El castillo de Cortes, localidad más meridional de Navarra, es una maravilla patrimonial declarada como Bien de Interés Turístico Cultural. Un bellezón integral atravesado con por distintas cronologías e intervenido de la mejor forma para ponerlo en valor: su recuperación a través del amor, esfuerzo y calidad profesional de sus vecinos. Más de 200 cortesinos forman la cuadrilla de su rehabilitación. Es un voluntariado admirable: se recupera, engalana y comparte la joya con el mundo, abriendo sus puertas y pilotando su interior con atractivas visitas (www.castillodecortes.com).

Sus edificios y jardines componen uno de los entramados patrimoniales más espectaculares de Navarra. Sus medidas, de pasarela: el edificio tiene una superficie construida de 4.538 m. y un perímetro, en su mayor parte amurallado, de 310 m; y sus jardines de la parte trasera, hoy de propiedad y de disfrute municipal, son un auténtico oasis y vergel en plena Ribera.

El Castillo de Cortés hunde sus primitivos cimientos de alabastro en el Medievo (siglo XII), aprovechando los relances de la Reconquista. Durante las siguientes épocas de la historia fue ampliado y alterado. De su origen se conservan los propios asientos y algunas dependencias de la planta baja. Su núcleo central fue y sigue siendo el patio de armas.

Tuvo asiento estratégico en el estado navarro por su límite fronterizo con Aragón. Su importancia le convierte en escenario de una nutrida nómina de acontecimientos históricos. Fue durante centurias para distintas dinastías navarras, como lo fueron los castillos de Tiebas, Olite y otros, lugar de descanso y cacerías.

En el Renacimiento fue modificado en profundidad hasta convertirlo en un palacio, aunque sin dejar de tener carácter defensivo.

En plena Edad Moderna, el castillo volvió a ser transformado para lucirse en ladrillo y mampostería, destacando la factura de dos torreones con remate geométrico sobre arco de entrada y parte de la muralla. El aspecto actual del castillo se rinde a los modos neogóticos del XIX. El ramillete de funciones y estilos transversales de este hito arquitectónico se ha interpretado a la perfección por las gentes de la villa hasta convertirlo en un lugar cultural y de ocio de calidad para todos los públicos.

Sus espacios (hall, comedores, sala de baile, costurero, despachos...) y habitaciones (principal, invitados, de los toreros...) han sido fielmente recuperados por el colectivo y gremial esfuerzo de la asociación.

Además, en sus paredes cuelgan valiosas pinturas de los siglos XVI al XIX. Destaca un óleo en la colección: un retrato del duque de Villahermosa de Rolan de Mois.

Todavía quedan por afrontar algunas fases de esta irreprochable recuperación. La principal será la apertura de la torre. Mientras, una de las galerías es marco de la exposición permanente del también cortesino Yacimiento Alto de la Cruz, hallado en 1947, y referente en las Edades de Bronce y Hierro europeas.

Tras la amable y completa vista guiada esta misma semana a cargo Montse, Amanda y Conchi Ausejo, sobreviene el recuerdo de aquellas palabras de Arturo Campion "para lo buenos navarros la filosofía de la historia de Navarra en vez de ser la filosofía de la muerte, debe ser una filosofía de la vida". Aquí, los buenos son los 200 voluntarios cortesinos ; y la buena filosofía, la de recuperar para la vida este espléndido castillo.