sus 88 años, Bernarda González Salamanca, vecina de Barañáin desde hace dos décadas, viuda desde hace un lustro de Guillermo Mora, con quien estuvo casada 59 años y medio, él pintor de brocha gorda, ella ama de una gran casa toda su vida y oriunda del barrio de Santa Fé de Bogotá (Colombia), encadena 13 meses sin salir de casa nada más que para visitar al médico (el presencial, es decir, cada vez menos) y a la peluquería, así que tenía unas ganas tan locas de estar inmunizada que ni siquiera frunció el ceño cuando ayer, a las 9.40 horas, en el polideportivo de la UPNA, recibió la segunda dosis de Pfizer. La primera se la habían administrado el 20 de marzo. La reacción adversa resultó escasa, apenas una muesca de dolor en el lugar del pinchazo. Las ganas de salir del túnel le podían más. Y es que esta mujer, que cumplió los 88 el pasado 2 de abril, entre ambas vacunaciones, va ahora a "empezar a ver la luz al final del túnel" y esa luz le encamina hacia el paseo de dos horas que disfrutaba todas las mañanas para ver los patos de Yamaguchi. Eso era antes de la covid. Ahora, un paseo por la acera es ya una gozada. "Esta pandemia la han dejado algo tristona, en el sofá de casá, y echa mucho de menos su andar diario. Con la vacuna nos dijo que iba a hacer lo que le dijéramos y lo que le dijimos es que no perdiera ni un segundo en vacunarse", recuerda Esperanza Mora, sexta de los ocho hijos de Bernarda, cuatro chicos y cuatro chicas. Ahora, por la pandemia, Esperanza, de 52 años y trabajadora de la limpieza en el Hospital Virgen del Camino, y su marido Jesús se mudaron de la Rochapea a Barañáin para convivir con Bernarda, a la que ya le falla algo la memoria pero "que se pone la mascarilla la primera y se da más gel al día que cualquiera de nosotros", y otra hija, María Magdalena, y que padece una discapacidad.

Pero si por algo le satisfizo la vacuna a esta abuela de 17 nietos y bisabuela de 8 bisnietos es porque, por fin, tiene la esperanza de reunirse pronto con todos ellos. Bernarda tiene tres hijos en Barcelona y otra hija en Colombia (los cuatro restantes viven en Navarra), a los que no ve desde que celebrara las Navidades de 2019. Por el camino ha cumplido 87, ahora 88, con la mitad de la familia bien alejada. Va tocando la hora de verles de nuevo y de comprobar, también, que los patos siguen en Yamaguchi.

"Mi madre empezó ayer a ver la luz. Lleva casi dos años sin ver a la mitad de su familia"

Hija de Bernarda González Salamanca