El pasado lunes 18 de abril por la mañana un grupo de amigos pescaron en el río Ebro junto al paseo del Prado de Tudela un ejemplar de siluro de 2,10 metros de largo y 70 kilos de peso. Tras una larga lucha de más de 20 minutos entre el animal y el pescador, Suxo Mendoza Clavería consiguió sacar este ejemplar de esta especie alóctona que fue introducida en el río Ebro y que hoy puebla su cauce. No es tan inhabitual que se encuentren ejemplares de ese tamaño en la capital ribera, de hecho en 2011 se pescó uno de 1,95 metros y 77 kilos de peso y en 2015 otro de 1,80.

Una Orden Foral emitida por el Gobierno de Navarra en 2015 obliga a los pescadores a sacrificar los siluros que se cojan en el río Ebro "en el momento de su pesca" al ser considerada una especia exótica invasora. En esta misma condición se encuentran otras especies de peces como el alburno, carpín dorado, lucio, la perca americana o blackbass, el pez gato, la trucha arcoíris y los invertebrados cangrejo de las marismas y cangrejo señal. En el caso del siluro, que en los últimos años se ha hecho común la pesca de ejemplares de esta especie que casi alcanzan los dos metros, es una especie alóctona, traída de los ríos Danubio y Volga del centro de Europa.

Su introducción, que se produjo a principios de los años 70 en el embalse de Mequinenza, se hizo de la mano de pescadores que querían pescarlo en España. El siluro, que puede llegar a medir más de 2,5 metros, no tiene ningún depredador que pueda acabar con él cuando ya es adulto. Las buenas temperaturas del agua han provocado que crezcan de manera desmesurada y su desarrollo implica otros cambios en el equilibrio medioambiental del Ebro. La introducción del siluro ha provocado la casi total desaparición del barbo, especie abundante en el Ebro hasta aproximadamente 2005, lo que a su vez provoca un aumento desproporcionado en las algas y otro tipo de vegetación acuática, que era el alimento del barbo. Al ser este pez carnívoro está acabando con buena parte de la fauna local por lo que la Orden Foral buscaba que los pescadores den muerte a los ejemplares que encuentren.