esulta sorprendente y, enseguida, admirable, el recorrer el patrimonio humano y artístico vaciado de Navarra y encontrar un singular renacimiento como el de Ezperun. La familia Elizari Redín, comandada por Jesús Mª, se aferró con fe al pequeño hilo de vida que, de anciano, le quedaba al patrimonio del lugar. Hecho propiedad por la familia a través de sus padres en las décadas medias del siglo anterior, este pueblo logró evitar su fatal deceso. La familia lo consiguió a través de un auxilio sustentado en una decisión personal y acertada; toda una asistencia en el propio lecho del pueblo de su infancia, insuflando el mejor oxígeno posible: ese que se viste de verde esperanza y cariño familiar. Traje cuyos patrones y corte es todo un gesto inolvidable. Una acto de generosidad que perdurará siempre entre su nutrida descendencia; y en los anales del catálogo monumental de nuestro Viejo Reino. Una puesta en valor del patrimonio navarro de la que no estaría mal tomara nota la autoridad correspondiente y devolviera al lugar su importancia valorando el gesto de la familia para con la iglesia de Ezperun.

No sería de extrañar que el bellísimo cristo de marfil de la ahora recuperada iglesia de la Purísima de Ezperun, y que es pieza relevante del Museo Diocesano, se pusiera a sonreír tras la recuperación para la vida de, su nunca mejor dicho, su casa materna de la Inmaculada. Y sus desmontadas campanas se pusieran a repicar en su nueva casa del pamplonés barrio de Ermitagaña.

Inagotables en sus ocupaciones profesionales, los hermanos cedieron al esfuerzo por la jubilación, pero siguen rehenes de sus inquietudes. Hete ahí, en Ezperun, que un día, hace sólo un puñado de años, se acercaron al desvencijado caserío y a su templo arruinado por malezas y olvido, para solucionar una filtración de agua en una de las techumbres. Y esa gotera prendió la mecha que ha terminado por devolver una vida plena a Ezperun. Todo con mucho recorrido personal en cuanto a lo económico, lo constructivo, la imaginación, el respeto natural, patrimonial y espiritual. Y lucida, también, han sido las intensas lidias y finas faenas a pie y manufactura de obra del puentesino Javier Gorráiz.

Renacimiento de Ezperun

Palacio e Iglesia

Ezperun es un lugar del Valle de Elorz y de la merindad de Sangüesa. Fue un antiguo señorío de origen medieval ya documentado en el siglo XI. Desde el siglo XV hasta el XIX perteneció a la familia de los Donamaría-Cruzat. La casa principal fue reconocida como Cabo de Armería por la demostrada procedencia de nobleza del Reino de Navarra. Se ha recuperado el palacio, del que no quedan restos de heráldicas y elementos originarios; y el resto del caserío en sus estructuras principales: techumbre, muros, cerramientos... La amplitud y perfecta adecuación de los espacios no tienen un destino concreto, aunque serían perfectos para cualquier iniciativa privada, cultural o social. De momento, y ya es un gesto de envidiable altruismo, el pueblo está listo y protegido para otros tantos siglos de digna existencia.

Mas la atalaya física, artística y emocional de Ezperun es el templo de la Purísima Concepción. Una iglesia hasta hace poco tiempo arruinada pero hoy reconcevida, haciendo un guiño a la titular, Purísima Concepción. Estas iniciativas dan sentido a la oración que dice ¡...y eternamente lo sea en tan grandiosa belleza.., alma vida y corazón!

Esta iglesia es de origen medieval, aunque la cubierta y bóvedas nerviadas son del XVI. Su planta presenta una nave de tres tramos y cabecera recta. A la sacristía, que se adosa con coherencia a la cabecera por el lado de la epístola, se entra por una estilosa puerta de medio punto. La puerta de acceso tiene rosca moldurada y recupera parte de un pórtico barroco de ladrillo con arcadas, que se convierten en privilegiados miradores que teatralizan la naturaleza con juegos de luces y sombras.

Todo un gesto de amor. Un regalazo.