- El pasado 3 de mayo escribía una página más de su extensa historia. Celebró sus 109 cumpleaños menos arropada que de costumbre, en plena pandemia. Ella es plenamente consciente de que hay un virus muy contagioso y que hay guardar las distancias y evitar acercarnos, sobre todo a personas mayores como ella. Era una niña cuando, nada menos que cien años atrás, conoció la gripe española que, a diferencia de otras epidemias, también afectó a jóvenes y adultos saludables. “Recuerda que tendría siete u ocho años y que los padres capuchinos iban a su pueblo a cuidar de los enfermos”, destaca su nieta Itziar Moneo. Desde entonces María Cruz Martínez de Irujo Baquedano no ha vuelto a vivir nada igual. “Nos ha visto que no podíamos ir a trabajar ni los niños al colegio, que hay que llevar mascarillas, y ella lo entiende todo aunque haya que recordárselo. Recuerda mejor las cosas de antes que las más recientes”, asegura Itziar. María Cruz se crió en Izcue en una familia de agricultores. Eran 11 hermanos pero nunca les faltó de nada. En aquellas casas de labranza había huerta, animales y disponían de lo principal para vivir. También se trabajaba. María Cruz se casó en Arazuri, tuvo cuatro hijos que le han dado tres nietos y cuatro biznietos. El Ayuntamiento de la Cendea de Olza le regala desde hace nueve años, como si de una cuenta atrás se tratase -desafiando al destino- un ramo de flores. “El día de su cumpleaños se acercó la gente del pueblo hasta el jardín de la casa y ella salió al balcón. Hay dos chicos del pueblo que vienen a tocar el acordeón y la trikitixa, y a ella le gusta mucho el acordeón”. También recuerda las fiestas de antaño cuando las casas se llenaban y había que cocinar para familiares y invitados. “Ella dice que a la tarde se iba al baile, por la noche no había orquesta”. Una mujer tradicional y de fe que hasta hace poco escuchaba el rosario por la radio. “Ahora se adormece más. La movilidad es reducida pero está fuerte todavía”, asegura su nieta, que admira a su abuela por ser una mujer “que se ha sabido adaptar a los tiempos, amable y respetuosa con los demás”. En Arazuri vive parte de su familia. Ella vive con su nuera, que es su cuidadora principal, y un nieto. Hasta los cien años no paraba quieta. “Cogía la azada y limpiaba el jardín si veía alguna mala hierba”, destaca quien cree que mujeres como su abuela han llevado una vida “diferente pero más saludable y sin estrés”. Su debilidad a la hora de comer es el chocolate y los dulces a los que “nunca dice que no”. Ha gozado de buena salud exceptuando unas fiebres tifoideas que cogió siendo pequeña. Le ha gustado coser pero sobre todo ha cuidado de su familia con mimo. Familia que ahora vela por ella.

“La abuela se ha sabido adaptar a los tiempos, una mujer abierta y respetuosa

Nieta de María Cruz