Tras una vida detrás de la barra y en la cocina, a Daniel Palacios Artaso y a Pilar Planillo Vicente les ha llegado el momento de parar. Hace 28 años, en la primavera de 1994, se hicieron cargo del bar-restaurante Erdialde de Garde (Valle de Roncal), junto a Isabel Palacios, hermana de Daniel. Desde que abrió sus puertas el 8 de julio de 1973, el nombre de Erdialde ha estado estrechamente ligado a los Artaso, promotores del edificio donde se ubica el negocio, y familiares de su primera gerente: Andresa Artaso Marco, madre de Daniel e Isabel, y de sus hermanos Patxi y Sara.

“Aquí todos hemos arrimado el hombro cuando tocaba”, rememora Daniel sobre el tiempo en el que su madre estaba al frente de Erdialde. Los cuatro hermanos compaginaron estudios y otros empleos con el trabajo familiar, dando servicio a la población de Garde y a sus visitantes. La primera vez que entró a la barra Daniel tenía 12 años. “Mi padre me hacía entrar el rato que descansaba para poner vino a los clientes subido a una barca de cervezas”, sigue sacando recuerdos de la memoria. Andresa aprendió los primeros platos de la carta gracias al conocimiento de su cuñada, Basi, que regentaba otro restaurante en Donostia. Del esfuerzo de Andresa nació la relación íntima Erdialde con los clubes de alpinismo. “Mi madre se esperaba lo que hiciera falta y les daba de comer cuando bajaban del monte, aunque fueran las cinco de la tarde”, resume Daniel.

Esa unión del restaurante con el montañismo se ha mantenido hasta las últimas fechas en las que Erdialde estuvo abierto, hasta bajar la persiana el pasado día 31. “El 20 de diciembre vino uno de los grupos históricos y nos hicieron ese regalo”, expresa Pilar Planillo, mientras señala en la pared un cuadro con los escudos nobiliarios de los apellidos familiares.

Apuesta vital

Planillo, nacida en Cascante, llegó a Garde en un viaje de juventud con amigos, conoció a Daniel y se quedó. “Yo no tenía nada aquí”, explica, sobre su apuesta vital en el Pirineo, donde ambos han construido su proyecto familiar. En sus casi tres décadas al frente del negocio han mantenido el rumbo e incluso ampliado su fama, aprovechando el auge del turismo rural y deportivo de montaña. En este tiempo, sus hijos Aitor (22 años) y Amaia (20) también han sido un pilar importante. “A los dos les ha tocado ayudar”, afirman Daniel (61 años) y Pilar (53). Pero ahora, ambos hijos han tomado sus propios caminos profesionales, y las fuerzas de los progenitores marcan el momento de parar y que el Erdialde afronte una nueva etapa en otras manos.

Futuro

“Las paredes no valen nada, lo que vale es el negocio”, sintetiza Planillo, defendiendo un negocio que funciona. Quien decida apostar por Erdialde, sostiene la pareja, “se lleva un establecimiento que funciona y una muy buena cartera de clientes”, además de un bar-restaurante totalmente acondicionado. El deseo de Daniel, Pilar y de la familia Artaso, es que el relevo siga la función que Erdialde ha tenido estos 48 años de vida. “No es solo un bar, es también un espacio social”, explica Planillo. En Garde durante todo el año viven entre 80 y 90 vecinas y vecinos. “Pero hay casas para 400 personas y la gente viene todos los fines de semana”, destaca Daniel. El turismo rural, los casi dos años de pandemia y las posibilidades que les dan las redes sociales han supuesto un “revulsivo” para la zona por el auge de visitantes, y por tanto, para los negocios del Valle de Roncal. “Desde verano hasta otoño ha sido un no parar”, relatan ambos. Las personas interesadas en llevar las riendas de Erdialde pueden recibir más información en el Portal de Relevo de Negocios de la web navarraemprende.com del Gobierno de Navarra.

En estos 28 años Palacios y Planillo han recibido ofertas para hacerse cargo de negocios de hostelería en Roncal, Pamplona, y algo más lejos, en Marbella y Madrid. Pero su arraigo en Garde y su entrega al Erdialde les hizo rechazar todas. Su agradecimiento a la gente, insisten una y otra vez, es enorme. “Desde que anunciamos que cerrábamos en septiembre han sido muchas las despedidas”, expresan, con gratitud, a todas las personas que se han acercado estos meses, con regalos o a compartir recuerdos; y por supuesto, también a todas las personas que en algún momento pasaron por Garde y saborearon las famosas manitas de cerdo, la merluza o la torrija al pacharán con láminas de cuajada y nueces, entre otras recetas, que hicieron de Erdialde un epicentro social de Garde, que ahora aspira a no perder su papel.

El cierre del “bar del pueblo”, como le llaman sus habitantes, supone que, por ahora, el bar del camping se queda como única opción de hostelería en Garde. Pero en la villa guardan la esperanza de que el esperado relevo llegue más temprano que tarde.