseño hecho por ordenador- están colaborando desde todos lo puntos de la geografía foral en la elaboración de pantallas faciales de seguridad, que tras su montaje y desinfección son enviadas directamente a los lugares que las solicitan.

14.000 protectores han sido confeccionados y remitidos desde el pasado lunes a diferentes destinatarios, de Pamplona y de otras localidades, como el envío realizado a primera hora del viernes pasado a la zona de Andosilla, con 180 pantallas, y la previsión de mantener el ritmo de producción mientras sea necesario en la lucha contra la pandemia.

La iniciativa partió de un grupo de makers, expertos en nuevas tecnologías, tras conocer la existencia en un canal de Telegram del grupo de voluntarios CoronavirusMakers, que se estaban organizando para hacer llegar a los equipos sanitarios material que no disponían, como mascaras para la cara o respiradores hospitalarios, tan necesarios en estos críticos momentos.

Uno de los promotores, Sergio Pérez García, comentó sobre el proceso de gestación de este proyecto en Navarra que "comenzamos siendo una veintena, buscando la forma de contribuir a las necesidades de los sanitarios con lo que podíamos aportar nosotros. Al poco tiempo éramos 400 y ahora somos más de 700 usuarios, dispuestos a aportar nuestro grano de arena en ayuda de la comunidad. Creo que es un ejemplo de lo que es esta tierra, de cómo somos capaces de organizarnos desde la base para ayudarnos unos a otros".

Dado el elevado número de usuarios, la red se ha distribuido por zonas geográficas, con coordinadores en Sakana, Tierra Estella, Baztan, Sangüesa, Zona Media y Ribera así como Pamplona y Comarca. Una vez organizados y detectadas las necesidades, el proceso se dirigió hacia la elección del modelo de máscara facial que sus máquinas de 3D debían comenzar a imprimir cuanto antes dadas las necesidades en los primeros días, para lo que era necesario contar con el visto bueno del Colegio Oficial de Enfermería, como principales demandantes de las pantallas protectoras. "En cuanto tuvimos el visto bueno, cada uno desde su casa comenzó el proceso de fabricación de las diademas, al mismo tiempo que se articulaba la disposición de materiales, de recogida y de entrega", comentó Daniel Losantos, coordinador en Navarra.

El proceso de impresión es tan sencillo como conseguir el archivo validado, compartirlo e imprimir. Lo único que se requiere, además de la impresora 3D, son las bobinas de material plástico (Pla u otros), un ordenador que tenga instalado el programa correspondiente (como por ejemplo el software libre Cura) y un archivo .STL con el diseño específico.

Lo que imprimen es una de las tres partes que componen las máscaras de seguridad, la diadema, que más tarde se fijará a la parte superior de la cabeza y en la que se inserta una lámina de acetato transparente. La pantalla de protección se termina con la colocación de unas gomas que ayudan a fijarla al rostro. La realización de cada pieza requiere unos 40 minutos y 15 de gramos de filamento plástico, que se vende en bobinas de un kilo y viene a costar 20 euros a precio de mercado, por lo que con cada bobina se pueden confeccionar 66 elementos. Por día, la media ronda las 40 diademas elaboradas por usuario.

Otro de los participantes en la iniciativa es un joven 23 años, Pablo Aragón, graduado en ingeniería mecánica y responsable de la ciberaula y el laboratorio de impresión en 3D de la Casa de la Juventud, además de entrenador del equipo de la Liga Lego de Robótica Educativa. "Una parte importante es la logística para conseguir hacer llegar el material que cada usuario necesitaba y cómo hacer llegar las pantallas a los sitios donde se necesitan".

Gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Iruña, Policía Municipal, Colegio de Enfermería, Cruz Roja y DYA se ha creado una red para la recogida de las citadas diademas en los domicilios y traslado al centro de descontaminación instalado en las dependencias de la Policía Municipal, donde un grupo de voluntarios de la Kong Ayuda, Rescate y Salvamento y el cabo Juan Antonio Castro se encargan de desinfección con ozono y montaje completo, listas para ser enviadas a los centros hospitalarios o asistenciales.

En esta tarea han tomado parte personas de perfiles y procedencias muy diferentes. Aimar Romero es uno de los benjamines de la red. Tiene 15 años y en esta semana ha sido capaz de realizar 87 protectores con sus dos impresoras 3D y habría podido hacer más "pero mi hermana tiene que estudiar y la impresora hace ruido". Según comentó el lunes, dispone de una partida de pantallas para ponerlas a disposición de las personas que atienden en los comercios del II Ensanche.

Severino Fernández tiene 75 años y es un mecánico jubilado que se define como un "científico cacharrero", que permanece confinado en Aldunate. Por casualidades de la vida, recibió pocos días antes del confinamiento una impresora 3D, después de interesarse por dicha tecnología por la curiosidad que según reconoce le acompaña desde siempre. Incluso había comenzado a recibir formación, pero el estallido de la crisis le impidió dominar la impresión en 3D. No ha sido obstáculo gracia a un amigo de la Txantrea, Tomás, que le asesorado para poder 36 máscaras, hasta que la falta de material le ha obligado a parar.

"Es una idea que nace de la base

y demuestra cómo es la gente de esta tierra"

'Maker' de Pamplona