Si ellos no llegan, se colapsa todo. Y un valle entero deja de funcionar: Alzuza, Ardanaz, Azpa, Badostáin, Egüés, Elcano, Elía, Ibiricu, Olaz, Sagaseta, Ustárroz, Gorraiz y Sarriguren. También los señoríos de Echalaz, Amocáin, Eransus, Elizmendi o Egulbati, repartidos en los más de 53 kilómetros cuadrados de superficie que conforman el Valle de Egüés, el tercer municipio más poblado de Navarra. Eso es mucha nieve que quitar para facilitar la vida de sus casi 21.000 habitantes, aunque podría decirse que el equipo de Servicios Múltiples del Valle de Egüés, que cubre 15 localidades con otras tantas personas operativas -cinco de ellas de guardia, disponibles las 24 horas del día-, está acostumbrado a los retos. Y Filomena no iba a ser menos.

El temporal ya estaba anunciado, “toda la semana con el runrún hasta que cayeron los primeros copos el sábado”, así que prácticamente la estaban esperando. Preparada para lidiar con ella, la brigada se echó a la calle con dos camiones quitanieves (uno traccional); un tractor, un todoterreno y un quad equipados con pala para quitar la nieve. Los dos camiones, además, cuentan con abonadoras con capacidad para transportar y expulsar 8.000 kilos de sal que recogen de Egüés, donde disponen de un silo de unos cien mil kilos. Han estado a pleno rendimiento: desde el sábado por la mañana hasta ayer a mediodía despacharon más de 30 toneladas de sal, que se dicen pronto.

“Ha sido complicado porque en vez de caer todo de golpe, el sábado estuvo nevando de manera intermitente, poco a poco. Caía, cuajaba, quitabas, seguía chispeando, volvía a cuajar…. Y con mucho hielo. Estuvimos desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche”, relata Joseba Gil, responsable de la brigada. Lleva más de 12 años en el oficio y asegura que cuando entró, hacia 2008, “sí que caían grandes nevadas. Ésta ha sido de las más fuertes en los últimos 8 años, pero no ha caído como caía entonces. Eran más importantes: el sábado llegó a los 10 centímetros pero las habrá habido de 20 o 30”, recordaba. La contrapartida, ahora, es Sarriguren: “Contamos con muchísima más población. Pero también disponemos de más medios y mejor maquinaria”.

También sus compañeros José Antonio Elizalde y Jorge Belza asumen que en los pueblos hay más cantidad de nieve, en el núcleo urbano no tanta, pero su labor se complica bastante. “No es lo mismo echar la cuchilla en carretera y tirar que meterte en Sarriguren o Gorráiz. Tienes que tener cuidado con las arquetas, si le pegas a alguna se te vuelve la cuchilla y tú te vas contra el cristal. Guardias dormidos, saltos, que está todo lleno...Y si te toca quitar la nieve cuando hay poco tráfico vas mejor pero, si no, por lo general los padres y madres que llevan a los críos al colegio no son capaces de esperar a que pase el quitanieves. Te adelantan y se generan situaciones peligrosas”, lamentaban. Aunque siempre hay quien levanta el pulgar, txikis que les tiran alguna bola de nieve y alucinan cuando pasa el quitanieves y que buscan, también, ese bocinazo cómplice. “Cuando la gente es consciente de que estamos trabajando, de que tratamos de hacer lo mejor posible para que no haya incidencias, también se agradece. Es un trabajo que no se ve, pero está ahí”, señalan.

Transporte y colegios

Lo primordial, explican, es que las villavesas puedan circular y que los servicios públicos funcionen. Normalmente les avisa la policía y hacen la ruta, se reparten primero entre Sarriguren y Gorráiz -“aquí, si no, el autobús no sube”- con el camión y después el tractor para “callejear”, porque es “más manejable, tiene la pala más corta, menos cuchilla, y puede entrar por más sitios”. Con él suben también a Alzuza, Ardanaz y los pueblos más altos, que cuentan con más rampas y peores accesos. “La ruta se realiza en función de lo que requiera cada situación, de lo que sea más urgente”. El sábado lo prioritario fue el transporte público, la circulación, y ayer los centros escolares, guarderías y centros de salud. “También las aceras y zonas peatonales, hay que echar sal y quitar con la pala, aunque la mayor parte del trabajo se realiza con la maquinaria”, relatan.

Pero la nieve es solo una de las múltiples labores que realiza un equipo que hace -y sabe hacer- prácticamente de todo. Mantenimiento, fontanería, arreglos en los vehículos… “Hace dos años estábamos en alerta por una nevada y estuvimos por la mañana echando sal y por la tarde preparando un enterramiento. Esas 24 horas al día dan para mucho”, bromean. Pero tienen muy claro lo que echan de menos: “Para mí, cuando sale Olentzero, y la cabalgata de Reyes, es el mejor día del año -confesaba Belaz-. Llevamos las carrozas con los tractores, coches con regalos… Ves la cara de los críos cuando los reciben y es lo más bonito”. También Elizalde recuerda otras actividades que, este año, tampoco han podido celebrarse. “En la San Silvestre de Olaz nos encargamos de repartir una chistorrada de 1.800 bocadillos, y lo a gusto que se la comen con el vasico de vino...”, dice. De momento, aunque haya ganas de normalidad, se conforman con disfrutar de la nieve. Aunque ya quede poca y haya que quitar la mayor parte.