"Deberán pasar 100 ó 150 años para que el Vedado de Eguaras pueda estar como lo conocimos. Eso con suerte. Nosotros ya no lo veremos igual". La opinión de los técnicos es unánime, tanto el responsable de Biodiversidad del Gobierno de Navarra, Enrique Eraso, como el responsable de Prevención de Incendios, Mikel Repáraz, o el Guarderío Forestal en la Ribera. El incendio del pasado 20 de julio ha acabado con este paraje sin igual en Navarra que destruyó unas 517 hectáreas de las 1.200 que contiene esta finca privada. La Reserva Natural abarca 500 hectáreas pero de una u otra manera la gran mayoría se han visto afectadas.

Existe también otra cara más esperanzadora, "si todo va normal, veremos algo de color verde la próxima primavera", añaden. Bien es cierto que se tienen que producir muchas circunstancias como la de que en estos primeros días y semanas tras el incendio las lluvias torrenciales no se lleven el suelo fértil. "Un exceso de lluvias no sería bueno. Necesitaríamos que en unas semanas hubiera alguna lluvia que humedeciese el suelo y levantase las cenizas. Lo peor sería una tormenta violenta, porque se llevaría los nutrientes de las cenizas y parte del suelo, que ha quedado completamente desnudo", explica Eraso.

Pinos alepos, lentisco, tamariz, sabina, coscoja, enebro, escambrón, romero, jabalíes, corzos, zorros, alimoches, águila real, buitres, avejarucos, tórtolas o animales anfibios habían creado un entorno de diversidad único integrado en las Bardenas Reales pero con una idiosincrasia propia que le hacía único y que tardará más de un siglo en poder recuperarse si, con suerte, las piñas de los pinos hacen su trabajo. Sin embargo, la propia edad de los árboles (algunos de más de un siglo) probablemente impedirá que las piñas (que no se hayan calcinado con las llamas) se abran y fecunden la tierra tan rápidamente. Como prueba y testigo, el lento crecimiento de la vegetación en los restos del incendio de 2011 que se ven aún en alguna de las lomas y en las que apenas se destaca algún pequeño pino buscando hueco entre tamarices y lentiscos.

Como en una pesadilla, algunos troncos que ya ardieron hace 10 años, y cuyos esqueletos enfrentaban con altanería el cierzo, han visto cómo las llamas les tiraban al suelo definitivamente. En mitad del desastre hay localizadas unas sabinas, únicas en Navarra, algunas de las cuales han sucumbido, mientras que otras (la mitad) han podido subsistir.

El origen fue una cosechadora que trabajaba en la zona y cuyas cuchillas sacaron chispas de alguna piedra al segar el terreno. Una circunstancia fortuita, pero de la que Ecologistas en Acción ya alertó en 2007 y que también generó el incendio de la misma zona en 2016. Según este colectivo "en 2007 alertábamos del cambio que se había producido en la normativa que regulaba el uso del fuego y la prevención de incendios forestales en Navarra, se había eliminado un párrafo, introducido el año anterior, para intentar evitar los incendios producidos por maquinaria agrícola en la cosecha de cereal y posterior empacado de la paja: 'En suelo rústico, siempre que se trabaje con maquinaria a motor a una distancia inferior a los 400 metros de terrenos forestales, se deberá realizar una franja cortafuegos de una anchura mínima de 8 metros en el borde de los terrenos forestales, debiéndose eliminar toda vegetación removiendo el terreno hasta el suelo mineral'. Esta mejora era una herramienta básica para prevenir incendios en el bosque mediterráneo, sobre todo en zonas donde éste convive con campos de cereal".

Volver una semana después al lugar de un incendio deja un cuerpo extraño. Entre la admiración al trabajo que realizaron tantas personas por salvar la naturaleza y la pesadumbre y desolación de ver una Reserva Natural en silencio. Apenas se oye el viento y alguna tórtola o avejaruco que busca dónde posarse, pese a que los guardas aseguran que "los alimoches que estaban anillados han vuelto al nido, donde había algunos polluelos". Mientras la naturaleza sigue su paso, en algunas zonas el humo sigue saliendo de troncos ya calcinados.

El color gris todo lo invade y asombra cómo en pequeñas islas el fuego pasó de puntillas dejando pinos intactos, mientras al lado no ha quedado ni rastro de vegetación y el suelo alcanzó temperaturas inimaginables en los tres días en que las llamas fueron y volvieron casi a su antojo. Solo los cortafuegos podían cercarlas y, como cicatrices de la batalla, han marcado las lomas que debieron sacrificarse para salvar otros espacios. Las lenguas de tierra arañada por bulldozer acabaron con vegetación para poner una línea divisoria entre el rojo del fuego y el verde de la Reserva Natural.

Cuando hay un incendio lo mejor para la recuperación es que pase rápido, que consuma la vegetación más fina y pase rápido. "No da tiempo a que la temperatura llegue a matar todo y facilita el rebrote. Si pasa lento o se queda ardiendo en una misma zona alcanza altas temperaturas y la afección es importante. Puede llegar a matar toda la vegetación que hay e incluso desactivar la probabilidad de rebrotar de algunas especies que lo hacen de cepa o de raíz. Aquí ocurrió en algunas zonas donde la recuperación dependerá de la aportación de semilla nueva, de especies del entorno que se hayan salvado", apunta Eraso.

Algunos guardas señalan que, habrá que esperar un tiempo, un año o dos, para ver cómo reacciona el Vedado pero que a la larga "habrá que actuar y tomar decisiones" sobre si retirar la leña quemada y ayudar a la recuperación de la zona o esperar que se desarrolle según la naturaleza decida. "Espero que en la primavera que viene empecemos a ver los brotes. Ahora es complicado hacer una valoración de qué va a pasar. Hay que esperar. Tardará en llegar a ser lo que era pero hay potencial de recuperación en la zona", afirma Mikel Repáraz.

En un paisaje arrasado por las llamas da la impresión de que se ha detenido el tiempo pero solo para los profanos. "Aunque no nos demos cuenta, la regeneración ya ha empezado. Un avejaruco ha comido algo allí y ha hecho sus deposiciones sobre las cenizas dejando restos de semillas", apunta con optimismo uno de los guardas.