- En circunstancias normales, las fiestas de Bera habrían comenzado ayer al mediodía. Este año, sin embargo, no ha sido posible y a esa hora, además del repique de campanas, ayer se realizó un sencillo y emotivo homenaje a las personas que sufrieron las represalias de la guerra y la posguerra de 1936. Tal y como señaló Jon Abril en su intervención en euskara, tras escuchar el sonido de la txalaparta, con Oskar y Amaiur Goñi, padre e hijo, con las makilak, "no es la mejor época para las fiestas, ya que vivimos una situación que no habíamos visto en muchos años, pero no es la primera vez que nuestro pueblo se queda sin fiestas. Aunque la situación actual es dura y difícil, la que se sufrió entre 1936 y 1939 fue mucho mas amarga en la historia de nuestra localidad".

El acto se realizó en la Plaza del Ayuntamiento, Herriko Etxeko Plaza, un punto de reunión durante las fiestas patronales, pero en la que también se han producido las imágenes mas oscuras de la historia local. Al igual que los fusilamientos que se multiplicaron n en aquella época en las canteras de Argaitz (el lugar con mas asesinados de toda Navarra, como consecuencia de la represión desatada tras el golpe de 1936), esa plaza fue testigo de un acontecimiento de especial crudeza 84 años antes, el 2 de agosto de 1936. Y precisamente, ayer quisieron recordar en ese día tan señalado, sin ambiente festivo, a las personas que fueron fusiladas, represaliadas y víctimas en la Guerra Civil, "agradeciendo su lucha a favor de la libertad".

Y es que como recoge el historiador Fernando Mikelarena, en su libro Muertes oscuras, a principios de agosto de 1936 Bera vivía un ambiente sórdido. El 1 de agosto, Ladislao Visier Zubiri, primer teniente comandante militar de Bera ordenó que si para el día siguiente, a las 2 de la tarde no regresaban las personas y militares huidas de la localidad, sus familias serían expulsadas, una amenaza que cumplió, ya que unas 20 familias, niños, niñas y personas mayores incluidas, fueron introducidas en camiones, para ser expulsadas a Iparralde, o mas lejos, como al campamento de refugiados de Saint Gilles Croix de Vie, en el valle de Loira (Francia).

Jon Abril señaló que "todavía hay gente que piensa que estas son cosas del pasado y que no tienen por qué darse a conocer, pero no es así, para que un pueblo siga adelante, tiene que saber mirar atrás para saber qué sucedió y por qué sucedió, un pueblo debe saber aprender de sus errores, para mantener sus ganas de mejorar". Abril abogó por buscar la verdad, la justicia, el reconocimiento y la reparación, "por que queremos un pueblo y una sociedad libre".

Tas las palabras de Jon Abril, Kattalin Berasain y Xiker Lizardi bailaron un emotivo aurresku, al son del txistulari Asier Oses, a las personas congregadas en la plaza, muchas de ellas familiares y allegados de aquellas víctimas. Después llegó la ofrenda floral, que se realizó en la escultura esculpida por Mikel Iriarte Antxorena, que representa a dos personas abrazadas, e inaugurada el 18 de noviembre de 2018 en homenaje a los "olvidados" de la guerra. Finalmente, fue el turno de Ekhiñe Zapiain, Irati Iriarte y Olaia Iantzi, que acompañadas por la guitarra recitaron y cantaron una hermosa canción en recuerdo de aquellas personas "olvidadas".

Precisamente hace dos años, estas personas "que tuvieron que pagar un precio demasiado alto por luchar por la libertad" pudieron prender el chupinazo de las fiestas. Desde aquella fecha, tristemente han desaparecido personajes históricos como Paco Perez Lusarreta, el último gudari del Batallón Gernika o Genoveva Aldazabal, que siendo una niña tuvo que huir a Francia son su familia, pero su recuerdo estuvo presente también en el acto de ayer.