as elaboraciones pasteleras de fecha fija, como es el caso del rosco o roscón de Reyes, o el de San Blas, tienen afinidad con cuestiones religiosas, culturales y antropológicas que desbordan lo meramente gastronómico. El significado universal del círculo es el del origen, lo espiritual en relación con lo material, la eternidad, el ciclo de la vida y el sol, y en este caso el dulce que disfrutarán y festejarán la Epifanía, la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús, millones de personas en el mundo que siguen las religiones católica, anglicana y ortodoxa, más los que no son de ninguna.

Degustar el tradicional rosco de Reyes es tan natural como habitual el día 6 de enero, sin necesidad de detenerse a pensar en la universalidad de un dulce cuyo origen, como se suele decir, se pierde en la noche de los tiempos. En Francia celebrarán la jornada con lo que llaman Galette des Rois (la galleta de los Reyes), en Italia son muy fieles al Panettone, una especialidad de los días de Navidad, y en toda América Latina disfrutan del rosco de harina, flor de naranja (agua de azahar) y mantequilla, decorado igual que aquí con frutas escarchadas.

Víctor Manuel Sarobe Pueyo, el navarro más sabio y estudioso de la cultura de la Gastronomía (su obra espléndida La cocina popular navarra, Pamplona, 1995) es una referencia fundamental) opinaba que la tradición del rosco data de las Saturnales romanas. Eran fiestas en honor del dios Saturno (el único rodeado por anillos, digamos roscos) en las que se elegía rey por un día a quien tocara el haba oculta dentro de una torta de pan, lo que desde 1920, más de un siglo, hacen los amigos de Muthiko Alaiak todos los años.

epifanía Los cristianos adaptarían las Saturnales para conmemorar la Epifanía, atribuyéndole valor de pan bendito, y es en la Edad Media cuando el rosco de Reyes se vincula a la festividad. Este rosco es un regalo de las cocinas nobles del Renacimiento italiano, cuando las antiguas tradiciones se adornaron con la fantasía orientalista que cortesanos y artistas de Venecia, Florencia y el Papado dieron a los productos cultos. Fue entonces cuando la modernización de los más poderosos fue singular, también en la mesa.

En torno a este dulce tradicional han surgido muchas costumbres locales en las que se inserta la de los reyes efímeros, con carácter más o menos burlesco y no siempre elegidos por la suerte del haba seca. Antaño en Aoiz se elegía con la baraja de naipes, al que le tocaba el as de oros, el “orón” que decían, y en la corte de Olite , en fiesta introducida por los Teobaldos, se invitaba a los niños de la localidad donde estuvieran los Reyes de Navarra, de donde la conmemoración del Rey de la Faba en feliz iniciativa que como se dice trasciende gracias al Muthiko Alaiak.

EN MÉXICO A título particular, para el Valle de Baztan se tiene a honor que el rosco de Reyes que disfrutarán en el Distrito Federal, la capital de México, se empezó a elaborar hace 152 años por la pastelería La Vasconia, casa que en 1870 fundó Marcelino Zugarramurdi, arizkundarra que emigró, se considera la más antigua de México, en el edificio del siglo XVIII que le acoge en el Centro Histórico desde su origen y una próspera empresa familiar. Desde el 1º de enero elaboran unos 500 roscos diarios, hasta la Epifanía o día de los Reyes Magos. Precisamente aquí fue donde la señora Isabel Iribarren (+), etxekoandre de la familia, puso los cimientos de Baztan Eguna, la fiesta de los baztandarras de México. En origen, invitaba a comer en su casa el día 1º de mayo pero la fiesta fue creciendo y ahora se celebra en la Euskal Etxea, aunque siguen aportando la pastelería del postre.