La mañana del 8 de noviembre del año pasado, Stela Madoz, profesora de sexto de primaria del CPEIP Añorbe, llegó a clase con una propuesta que caló en sus alumnos y alumnas desde el primer momento: colaborar con una campaña para salvar a los tiburones. Un proyecto que puso en práctica lo aprendido en clase y que también creó conciencia en los escolares sobre el cuidado y el respeto del medio ambiente y todo lo que esto engloba. “Vi en instagram la campaña ‘STOP FINNING’ para recoger firmas y acabar con la matanza de tiburones en Europa. Les comenté la idea. Les encantó porque les tocó mucho la fibra”, explica la profesora.

La iniciativa ciudadana necesitaba recaudar un millón de firmas para que se estudie, desde la comisión Europea, la propuesta de prohibir esta práctica, que mata los tiburones para el mercado de la sopa de aleta de tiburón y España está a la cabeza de estas exportaciones. El reto se logró el 18 de enero y fue, en parte, por el trabajo de esta aula.

Stela, vecina de Mañeru, es buceadora y amante de los tiburones, así que, al encontrarse con la iniciativa, pensó que sería un proyecto interesante para trabajar los valores con los escolares. “Están en una edad en la que empiezan a tener conciencia sobre estos temas”, cuenta. De esta forma, lo que iba a ser una actividad de una sesión de clase se convirtió en una meta para estos alumnos y alumnas. “Los libros les enseñan qué animales están en extinción, pero de está forma entienden el porqué y el impacto que tienen estas acciones en el ecosistema”.

Tras esta acogida, además de empezar a recoger firmas, comenzó una lluvia de ideas para difundir esta campaña entre la población y se pusieron manos a la obra. “Enviamos una carta al alcalde de Añorbe para que lo extendiera en el bando del Ayuntamiento, pusimos carteles por todo el valle, enviamos las fotos y los murales trabajados a la página oficial europea”, relata Stela.

Además, realizaron una ‘competición’ en el aula para que cada uno de los txikis recogiese 50 firmas entre su entorno. “Al no ser mayores de edad ellos y ellas no podían firmar, pero concienciaron a sus familiares y conocidos y han logrado un montón de firmas”.

Ilusión y nervios

Este proyecto despertó la ilusión y la esperanza entre los alumnos y alumnas por lograr el fin de este comercio, aunque, confiesan, también los nervios. “No creíamos que lo fuésemos a conseguir, porque el plazo se terminaba el 31 de enero y a principios del mes todavía íbamos por la mitad”, cuenta el alumno Anai Aramburu, que asegura estar “contentísimo”, por haber conseguido las firmas.

Como él, también lo está Aitana López, que comenta que es “muy triste” que se realicen estás acciones. Odei Marín se sorprendió al escuchar las explicaciones de su profesora y cree hay que actuar ya para evitar que se destruya, aún más, el ecosistema. “Los tiburones no tienen que sufrir por culpa de los humanos, porque ellos no han hecho nada”, asegura la alumna Sara García.

Ana Fernández, Kederlyn Tavera, Nikole Cárdenas, Martín Luengo y Fernando Astiz forman el resto de la clase que ha trabajado en este proyecto. Ahora, todos ellos y ellas esperan con ansia la respuesta de la Comisión Europea y desean que se cese esta acción que provoca el peligro de extinción de los tiburones y otros animales marinos.